Entre la ficción española («El Ministerio del Tiempo») y la anglosajona («Catastrophe», «Fargo»)
Entre la ficción española («El Ministerio del Tiempo») y la anglosajona («Catastrophe», «Fargo») - David de las Heras
RECOMENDACIONES: SERIES

Las fronteras de la ficción

Además de las cadenas y productoras tradicionales, los canales por cable y empresas como Amazon y Netflix siguen impulsando una industria en la que el arte es bienvenido

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La biodiversidad de la ficción televisiva es una prueba más de la madurez del medio, una forma artística aún más joven que el cine. De la última cosecha, inabarcable, destacamos un puñado de joyas, no todas suficientemente conocidas, la mayoría con vocación transfronteriza.

Del Reino Unido, paraíso de las miniseries, nos llegó «Catastrophe», estrenada en enero por Channel 4 e importada en España por Canal+ Series Xtra. Es sintomático que la BBC rechazara los guiones de esta comedia (anti)romántica sobre un ejecutivo de Boston que conoce a una maestra en una escapada a Londres. Sharon Horgan y Rob Delaney son sus originales intérpretes y guionistas, ni demasiado guapos ni demasiado vulgares, sobradamente inteligentes, capaces de intercambiar unas réplicas tan veloces que recibirían la aprobación de Howard Hawks.

Una pareja adorable

Aunque lo parezca, no son pareja en la vida real, pero podrían compararse con los protagonistas de «Episodes», la broma autoparódica de Matt Leblanc, atrapado para siempre en el Joey de «Friends». En la escala entre «Love actually» y «Los Roper», «Catastrophe» alcanza el punto justo entre cinismo y ternura, escribía Hughes. Sus dos personajes centrales son adorables, trabajados desde la comprensión profunda de ambos sexos. Aún más mérito tiene que el choque de culturas, el toque ocho apellidos yanquis, o «british», sea sólo una capa más, no la costra. El espectador acaba queriendo tanto a Sharon y a Rob que se siente con potestad de reírse de ellos sin dejar de sufrir por sus problemas. Después de los seis episodios de la primera temporada, uno se pregunta por qué eligió el camino legal mientras las amigas a las que descubrió la serie ya se han bajado la segunda.

Recomendaciones colaterales: «The Affair», que este año ha añadido puntos de vista e incluso tensión dramática, y «Masters of Sex». Las tres completarían un programa triple memorable sobre el amor, el sexo y todo lo que cabe entre sus pliegues. La pareja, en definitiva, está más viva que nunca, aunque sea para romperse de mil maneras. La televisión no son sólo tierras medias y muertos vivientes, que también.

«Catastrophe», «The Affair» y «Masters of Sex» conforman un programa triple memorable

Sin abandonar la comedia, Amazon Studios dio a luz «Mozart in the Jungle», otra gema de la originalidad que conviene preservar del aluvión de fórmulas. Está inspirada en las memorias de la oboísta Blair Tindall: «Mozart in the Jungle: Sex, Drugs, and Classical Music». Para conseguir recursos, los responsables de una orquesta neoyorquina jubilan al veterano director (Malcolm McDowell) e importan a un genio latino, Rodrigo (Gael García Bernal), que dinamita la vida en el seno de la banda. El mexicano completa una actuación enorme. Es capaz de reírse de sí mismo, de mostrarse vulnerable y de dejarnos mal cuando habíamos pensado que su personaje era un engreído con ramalazos de genialidad. Él mismo se desnuda y se entrega al sacrificio, trasciende el tópico y roba corazones. Convierte a los espectadores en miembros de su banda, sin molestarse en desmentir su sinvergonzonería. Tiene capítulos memorables, como el concierto al aire libre o la fiesta.

Mucho más negro es el humor de «Fargo», heredado y producido por los Coen, casi veinte años después de su película. La América nevada y profunda de Minnesota es escenario de crímenes horrendos y rebuscados, fruto de la conjunción del mal y la estupidez. La segunda temporada es un viaje al pasado, con un único personaje común. Los contornos del Estado albergan una guerra entre la banda local de matones y unos mafiosos que vienen de fuera, en una ensalada de tiros que completan las fuerzas del orden y un matrimonio atolondrado. «Fargo», como el Atleti, es un estado de ánimo. Puede cambiar de crímenes y de protagonistas, pero sus virtudes están tan arraigadas a la tierra que no se las lleva ni la nieve derretida. Como las series de Vince Gilligan («Better call Saul» debería figurar en esta lista), tiene el gen de la imprevisibilidad.

La serie como droga

Hay que cambiar de género y bajar hasta Colombia para encontrarse con otro de los hallazgos del año. Ya hemos hablado en estas páginas de «Narcos», la serie más exitosa de Netflix, que narra el nacimiento del narcotráfico a gran escala, con Pablo Escobar como estratega del mal. La lección de historia no interfiere con el entretenimiento, el dibujo de los personajes no ralentiza la intriga. La admiración que genera la inteligencia de su protagonista tampoco disfraza el hecho de que nos hallamos ante un criminal despiadado. La propia serie es una droga, incorporada a la moda del «binge -watching» o atracón televisivo.

De nuestra propia industria, por último, es necesario destacar «El Ministerio del Tiempo», organismo posiblemente ficticio que funciona en secreto desde hace siglos, con el fin de preservar nuestra Historia. Con la ficción española asentada como líder, algo vedado al cine patrio, ya podemos permitirnos el lujo de exigir historias con ambiciones narrativas y segundas y terceras lecturas. TVE apostó, dudó y volvió a apostar por esta arriesgada creación de los hermanos Olivares. Las redes sociales, las pantallas emergentes y la irrupción de los llamados ministéricos logró, por acumulación, derribar los últimos muros. La serie es entretenida, contiene una sana socarronería y cumple con esa idealizada misión de servicio público. Convertir a Cervantes y a Lope en personajes tan redondos, en «trending topic», merece un respeto.

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