ARTE

Buenos Aires, primera franquicia sin feria de Art Basel

Art Basel pone casa en Buenos Aires. Tras Miami y Hong Kong, le toca el turno a Argentina, donde el programa Art Basel Cities pretende aprovechar el potencial de la urbe para situarla en el mapa sin la necesidad de montar allí otra feria

Art Basel Cities House en Buenos Aires Mani Gatto
Javier Montes

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–«¡Che, explicame así sencisho qué les pasa a ustedes con esos atorrantes en Cataluña!».

Acabo de aterrizar en Buenos Aires, despeluchado después de doce horas de vuelo nocturno . Pero a la funcionaria de aduanas mi pasaporte español le ha despertado ganas de conversar y de obtener un poco de información de primera mano. Y acaba siendo ella quien me informa a mí, porque durante la bendita noche transatlántica sin wi-fi, Carles Puigdemont se ha fugado a Bruselas, armado un revuelo internacional cuyos ecos han llegado al aeropuerto de Ezeiza antes que mi vuelo.

Un carácter más conversador que conservador

La pregunta se repetirá a menudo en los días siguientes, en taxis, en bares, en museos. Es prueba de una cultura nacional (y sobre todo porteña) formada por sucesivas oleadas de inmigrantes , curiosa, interesada y al tanto de lo que se cuece en el mundo. Un carácter urbano más conversador que conservador, en las antípodas del renacido ombliguismo identitario que rebrota por todas partes estos días. Esa apertura de miras y esa vocación cultural global de los porteños es de sobra conocida en el ámbito hispanohablante. Ahora quizá ha llegado el momento de serlo internacionalmente, tras una época en que Argentina vio cómo Brasil o México capitaneaban la escena del arte contemporáneo latinoamericano. Y seguramente ha sido uno de los rasgos que han animado a Art Basel a poner casa en Buenos Aires.

La idea es servir de catalizador y orientar la colaboración entre autoridades municipales y federales, instituciones privadas, galerías y museos públicos para dar visibilidad y situar en el mapa mundial las escenas artísticas locales

El coloso del mercado internacional ya gestiona dos ferias punteras en Miami y Hong-Kong , aparte de la original en Basilea. Ahora, en una jugada que lo transforma también en servicio de asesoría y consultoría cultural, lanza en la capital porteña su programa Art Basel Cities. La idea es servir de catalizador y orientar la colaboración entre autoridades municipales y federales, instituciones privadas, galerías y museos públicos para ayudar a dar visibilidad y situar en el mapa mundial las escenas artísticas locales de las ciudades que lo soliciten y satisfagan el exigente proceso de selección.

El éxito de este primer paso es importante, por tanto, para ambas partes. La intención de Art Basel es «exportar» sus servicios a otras ciudades en el futuro , y, por su lado, Buenos Aires cuenta con su experiencia, inigualable agenda de contactos y acrisoladas relaciones públicas para resituarse en el mapa del arte global, aprovechando el viento de cola económico e inmobiliario que la vuelve de nuevo un destino deseable de inversiones y negocios.

Presentación de Art Basel Cities en Buenos Aires Mani Gatto

Art Basel propondrá como sede temporal del programa anual de colaboración la Art Basel Cities House , en la mansión Basavilbaso, un gran caserón de estilo ecléctico al lado de la plaza San Martín y en el corazón del Buenos Aires de más prosapia. A principios de noviembre, alojó allí un programa maratoniano de conversaciones , debates y mesas redondas entre lo más granado de la escena contemporánea argentina y del resto del mundo, incluyendo la presentación de lo que será el núcleo duro del programa el año que viene , una semana de intervenciones artísticas en el espacio público comisariada por la italiana Cecilia Alemani.

Amplia comitiva de invitados

Para la ocasión, Art Basel hizo gala de poder de convocatoria y reunió una amplia comitiva de invitados: comisarios, críticos, gestores y coleccionistas llegados de todo el mundo para seguir un programa maratoniano de reconocimiento de la escena de la ciudad. Los latinos, hasta cierto punto, estábamos ya familiarizados con la proverbial potencia cultural porteña, pero mi impresión era que muchos otros europeos y norteamericanos se daban cuenta, de pronto, de que Argentina llevaba tiempo siendo el «elefante en la habitación» del discurso cultural en el continente.

Esa apertura de miras y esa vocación cultural global de los porteños es de sobra conocida en el ámbito hispanohablante. Ahora quizá ha llegado el momento de serlo internacionalmente gracias a Art Basel

E incluso para los enterados, había una gran diferencia en el ambiente optimista de la escena artística de la ciudad respecto al de hace cinco o diez años: seguían abiertas las sedes porteñas de BienalSur con centro de operaciones en el Hotel de Inmigrantes (y una selección de fondos y adquisiciones recientes del Museo Reina Sofía ); se inauguraba una nueva edición de ArteBA Focus (una miniversión de la feria anual centrada únicamente en galerías locales), el MALBA dirigido por el español Agustín Pérez Rubio lucía la flamante renovación del también español Juan Herreros ; el MAMBA de Victoria Noorthoorn seguía desempolvándose con su muy interesante programación de repaso y recuperación del arte argentino reciente.

Barracas (Buenos Aires)

Las galerías potentes de toda la vida como Jorge Mara-La Ruche seguían abiertas en un radio de trescientos metros alrededor de la Casa Basavilbaso, pero muchas otras se han desplazado al barrio de Villa Crespo , siguiendo el ejemplo de muchos artistas y galerías-exploradoras como la de Larisa Zmud : encontraron allá, hace unos cinco años, garajes, talleres y espacios de quitar el hipo a precios asequibles. Ya se han mudado también otras, incluso la veteranísima galería fundada por Ruth Benzacar . Otra galerista vecina, Nora Fisch , explicaba bien el «feeling» de la ciudad ahora mismo, «con algo que recuerda al Nueva York de los ochenta: mucha gente joven y entusiasta, más talento que dinero ; un mercado aún en mantillas [algo que a veces puede ser una paradójica ventaja, pienso yo]; gente nueva con ganas e ideas al frente de museos e instituciones; galerías y espacios autogestionados; y algún evento, inauguración o motivo de encuentro todas las noches en algún punto de la ciudad».

Junto a iniciativas jóvenes y esforzadas, como Móvil (en una espectacular fábrica renovada de Parque Patricios) o el Proyecto Urra de residencias para artistas en Tigre, no faltan quienes arriman su sardina al ascua inmobiliaria de Puerto Madero, el mini-Dubai de Buenos Aires (donde Alan Faena , el magnate del ladrillo, ha tenido a bien restaurar otro espacio espectacular para su Faena Arts Centre); ni galerías exquisitas como Barro (con un hermoso proyecto de Matías Duville, el «midcareer» de moda y más prometedor de la ciudad), en la zona de La Boca, que la Fundación Proa puso en el mapa hace más de veinte años (que no es nada, ya se sabe); ni diplodocus culturales flamantes como el Centro Cultural Kirchner , tan faraónico y tan visiblemente caro de mantener que parece pertenecer a otra época y da casi agobio pensar que acaba de inaugurarse, sin embargo.

Así que puede que el mercado porteño esté aún relativamente en mantillas, pero la ciudad y su Sistema Arte está perfectamente engrasado y listo para aprovechar el empujón de Art Basel. Quizá, vista la energía, las tablas y el saber hacer de sus agentes, también Buenos Aires acabe dándole un empujoncito a los de Basilea.

Asistentes de las primeras charlas de Art Basel Cities en Argentina Mani Gatto
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