ARTE

«En mi intervención en Matadero, el ojo del visitante construye una caligrafía»

El artista cántabro «escribe» en secreto sobre una nave de Matadero en una nueva edición de «Abierto x Obras». su propuesta lleva por título «Los afijos»

Juan López posa frente a parte de sus «afijos» en Matadero-Madrid José Ramón Ladra
Manuel Muñiz Menéndez

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Matadero Madrid ha confiado su antigua cámara frigorífica a Juan López (Alto Maliaño, Cantabria, 1979) para una nueva edición del programa «Abierto x Obras» . La instalación «site specific» del que fuera ganador del premio ABC de Arte (2010) se titula « Los afijos », en referencia a las partículas que modifican el significado de una palabra. Igualmente, López añade elementos a la estructura de la nave que la modifican y crean un mensaje.

–El de Matadero es un espacio muy peculiar. ¿Lo ha afrontado de una forma especial?

–No es un lugar en el que puedas estar continuamente proyectando lo que puede ocurrir. Para este proyecto en concreto ha habido mucha labor de maquetas, de «renders» 3D, de ordenador para calcular los tamaños de las piezas, la disposición, etc. Ha sido un trabajo cercano a la construcción.

–En su obra influyen mucho el lenguaje, la arquitectura y la escultura. ¿Cómo se han ido desarrollando las conexiones?

–Siempre me ha interesado mucho el trabajo de intervención directa sobre la arquitectura. Me interesa intentar modificar la percepción de la arquitectura, del lugar, para intentar generar una visión nueva. La arquitectura representa lo establecido, lo inamovible, así que siempre he intentado, a partir de esos espacios arquitectónicos, construir algo nuevo, casi como un símil de lo que podríamos hacer en otros ámbitos de la vida.

–¿La arquitectura es central para su obra?

–Para mí lo interesante son ciertos aspectos de la ciudad: cómo la utilizamos, cómo nos movemos, lo que nos obliga, lo que nos delimita. Más que sobre arquitectura, quizá sea sobre urbanismo, sobre cómo nos preparan el tablero de juego y no podemos decidir mucho más. La propuesta es, ya que tenemos esos condicionantes que nos imponen desde el poder –que es lo que representan estos elementos arquitectónicos y urbanísticos–, vamos a ver cómo lo podemos quebrar.

–En otros proyectos ha trabajado abriendo huecos, rompiendo espacios. En este, en cambio, añade piezas. ¿Por qué este cambio?

–En los últimos proyectos ha habido una idea de gesto, de acción. Es el caso de trabajos como « A la derriba », en La Panera, donde lo que hacía era abrir el museo hacia la ciudad por medio de esos quiebros y esas roturas. Otros proyectos están más cercanos al giro, pero todos están en alguna manera relacionados con el cambio. Por ejemplo, en « Push the Envelope » (que es otro trabajo que fue un punto de inflexión importante) la idea fue girar la arquitectura, hacer un pequeño desplazamiento. Y aquí lo que hemos hecho es un añadido, modificar esta estructura de la sala de «Abierto x Obras» añadiéndole elementos de sujeción propios de una estructura que sustenta un espacio. En esos añadidos están las mismas ideas de generar un lugar nuevo, una visión nueva de donde estamos, pero cada vez la acción va cambiando. En este caso es el añadido, los afijos que dan título a la exposición.

«Me interesaba la idea del encriptado, de lo oculto. La frase está cifrada y tienes que buscar conexiones para entender el mensaje»

–Hablando del título, me había hecho pensar en piezas de mucho menor tamaño, dado que los afijos suelen ser partículas pequeñas. Me ha sorprendido la escala del proyecto.

–Es que están a la escala de la estructura original, así que siguen funcionando como afijos; aunque mentalmente tengas la imagen de un pequeño añadido, en este caso la palabra es el conjunto de la estructura original y esos prefijos, sufijos e infijos son los añadidos que hemos hecho.

–Una estructura original que ya es de por sí imponente.

–Cuando te invitan a este tipo de proyectos y en un sitio tan especial, los condicionantes para trabajar son muchos. Lleva mucho tiempo sacar el proyecto adelante, también porque es un espacio en el que llevamos diez años viendo intervenciones. Es complejo no revisar qué es lo que ya se ha hecho.

–Cuenta que en este trabajo lo que ha hecho ha sido escribir.

–Para trabajar en el proyecto lo que hemos hecho ha sido asumir las líneas de la estructura de la nave en planta, como si fuese una retícula donde ir escribiendo una frase que está aquí encriptada, pero es casi imposible de descifrar. Esa disposición de las letras para construir esa frase es la que ha decidido la disposición de las piezas en el lugar: no ha sido por mera composición visual, sino que se debe a lo que ha generado la propia escritura.

–¿Cómo ha «escrito» en este espacio?

–Cada cuadrícula de la estructura es una casilla: desde este punto [va señalando distintas partes de la instalación], varias estructuras forman una «P», entre esas otras dos se crea una «R» allí una «N», una «C», una «A»... Esa es la base de trabajo, pero luego te giras y te aparecen otras formas. Otro punto de la sala que me interesó mucho fue la cuña que hacen las vigas al unirse con el techo, que forma un componente casi de serifa, de Times New Roman, que he usado como un acabado en varias de las letras. Otra cuestión sobre la forma de la pieza es que el bloque de texto está en la parte central, el perímetro está a oscuras para poder verlo y en los extremos hay dos elementos que funcionan casi como un entrecomillado. Esto viene relacionado con otras exposiciones anteriores en las que he trabajado con coger un elemento arquitectónico, generar un alfabeto y hacer una intervención con esos alfabetos que he generado. Esa relación entre letras y arquitectura siempre ha estado en mi trabajo, durante mucho tiempo han estado en dos caminos paralelos y en este proyecto se aúnan las dos cosas. Pongo casi en combate ambas para ver qué ocurre.

«Reflexiono mucho sobre el urbanismo, cómo desde el poder nos preparan el tablero de juego y no podemos decidir mucho más»

–En una exposición tan cuidadosamente planificada, ¿surgen sorpresas?

–Sí. Hay letras que son las que han condicionado la posición de las piezas, pero luego se construyen cosas inesperadas. Por ejemplo, esta «X» que hay aquí yo no la había pensado, no está en la frase con la que he trabajado. Me han sorprendido esos otros solapamientos que han surgido de forma fortuita e inesperada.

–Curiosamente, la primera impresión de la obra es la de un espacio casi diáfano, algo que se rompe en cuanto de empieza a caminar a su alrededor.

–La entrada es muy leve. Para los que no conozcan la sala, el espacio es impresionante y casi no hace falta ni buscar la pieza. Y al visitante habitual de «Abierto x Obras», que sí que conoce bien el espacio, la entrada le va a dar una sensación de que no ha ocurrido mucho. Pero según vas girando alrededor de la pieza y te vas introduciendo empiezan a aparecer todos esos afijos que van generando otro tipo de escritura, otro tipo de formas y de puntos de vista. Casi es el espectador el que construye el dibujo, la caligrafía. Es un juego de capas y de puntos de vista, así que es el ojo de cada visitante el que va construyendo.

–Dice que la frase es casi imposible de descifrar.

–Sí, tiene demasiados condicionantes, demasiadas normas para intentar averiguarla. Lo que me interesa en este caso es la acción de relacionarlo con la escritura: las posibles relaciones entre arquitectura y caligrafía, arquitectura y palabras, arquitectura y lenguaje.

–¿Se puede contar cuál es la frase?

–Es secreto, porque ha sido sobre todo la excusa para la disposición de las piezas. Me interesaba mucho la idea del encriptado, de lo oculto. La frase está cifrada y tú mismo tienes que ir buscando las conexiones para entender el mensaje. Pero las pautas son demasiado amplias para poder averiguarlo, puedes rescatar una letra, o dos, o tres, pero la frase completa es muy difícil.

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