Duchamp, fotografiado por Julian Wasser mientras jugaba contra una modelo desnuda en Pasadena
Duchamp, fotografiado por Julian Wasser mientras jugaba contra una modelo desnuda en Pasadena
ARTE

El jaque mate de Duchamp

Uno de los intereses fundamentales de Marcel Duchamp fue el ajedrez. Y este se convierte en punto de encuentro con otros artistas en la exposición que organiza la Fundación Miró

Barcelona Actualizado: Guardar
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Poco imaginaba Marcel Duchamp cuando en 1910 pintó bajo la influencia de Cézanne « La partida de ajedrez», casi diez años más tarde, tras su ruptura con la pintura a raíz del rechazo de «Desnudo bajando la escalera» y su «creación» del «ready made», que el ajedrez se iba a convertir en una verdadera «actividad intelectual» y en abanderada de su cuestionamiento del arte desde lo que denominaríamos «anti-arte».

Como en una ocasión afirmó: «Las piezas de ajedrez son los componentes del alfabeto que dan forma a los pensamientos; y estos pensamientos expresan su belleza de forma abstracta, como un poema… He llegado a la conclusión de que mientras todos los artistas no son jugadores de ajedrez, todos los jugadores de ajedrez sí son artistas».

Este es el argumento de partida del comisario Manuel Segade, que ha convertido las salas de la Fundación Joan Miró en espacios temáticos dominados por un diálogo transversal que, a partir de un mismo eje común –la partida de ajedrez–, presenta obras de distintos periodos de Duchamp con las de artistas de diferentes momentos del siglo XX, del cubismo hasta Fluxus o el conceptual.

Trampa de peón

Uno de los primeros espacios temáticos es «Del ocio familiar al cuadro como idea», y, en él, quizás la pieza más singular sea el «ready made» « Trébuchet (Trampa)», de 1917, una suerte de alegoría que alude a una típica maniobra del ajedrez: una posición del peón que obliga al otro jugador a perder una pieza con la intención de generarle una trampa.

La mencionada transversalidad explica que en otro de los apartados –«Del ajedrez al arte para el pueblo»– el énfasis se ponga no tanto en Duchamp, sino en un círculo de artistas, desde Klee -cuya «Überschach, Gran mesa de ajedrez» (1937) responde a una de sus reflexiones plásticas sobre esquemas de este juego– o Kandinsky, hasta un representante de la Bauhaus como Josep Hartwig.

Un ámbito especialmente destacable de la muestra lo constituye el titulado «El espacio psicoanalítico del tablero», donde una foto de Duchamp al lado de otros jugadores en el Campeonato de Ajedrez de Chamonix, en 1927, nos emplaza a una década (de 1923 a 1933) en la que el artista, tras participar en numerosos campeonatos en toda Europa, fue merecedor del título de Maestro de Ajedrez por parte de la federación francesa.

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