EPISODIOS PERDIDOS

La mirada de Phoebe Waller-Bridge

La estrella del momento es guionista, productora y actriz, y colecciona premios y contratos millonarios antes de cumplir los 40 años

Waller-Bridge recoge el Emmy como mejor actriz, uno de los seis que ganó «Fleabag» hace unas semanas Robert Gauthier / Los Angeles Times/Polaris
Federico Marín Bellón

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La gran triunfadora en los últimos Emmy fue una joven de 34 años que convierte en oro lo que toca. Phoebe Waller-Bridge escribe, actúa y produce, y lo hace en cualquier género concebible, aunque su especialidad es teñir de humor «rosaoscurocasinegro» sus historias. Veremos de lo que es capaz en la próxima película de James Bond. En Killing Eve ya demostró que las tramas de espionaje tampoco se le dan mal.

La cotización de esta flor emergente, de tallo largo y desgarbado , ha crecido tanto que Amazon acaba de enderezarla con un contrato de 20 millones anuales. « Fleabag ha sido un regalo para nuestros miembros de Prime Video y estamos emocionados por lo siguiente que saldrá de su brillante y estrambótica mente», declaró la responsable del estudio, Jennifer Salke .

«Fleabag»

La obra más redonda de Phoebe Waller-Bridge es esta historia personal en la que cabe gran parte de su personalidad. Por supuesto, antes actuó para otros. Debutó en el teatro y participó en películas tan distantes como La dama de hierro y Han Solo: Una historia de Star Wars . Una vez pasó las pruebas para Downton Abbey y gustó a los productores, pero la rechazaron porque era demasiado graciosa.

Como creadora inteligente, no duda en contratar a estrellas como Kristin Scott Thomas y Olivia Colman . Como intérprete superlativa, tampoco se deja eclipsar por ellas. Waller-Bridge brilla sola y acompañada. Su mirada es única, pero también la lengua, desprovista de pelos y pegada a un inevitable doble sentido. Pero lo que sobresale por encima de todo es el cerebro de esta artista distinta, desinhibida de un modo que hasta no hace tanto solo le estaba permitido a los hombres.

Sus diálogos son fugaces y agudos, intercalados por miraditas a la cámara, pero sin la pomposidad del Kevin Spacey presidencial. Su omnipresencia permite disfrutarla en Amazon ( Fleabag ), HBO ( Killing Eve ) y Netflix ( Crashing ), series todas breves y ligeras. Para muchos son también adictivas, como el sexo sin amor (y viceversa) que practican sus protagonistas. «Quiero beber hasta hacerme hetero», dicen en Crashing . Y que vengan los ofendiditos, en fila india.

De nariz altiva y sonrisa afilada, (y viceversa, otra vez), se escribe a sí misma papeles amorales y gamberros, contradictorios, con los que se autoflagela y libera al mismo tiempo. Sus personajes tampoco pueden dejar de hacer bromas ni en las peores circunstancias . Para algunos es algo delicioso; luego están los que no tienen sentido del humor.

Cómica y profunda

Pero lo mejor de todo es su renuncia a ser moralista. Su feminismo se ahorra las lecciones y la superioridad moral . Es abiertamente sexual, pero le molesta la exhibición impúdica y comercial. Esta chica es, vaya, compleja e inteligente. Sus obras contradicen a José Antonio Marina y su Elogio y refutación del ingenio . Waller-Bridge no renuncia ni por un segundo a la profundidad. En la segunda temporada de Fleabag , refleja con una sabiduría de vieja las dudas existenciales, metafísicas y hasta religiosas de una pareja imposible... Y a la vez inevitable. El relato es sincero y preciso, doloroso. En uno de sus grandes momentos, a Andrew Scott no le queda más remedio que brindar «por la paz y por quienes la perturban». Esa es nuestra Phoebe, capaz de completar luego una actuación tremenda. La mujer orquesta.

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