Primera sala del espacio situado en la calle Concepción Jerónima, con obras de Daniel Barroso
Primera sala del espacio situado en la calle Concepción Jerónima, con obras de Daniel Barroso - APPA
ARTE

Una galería en el centro de la ciudad para «conectar» con el barrio

Appa art gallery cumple un año ocupando el espacio que un día habitó Diego Velázquez; pero es mucho más que un espacio creativo al uso

Madrid Actualizado: Guardar
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En pleno centro de Madrid, resguardada de la plaza de Tirso de Molina pero también de la Plaza Mayor, en el barrio de los Austrias, entre tanto edificio gris de otra época, destaca una galería de arte que tiene -literalmente- las puertas abiertas para todo el que pase por allí por casualidad o a propósito. Para el que ya los conociera previamente y para los curiosos que quieran saber si ese edificio y su arte tiene algo que ver con Diego Velázquez, como pone en la placa de su entrada.

En este ambiente, con reminiscencias de lo que fue alguna otra época, trabaja el artista plástico Daniel Barroso, el director de la APPA Art Gallery, junto a Natalia Gomedio, la directora artística.

Muros anchos, paredes blancas y techos altos en tres salas que invitan a la reflexión. Este 15 de julio celebran su primer aniversario, pero ha sido casualidad y «cuestión de calendarios» que sea Barroso quien, de nuevo por estas fechas, presente al barrio y a la capital sus creaciones: en las que ha trabajado en estos nueves meses en la parte de atrás de la galería, donde tiene su estudio. Lejos de las reglas, cerca del color, que se exhibe hasta el 31 de julio, se centra en el límite entre la abstracción y la representación figurativa. Barroso trabaja en papel, que emula «la piel humana y sus arrugas».

«Buscaba un taller donde poder pintar sin hacer desastres y que tuviera un espacio para mostrar mis obras», cuenta Barroso a ABC. Una amiga en común le presentó a Natalia, que por aquel entonces trabajaba como galerista en París. De este intercambio nacieron las primeras exposiciones con artistas con los que ella ya había trabajado en Francia. «Nuestra filosofía es aproximar el arte a las personas, que la galería deje de ser algo inaccesible, que deje de ser elitista para ser un espacio abierto», comentan. Tan abierto que, según aseguran, de vez en cuando han tenido que colgar en la puerta un cartel: «Entrada libre, pasen, por favor». Y quien pasa disfruta de la experiencia y la explicación completa, pues para algo exponen a «contemporáneos».

Un espacio de promoción

Uno de sus objetivos que tiene que ver con su nombre (Asociación Para la Promoción Artística) es el de poder financiar, cuando tengan beneficios, a artistas jóvenes, concederles becas para poder seguir creando. Pero su inquietud no queda ahí: sus paredes acogen también cursos de pintura personalizados y para cualquier tipo de público. «Lo que queremos ahora es acercarnos al barrio, que la gente pase y se anime a entrar y, por otro lado, dar a conocer a nivel artístico a la población local».

Confiesan que la placa de la fachada donde figura que «aquí vivió Diego Velázquez» es más un reclamo para los turistas extranjeros que para los madrileños, acostumbrados a caminar por calles con mucha historia y recorrido por parte de grandes de la cultura española. Pero sí que reconoce Barroso una «energía creadora» en algunos de estos espacios. ¿Hubiera expuesto Velázquez en la Galería APPA? «Velázquez hacía todo tipo de pinturas, desde al Rey hasta personas muy humildes, y yo creo que sí. No los grandes formatos, porque no entrarían, pero sí los pequeños, sus retratos y también las pinturas de la gente».

N.M.
N.M.

Se definen como una start up que ha pasado el momento crucial de vida: el año desde que surgió. «Nuestra particuliaridad es que queremos acercar al artista a su público, pues para algo exponemos arte contemporáneo, y dentro de cada exposición organizamos un día de encuentro con él: viene y puede explicarse, explicar su obra». En cuanto a la participación en ferias, habrá que esperar para cumplir los requisitos (tener, al menos, dos años de recorrido, por ejemplo), pero confiesan que es algo que están deseando, por la visibilidad que aportan. Mientras, desde el barrio, críticos, vecinos e incluso grafiteros van llenando poco a poco sus salas. Para que el arte sea de todos y para todos.

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