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Daniel Saldaña París: «Me interesa construir una prosa distinta en cada libro»

Poeta y novelista, es de lo mejor de la literatura que se hace al otro lado del charco y con «El nervio principal», su última obra, publicada en España por Sexto Piso, vuelve a demostrarlo

El escritor mexicano Daniel Saldaña París

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¿Cuáles son sus intereses como escritor?

La búsqueda de comunidad, la pasividad como punto de llegada o de partida de mis personajes, la distancia entre la primera y la tercera persona, la estructura del tríptico, el amor, la construcción de una prosa distinta en cada libro.

¿Y, como lector?

Los diarios personales, lo cotidiano enrarecido, la poesía latinoamericana del siglo XX.

¿Sobre qué temas suele escribir?

No pienso mucho en términos de temas, sino de lenguaje, de repetición, de estructura. Pero, en retrospectiva, veo que he escrito bastante sobre la Ciudad de México, sobre las casas en las que he vivido, sobre relaciones de pareja y sobre arte.

¿Dónde ha publicado hasta ahora?

Publiqué dos poemarios en pequeñas editoriales mexicanas y luego dos novelas en Sexto Piso, traducidas después a un par de idiomas.

¿Con cuál de sus criaturas se queda?

Con los apuntes sueltos que tomo en mis libretas, que son criaturitas contrahechas, reptiles incompletos, sin ecosistema.

¿Cuándo supo que se dedicaría a esto?

Escribí un poema a los diez años y gané un concurso de poesía infantil convocado por una estación de radio pública. El premio era un juego de mesa inspirado en el surrealismo y la escritura automática. Me gusta decir que ese juego decidió mi vocación.

¿Cómo se mueve en redes sociales?

Tengo una cuenta de Instagram ( @dsparis ) en la que soy bastante activo. Tuve una cuenta de Twitter a la que fui adicto y que tuve que cerrar por salud mental.

¿Qué otras actividades relacionadas con la literatura practica?

Soy editor de una revista de poesía ( periodicodepoesia.unam.mx ), traductor de narrativa y de textos sobre arte, imparto cursos y talleres, escribo ensayos por encargo y he sido «ghostwriter» en más de una ocasión. Y tengo un grupo musical en el que todos gritamos: La Viruela de Stalin.

¿En qué está trabajando ahora?

Estoy reescribiendo algunos ensayos personales con vistas a preparar un libro que los reúna, y retomando una novela a varias voces que transcurre en la ciudad de Cuernavaca.

¿Quiénes son sus referentes?

Esta semana: Franz Kafka, Ricardo Piglia, Natalia Ginzburg, Malcolm Lowry, Arthur Rimbaud.

¿Destacaría a algún colega de generación?

A Cristina Morales, Ottessa Moshfegh, Juan Cárdenas, Luis Felipe Fabre.

¿Qué aporta a un ámbito tan aparentemente saturado como el literario?

Creo que eso le corresponde al lector decirlo. A mí me toca ser fiel a mis obsesiones, aunque vayan mutando.

¿Qué es lo más raro que ha tenido que hacer para sobrevivir?

Un gurú de la autoayuda, peruano, me contrató para escribir una especie de novela que ilustrara sus «ideas» (la palabra exagera) y que, por supuesto, llevaría su firma. Me llamaba a cualquier hora para dictarme una ocurrencia. Cuando terminé, decidió que no quería pagarme, pues aducía que todo había salido de su cráneo previlegiado.

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