LIBROS

Carmen Maria Machado: «La sociedad odia a las mujeres»

Pocos debuts han sido tan aclamados en los últimos años como «Su cuerpo y otras fiestas», relatos en los que la escritora estadounidense tira de realismo (mágico) para reivindicar a la mujer

La escritora estadounidense Carmen Maria Machado ABC

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Las raíces de Carmen Maria Machado (Allentown, Pensilvania, 1986) se extienden hasta Cuba, de donde su abuelo paterno marchó en busca de un futuro mejor. Con 18 años, llegó a ese EE.UU. que ahora quiere mirar para otro lado con la maleta llena de ilusiones, y de cuentos. Pasado el tiempo, conservó en su memoria esas historias y se las contó, y leyó, a su nieta. Depositaria de tan frágil tesoro literario, Machado siempre supo que escribiría un libro. Aunque era imposible que, entonces, pudiera intuir lo que conseguiría con «Su cuerpo y otras fiestas» (Anagrama). Los relatos aquí reunidos, todos protagonizados por mujeres, tienen la fuerza de los cuentos de hadas que nunca nos contaron, porque nadie estaba, aún, preparado para hacerlo. Hasta que llegó ella, Carmen Maria Machado .

El libro es una hermosa carta de amor a las mujeres, pero también muy dolorosa.

Sí, creo que es una manera muy precisa de describirlo.

En sus relatos, una es consciente de cómo el mundo percibe a las mujeres. ¿No ha llegado ya el momento de plantearse cómo las mujeres percibimos el mundo?

Uno de los problemas de la sociedad es que no valora lo que la mujeres tienen que decir. Nos gusta pensar que somos una sociedad progresista, pero no es así. Existe el feminismo, las mujeres tienen derecho a votar, hemos hecho progresos, pero no todas las mujeres están en esa situación. De hecho, somos mucho más vulnerables de lo que la sociedad piensa. Las mujeres siguen siendo infravaloradas sistemáticamente. Y no solo de forma obvia, como con la violación y el aborto, sino también con las historias a las que se da prioridad...

La literatura, a lo largo de los años, nos ha demostrado que no hay una sola versión de la realidad. Tampoco existe un solo tipo de mujer, y eso queda claro en su libro.

Sí, es extraño, porque el primer libro de realismo mágico que leí fue «Cien años de soledad», de Gabriel García Márquez, y realmente me habló. Hay algo muy hermoso e interesante en ello, aunque no creo en la magia, ni en Dios, ni en nada...

¿No cree en nada?

(Ríe) No, no, quiero decir que no creo en nada sobrenatural.

Ah, vale, eso es otra cosa. Y, entonces, ¿en qué cree?

En muchas cosas. No creo en fantasmas, ni en ángeles. El mundo es aquello que podemos ver y tocar. Ya está. Pero siempre me ha interesado qué nos dicen de nosotros ese tipo de historias y cómo la gente puede percibir la realidad de una manera inesperada.

Hablando de percepciones, ¿por qué es tan difícil para la sociedad entender el universo emocional de las mujeres?

Porque a la sociedad no le importa. A la sociedad no le gustan las mujeres. Cuando se celebraron las elecciones de 2016 en Estados Unidos, pensé que Hillary Clinton no iba a salir elegida de ninguna manera, no por nada que tuviese que ver con ella como política, sino porque la sociedad odia a las mujeres y no gusta que las mujeres digan lo que hay que hacer. Yo quería que sucediese. Estaba emocionada, pero subestimamos cuánto se odia y rechaza a las mujeres. Es mucho más común de lo que pensamos, incluso la gente que se considera progresista lo subestima.

¿Las mujeres están bien representadas en la literatura?

Es extraño, porque existe la idea de que los chicos jóvenes no leerán nunca historias de chicas. Hay gente incapaz de recordar si ha leído a una escritora, y eso es muy deprimente. Es algo muy desconcertante. Se ve en todas partes, a todos los niveles. Aunque las mujeres están muy representadas en las editoriales y en la ficción para adultos, no importa.

¿El sector literario es sexista?

Sí, por supuesto, de la misma manera que todo es sexista.

¿La sociedad también?

Especialmente. En la llamada ficción literaria, son principalmente hombres blancos los encargados de valorar críticamente el trabajo del resto. Es algo muy triste.

No sé si eso ha cambiado en los últimos años...

No creo. Ha mejorado un poco. Hay muchas mujeres maravillosas en las editoriales y maravillosas escritoras; eso es muy emocionante. Pero todavía no se ha logrado el cambio.

En ese sentido, me pregunto cuáles son sus influencias... Yo tengo en mente a Shirley Jackson y Angela Carter.

Sí, pero también Patricia Highsmith. Hay muchas escritoras fascinantes que trabajan hoy en día. Hay tantas obras increíbles de mujeres que se pierden y muchas de las que nunca se ha hablado… Es muy triste. La gente no conoce a Shirley Jackson y debería ser una de las autoras estadounidenses más famosas. Es asombroso.

Y usted, ¿cuándo decidió que quería ser escritora?

Escribo desde que era muy pequeña. Leía mucho cuando era niña. Mis padres me leían constantemente. Sabía que, en cuanto pudiese, escribiría un libro. En cierta manera, lo llevo en la sangre desde hace mucho tiempo. En la universidad estudié fotografía. Tengo otros intereses, y me gusta hacer otras cosas, pero siempre vuelvo a escribir. Tengo mucha suerte.

Yo la considero una contadora de historias.

Sí. Mi abuelo es cubano y forma parte de nuestra tradición, esa capacidad de contar historias, de narrar. Lo he aprendido del pasado, a través de él.

Teniendo en cuenta sus orígenes, ¿qué piensa de la caravana de migrantes?

Me horroriza cómo mi Gobierno habla de los refugiados e inmigrantes, es muy racista y horrible, da vergüenza. Espero que estén bien y que lleguen aquí. Una gran parte de mi vida se ha enriquecido gracias a los inmigrantes. Estoy muy preocupada. Odio lo espantoso que está siendo el Gobierno y espero que la gente esté segura...

Pero no sólo es Trump: está Bolsonaro en Brasil, el Brexit en Reino Unido y muchas más políticas extremistas en todo el mundo. ¿Qué está pasando?

No lo sé. Existe la idea errónea de que la historia es progresiva y tiende a ser mejor, pero no es cierto. La historia es cíclica, las cosas mejoran y luego empeoran, se contraen y luego se expanden. Ahora mismo, estamos en una contracción terrible, todo se está cerrando, la gente siente odio alimentado por estos políticos oportunistas, por el racismo... Estamos en un punto muy malo.

En ese punto, ¿qué están haciendo mal los intelectuales?

Son parte del problema. Hay muchos intelectuales y escritores muy inteligentes que dicen cosas horribles. Los intelectuales no están separados de la gente que vive por encima de toda esta basura. Algunos ayudan y otros no. No me gusta lo que está pasando, pero reconozco que la historia es así.

¿Cómo valora las elecciones de noviembre?

Los resultados fueron mejores de lo que esperaba. Era bastante pesimista y me sorprendieron agradablemente. Evidentemente, en algunos lugares los resultados fueron tristes, como en Texas. Todo el mundo piensa que fue triste que eligieran a Ted Cruz. Pero ha habido muchos avances, hay muchas mujeres, muchas mujeres negras. Es muy emocionante. Sinceramente, ahora mismo es lo máximo que podemos pedir. Hay muchas cosas cuya peor versión hemos visto estos últimos años.

Han pasado muchas cosas desde que el #MeToo empezó, hace más de un año. ¿Cómo valoraría su importancia? ¿Ha cambiado algo en la sociedad?

No creo. Es interesante, pero también hay algo un poco deprimente. Evidentemente, es bueno que las mujeres den un paso adelante. Pienso, por ejemplo, en el caso del juez Kavanaugh. Antes no hubiese importado y ahora… Aunque, al final, él está en el Tribunal Supremo y esa mujer que le acusa no puede volver a casa. Pero ese caso va a marcar la diferencia a largo plazo. El problema es que la sociedad odia a las mujeres. Hay hombres que están sufriendo algunas consecuencias, pero no creo que eso signifique mucho.

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