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María Sotomayor: «En mi tiempo libre salgo de la jaula de socializar donde el ego asfixia, busco silencio y calma»

Con el poemario «Nieve antigua» ganó el premio de Poesía Joven Pablo García Baena, es editora de Harpo Libros y acaba de abrir su propia librería en Madrid, La Semillera

El selfie que María Sotomayor dedica a ABC Cultural M. S.
Inés Martín Rodrigo

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¿Cuáles son tus intereses como escritora?

Ser capaz de darle cuerpo y forma a todas las historias que escribo en mi cabeza. A veces, transcribir lo que nos ronda es sumamente difícil, porque la cabeza va más deprisa que la mano y no siempre se escribe como se siente. La escritura precisa tiempo, espacio y honestidad.

¿Y cómo lectora?

Leer. Leer mucho, lecturas que me apasionen y otras que no tanto. Pero leer como aprendizaje y exploración.

¿Sobre qué temas sueles escribir?

Escribo del origen de los lugares de los que vengo. A veces esos lugares son puramente imaginarios, ya de niña tenía mucho mundo interior que ha ido creciendo conmigo. Casi siempre suelo escribir de temas que me hacen sentir incómoda, dolorosa o desgarrada. Pero también sobre la belleza que hay en las cosas que apenas percibimos. Escribo mucho de la memoria, porque me da pánico real que llegue un día que no recuerde.

¿Dónde has publicado hasta el momento?

Canalla ediciones, Letour1987, Ejemplar único y La Bella Varsovia.

¿Con cuáles de tus «criaturas» te quedas?

Con  «Nieve antigua» , publicado por La Bella Varsovia. Es un poemario que necesitaba escribir o escribirme. Todo el proceso fue muy orgánico, muy fluido, a pesar de los casi tres años que tardé en terminarlo, aguardarlo y corregirlo. Tuvo una estructura fija desde el primer poema que me facilitó todo mucho. «Nieve antigua» fue reconocer que siento porque tengo un cuerpo y sentimientos de los que desprenderme. La satisfacción que me ha proporcionado este libro es inmensa, por todos los motivos que hicieron que fuera real. 

Supiste que te dedicarías a esto desde el momento en que…

Supe que me quería dedicar a escribir desde que prefería que me regalaran libros a juguetes. Desde el primer cuento que escribí con seis años. Desde que mi abuela me leyó a Lorca y mi madre me hizo una biblioteca en una de las habitaciones de la casa. Un cuarto propio sin saberlo.

¿Cómo te mueves en redes sociales?

Observando, con prudencia y torpe. Me da bastante miedo su inmediatez y la parte hostil que en ocasiones encuentro, me satura el ritmo frenético que hay que seguir. Pero como herramienta de difusión y promoción desde luego es bastante útil. A veces desearía su mutismo.

¿Qué perfiles tienes?

Facebook, Instagram y Twitter.

¿Cuentas con un blog personal?

Soy de la generación blog, a través de ellos he podido leer a autoras y autores que de otra manera en ese momento no hubiera podido leer, obviamente cuando todavía no existían las redes sociales y todo era como más de estar por casa. Sigo escribiendo en él. «Cartas desde Reykjavik» es mi pequeño lugar, mi refugio, se mueve, crece y mengua conmigo.

¿Qué otras actividades relacionadas con la literatura practicas?

Soy editora de  Harpo Libros  junto con Marcos Almendros y el pasado 15 de diciembre abrimos  La Semillera , nuestra propia librería en Madrid. Y de vez en cuando hago recitales de poesía y participo en festivales. La vida entre libros como resistencia.

¿Formas parte de algún colectivo/asociación/club?

Me cuesta relacionarme, siempre he sido así. Por mi trabajo estoy en un continuo contacto con otras personas, con ello sí entendería participar en algo, de algo que no sabría cómo catalogar, por eso en mi tiempo libre me gusta meterme para dentro, salir de la jaula de socializar donde el ego asfixia, buscar silencio y calma. Por iniciativa propia no pertenezco a nada y no me disgusta, disfruto de mis momentos, para escribir, leer o pintar. De otra manera. no podría ser yo.

¿En qué estás trabajando justamente ahora?

Hay un poemario descansando para poder corregirlo cuando nos hayamos distanciado y pueda ser más objetiva. Hay otro que estoy terminando de escribir, pero en lo que de verdad me quiero centrar es en terminar la novela que empecé hace cinco años. Al ser la primera, voy a pasitos lentos, pero desde hace unos meses me está gritando por dentro de una manera salvaje: termínala, y en ello estoy.

¿Cuáles son tus referentes?

Federico García Lorca, Marguerite Duras, Alejandra Pizarnik, Masaoka Shiki, Doménico Scarlatti, Gustav Klimt, Caravaggio, Vilhelm Hammershøi, María Zambrano, Radiohead, Björk, Clarice Lispector, Roberto Juarroz, Pedro Casariego, Luz Pichel, Cristina Rivera Garza, Pina Bausch.

¿Y a qué otros colegas de generación (o no) destacarías?

Estamos en un momento generacional muy bueno. Leo a compañerxs escribiendo libros tanto de narrativa como de poesía realmente increíbles y que van a perdurar de la fugacidad que puede traer la saturación editorial en la que nos encontramos. Me gusta mucho Daniela Camacho, Lila Biscia, Alana Portero, Alba Ceres Rodrigo, Marcus Versus, Eva Gallud, Bárbara Butragueño, Pablo Monforte, Hasier Larretxea, Elena Medel, Juan Bello, Sara Herrera Peralta, María Sánchez, Lara Moreno o Luna Miguel. Dejándome muchos nombres.

¿Qué es lo que aportas de nuevo a un ámbito tan saturado como el literario?

No sé lo que aporto, sé lo que me gustaría aportar y es que cada lectora o lector haga suyo lo que escribo.

¿Qué es lo más raro que ha tenido que hacer como escritor para sobrevivir?

En alguna ocasión escribí votos de boda personalizados. ¡Ay!

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