Un momento del vídeo «Chelsea; amanecer»
Un momento del vídeo «Chelsea; amanecer»
ARTE

Manu Arregui: poesía de un amanecer amanerado

«Chelsea; amanecer» alegoriza la vida de Bradley Manning, el soldado norteamericano que denunció en Wikileaks la «guerra contra el terrorismo» desplegada por su país

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Un joven salta al vacío y su gesto «suicida» se transforma en coreografía en la magnífica pieza Streaming que Manu Arregui (Santander, 1970) presentó en La Conservera en 2009 y que enlaza con Il Tufattore: el sentimiento oceánico transmite a la vez el malestar y el placer de una repentina liberación. Los seres diseñados digitalmente por este artista tienen un anclaje «real», con tanto que ver con la angustia cuanto con el deseo de construir la identidad en un tiempo en el que persisten abominables comportamientos misóginos y la homofobia impone su ley aberrante.

Teoría del gesto

Si en Coreografía para 5 travestis (2001) encontramos una suerte de parodia del «ornamento de masa», en sus Ejercicios de mediación sobre el movimiento amanerado (2017) plantea una seductora teoría del gesto, sometiendo a medida lo pretendidamente «anómalo». Agamben ha señalado que el gesto es algo que no ocurre ni pasa. No es un medio hacia un fin, ni un fin en sí mismo, sino un «medio puro». Arregui comparte con el filósofo la idea de que la danza es inagotable, un conjunto de gestos suspendido entre el recuerdo, el acontecimiento y lo potencial. Las «manos amaneradas» muestran el «derecho a disentir»; analizadas por medio de rastreadores de posición en una retícula, dibujan un pensamiento de la diferencia, deconstruyen el «cientifismo» de las tipologías que formaron la genealogía de los «seres infames» con uno de sus cimientos en el homo criminalis lombrosiano.

Arregui dispone los gráficos establecidos por el psicoterapeuta C. A. Tripp que dan cuenta de los distintos grados de «flexibilidad» y curvatura de los «movimientos» del cuerpo homosexual. Frente a la rigidez heteronormativa, la ondulación amanerada; frente a la «voluntad de poder» masculinizante, una actitud más suave, en un deseo de escapar de los comportamientos violentos que dejan imponer su intransigencia.

Coreografía filosófica

La hermosa videoinstalación Chelsea; amanecer (2017), alegoriza la vida de Bradley Manning, el soldado norteamericano que reveló a través Wikileaks la ilegalidad de la llamada «guerra contra el terrorismo» desplegada por su país en Irak y Afganistán. Sometido a juicio, declaró al conocer su sentencia que deseaba someterse a una reasignación de sexo. Arregui filma a la soldado caminando en una playa al amanecer hasta desnudarse y bailar al borde del mar. No es tanto una narración romántica cuanto una coreografía que tiene mucho de filosófica y de alegato político sin caer ni en la erudición plúmbea ni en la consigna obvia. El soliloquio de Chelsea termina con el cuerpo ondulando bajo las aguas, todo un simbolismo de renacimiento, pero también con la declaración de que no se trata de una alegoría de la esperanza sino de una reclamación «poética del ahora».

Atrapados -recuerda la escultura Dating App (2017)- en las celdas de las redes sociales, colaboramos en la imposición planetaria de una estética y una ética del GPS. Estamos geolocalizados en el desastre y lo que somos capaces de imprimir en 3D son fragmentos del cuerpo, manos (exquisitamente amaneradas) que desean tocar algo diferente.

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