Detalle del mapa de Silicon Valley, donde se concentran las mayores corporaciones tecnológicas del mundo: la punta de lanza del futuro imaginado por Harari
Detalle del mapa de Silicon Valley, donde se concentran las mayores corporaciones tecnológicas del mundo: la punta de lanza del futuro imaginado por Harari
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«Homo Deus», el cuento de hadas tecnológico

¿Qué nos depara el futuro? En «Homo Deus», Yuval Noah Harari lo vislumbra dominado por la inteligencia artificial. Aunque a su ensayo se le puede poner más de un «pero»

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Al fin llega a las librerías el libro con el que siempre hemos soñado, un libro que contiene la respuesta a todas las preguntas y la solución a todos los problemas. Su autor, Yuval Harari, viene precedido de una fama inmensa tras vender millón y medio de ejemplares de «Sapiens». Críticos de postín lo consideran un fenómeno del pensamiento, aunque su propuesta -abandonar los barrios bajos del espíritu, dominados por la religión y las ideologías, y ascender a las altas esferas de la ciencia, donde el enfoque metafísico ha sido reemplazado por un enfoque puramente técnico- sin duda sonará a los más ilustrados.

Hace setenta mil años, una revolución cognitiva transformó la mente del «homo sapiens». El misterioso surgimiento de un ámbito intersubjetivo hizo posible un grado de cooperación entre los hombres superior al del resto de las criaturas que les permitió escapar de la realidad objetiva en la que estas siguieron plenamente integradas y vivir también en su propia realidad imaginada.

Mitos, religiones e ideologías, producto supremo de su fantasía, sirvieron para dominar la Naturaleza e integrarse en sociedades cada vez más complejas hasta la globalización actual, un estado cuya cohesión ya no depende de un orden espiritual al viejo estilo, sino de la organización minuciosa de la actividad basada en la tecnología.

Segunda revolución

Mientras esta avanza a velocidad de vértigo, las estructuras políticas y morales del pasado se van estancando inevitablemente. Harari está convencido de que asistimos, de hecho, a una segunda revolución cognitiva, fruto en buena medida de la confluencia de las ciencias de la vida y la ingeniería informática. La comprensión de que los organismos son algoritmos bioquímicos, es decir, procedimientos de almacenar datos sujetos a las mismas leyes matemáticas que rigen los algoritmos electrónicos de la informática, ha abierto un futuro en el que las máquinas pensantes podrán conocer los secretos de la vida y gestionar mejor que nosotros el ámbito intersubjetivo del que dependió hasta hoy nuestro poder. En Silicon Valley, el lujoso barrio californiano de las altas esferas de la ciencia, esta posibilidad genera una fe tan ciega que se ha convertido en religión: el «dataísmo».

Siempre que alguien se propone cambiar el mundo comienza reescribiendo la Historia. Da igual que sea el pequeño mundo del nacionalista o el gran mundo del «utópata» ansioso por ocupar el lugar que ha dejado libre la muerte de Dios. Tras esta pretensión retrospectiva late siempre la convicción de que el cambio es una necesidad inexorable. Se trata de probar que hay un designio en marcha y que todo cuadra con dicho designio, incluso el rechazo de quienes lo niegan.

Un vacío útil

Ningún narrador omnisciente sabe nunca tanto como estos visionarios de cuento de hadas. Harari es, de hecho, la reina de los elfos. No sólo puede dar cuenta de cada paso dado por la humanidad, sino justificar cómo todo lo que la ha traído hasta aquí constituye un paradójico error que le va a costar su prevalencia natural. Aunque la ciencia a la que apela constantemente no sabe aún cómo ni por qué el cerebro tiene conciencia de sí mismo, su hipótesis es que se trata de un vacío que fue útil durante setenta mil años (en el que prosperaron los mitos de que antes hablábamos) y ahora resulta una rémora enojosa que otorgará inevitable ventaja a las máquinas. Estas funcionan inteligentemente sin necesidad de ser conscientes, un paso evolutivo crucial porque desvincula la decisión lógica de los sentimientos, emociones y prejuicios que cegaron siempre a la humanidad.

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