ARTE

La naturaleza indomable

El TEA de Tenerife presenta «El jardín salvaje», la primera gran exposición individual de Marina Núñez en Canarias

Imagen del vídeo «Inmersión» (2019)

Adonay Bermúdez

¿Puede un espacio domesticado tener cualidades libertarias? La contradicción y la ironía comienzan desde el propio título de esta exposición, donde Marina Núñez despliega toda una serie de fotos y vídeos para dilucidar sobre construcción artificial y construcción natural, aunque esta última, hoy, es inexistente. El ser humano, caprichoso y egoísta, cree tener la capacidad y el derecho de destruir, dominar, regularizar y explotar el Universo y, por tanto, la Naturaleza, pese a significar una mísera mota de polvo dentro del cosmos.

Como es habitual en su trabajo, la artista se adentra en los lares de la realidad y la ficción , entremezclando posibilidades y desestabilizando al espectador. Exhibe una sucesión de piezas principalmente audiovisuales compuestas por espectros confusos y pseudoplantas alienígenas, a medio camino entre restos fósiles y un fallo genético, permitiendo que hagan acto de presencia la aberración, el (falso) canon de belleza y la hibridación . Ya desde los inicios de la muestra golpea al público con una videoinstalación donde un conjunto de vegetales manipulados científicamente se expanden por la superficie, invadiéndolo todo. A partir de ahí se desata el caos: fantasmas, el deseo por controlar la muerte, rostros que aparecen y desaparecen de entre las llamas, la transformación del cuerpo o unas ruinas pretéritas... Todo ello aliñado con composiciones musicales que acrecientan el sentimiento de perturbación . En esta exposición están presentes algunos los temas sobre los que ha ido trabajando Marina Núñez desde los noventa: la locura, la religión y la ciencia como vías de conocimiento, el ensayo-error, lo tecnológico, lo poshumano o las distopías. Así lo explica Yolanda Peralta , comisaria de la muestra.

Resquicio de esperanza

Destaca la serie «Naturaleza» (2019), una obra producida ex profeso para TEA y de gran complejidad técnica: cuatro grandes jarrones-trofeo en cuyo interior incorpora cuatro paisajes diferentes. La idea de objetualizar la Naturaleza, intentar amansarla y convertirla en un elemento decorativo se erige como uno de los puntos álgidos de la exposición, sobre todo al descubrir que no es más que una ilusión: la Naturaleza sutilmente desborda los jarrones, evidenciando la imposibilidad de dominarla . Entre tanto desaliento, Núñez consiente un pequeño resquicio para la esperanza. Es el caso de «Inmersión» (2019), un vídeo donde remite a mundos primigenios en los que las relaciones con el entorno son horizontales y donde nos invita a formar parte del Universo , permitiendo que se endulce el amargor que supone ser consciente de la capacidad destructora del ser humano.

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