Detalle de ilustración de Jaromir 99 para «El castillo» (Nórdica, 2014)
Detalle de ilustración de Jaromir 99 para «El castillo» (Nórdica, 2014)
LIBROS

Franz Kafka: La verdad de un mito

Reiner Stach ha dedicado más de diez años de su vida a la culminación de la biografía de Kafka. El resultado es una inmensa obra llamada a ser la más completa sobre el maestro checo

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«Cuando se trataba de literatura no transigía y no estaba dispuesto a aceptar ningún compromiso, pues toda su existencia se veía afectada por ella. No sólo quería ir al fondo de las cosas sino que él mismo estaba en el fondo». Con estas palabras póstumas, Dora Diamant, la mujer que amó y cuidó a Franz Kafka hasta su muerte, en el Sanatorio de Kierling, a las afueras de Viena, retrata a la perfección el temperamento de uno de los grandes genios de la literatura de todos los tiempos. Y apunta, con la máxima sencillez, además, al corazón de la tesis de fondo de esta biografía, exhaustiva, monumental, «Kafka», que la editorial Acantilado ha puesto a disposición de los lectores.

Pero antes de ir al fondo, detengámonos con cierta morosidad -la feliz ocasión lo merece- en la forma de este libro sobre el escriba praguense. Para ello, utilizaré otra cita, esta vez de una carta que el propio Kafka escribe a su hermana Elli el 4 de octubre de 1923. Entonces vive en Berlín. Ha salido por fin de «las garras de la ciudad de Praga», como había sido su más íntimo deseo al menos desde su adolescencia (él quería vivir en Berlín escribiendo). Pero pocos meses después, comenzado el año 1924, tiene una profunda crisis médica que le devuelve al infierno de la casa propia. Pues bien, en una carta poco conocida, incluso por los especialistas, y que ahora Stach ha rescatado, escribe lo siguiente: «Hace poco tiempo he tenido una aventura amorosa. Estaba sentado al sol en el jardín botánico cuando pasó una clase de un colegio de chicas. Entre las colegialas había una guapa, alta, rubia, adolescente, que me sonrió con coquetería, abombó el morrito y me gritó algo. Naturalmente, devolví la sonrisa con doble amabilidad cuando, luego, se volvió a mirarme con sus amigas. Hasta que me di cuenta de lo que en realidad me había dicho. Me había dicho: judío».

Cinematográfico

No me interesa subrayar el hecho de que Kafka, como tantos otros grandes escritores (la lista es interminable) era un ejemplar de «homo eroticus», ni tampoco el hecho en lo que significa como un estado de ánimo de la ciudadanía alemana a la altura de los años veinte. No, quiero con esta segunda cita, hablar brevemente del método biográfico empleado por Reiner Stach en su «Kafka». Buena parte del atractivo del libro, de la facilidad con la que se leen sus cerca de 2.400 páginas viene del hecho de que el biógrafo parece que utiliza, como modo de presentación del ingente material acumulado, técnicas cinematográficas.

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