El «selfie» que Elena Medel nos dedica, desde Lisboa
El «selfie» que Elena Medel nos dedica, desde Lisboa - E. M.
«Darán Que Hablar»

Elena Medel: «Me pertenece igual una conversación con una amiga que un poema de Idea Vilariño»

Fue premio a la Creación Joven de Poesía Loewe, acaba de ser nombrada directora de la revista Eñe y en mayo publica un ensayo sobre Machado. Esta cordobesa, sin duda, ya da que hablar

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- ¿Cuáles son sus intereses como escritora?

- Aspiro a intervenir en mi entorno: compartir unas ideas y generar un debate y -ojalá- una conciencia. Cada vez me interesan más los libros ya no como punto de partida para el diálogo, no como invitación, sino como parte ya activa del diálogo mismo; intervención, al fin y al cabo. También como herramienta para explicarme lo que desconozco o lo que no comprendo; algo así como esa intención de John Cassavetes de crear, con voluntad e insistencia, sobre lo que no sabía.

- ¿Y como lectora?

- Admiro a quienes trabajan con las posibilidades que ofrece el lenguaje, tensándolo hacia uno u otro extremo. Disfruto leyendo a quienes despojan la escritura hasta la esencia, a quienes la afrontan con palabras que chirrían, a quienes las retuercen y experimentan y prueban.

Ninguna decisión en la escritura es inocente —en la escritura no existe la casualidad—, así que me fascina la perversión que respalda cada una de esas elecciones.

- ¿Sobre qué temas suele escribir?

- Entiendo que en lo autobiográfico caben la vida o la lectura: me pertenece igual una conversación con una amiga que un poema de Idea Vilariño. Parto de una experiencia propia, de nuevo de vida o de lectura, e intento transformarla a lo común; diluir el referente. También me preocupa romper esa correspondencia entre lo masculino universal y lo femenino particular, y presentar una voz femenina que al contar abarque también las historias masculinas.

- ¿Dónde ha publicado hasta el momento?

- Primeros libros de poesía en DVD, cuadernos en El Gaviero y 4 de Agosto, luego dos libros más en Visor, en breve uno de ensayo en Ariel.

- ¿Con cuáles de sus «criaturas» se queda?

- Con «Un día negro en una casa de mentira», el libro de mis libros que publica Visor en breve. Si no vale la trampa, me quedo con «Chatterton» (con él obtuvo el premio a la Creación Joven de Poesía Loewe en 2013), por reciente.

- Supo que se dedicaría a esto desde el momento que…

- Siempre he disfrutado leyendo, desde muy niña, y siempre he disfrutado con todo lo relativo a los libros: escribiendo, claro, pero también con los fanzines de la adolescencia. Nunca me planteé ninguna alternativa.

- ¿Cómo se mueve en redes sociales?

- Depende. Les presto más atención si tengo tiempo, pero las sacrifico en cuanto el trabajo lo requiere. Me sirven para descubrir libros y autores, conversar sobre literatura... Procuro evitar el autobombo, aunque no sé si lo consigo.

- ¿Qué perfiles tiene?

- En Facebook, Twitter e Instagram: los dos primeros con un carácter más profesional, y el último con un tono personal.

- ¿Cuenta con un blog personal?

- No.

- ¿Qué otras actividades relacionadas con la literatura práctica?

- Publico a otros poetas en La Bella Varsovia, una editorial minúscula que cumplió diez años el pasado otoño y cincuenta títulos. Junto con la lectura, la edición es lo más hermoso que me ha brindado la literatura. También dirijo la revista de literatura Eñe y trabajo como free lance —ay, que el DRAE lo separa— en edición y gestión cultural.

- ¿Forma parte de algún colectivo/asociación/club?

- Soy feminista. Quisiera pensar que esto me marca, e influye en muchas actitudes de mi vida.

- ¿En qué está trabajando justamente ahora?

- En mayo se publica «El mundo mago. Una vida con Antonio Machado», un ensayo sobre la forma en la que los poemas de Machado atraviesan nuestras lecturas y nuestra vida. Todo lo que nos ocurre ya lo escribió él, y en sus versos encontramos reflejos y guías: lo he escrito con esa certeza.

- ¿Cuáles son sus referentes?

- Por limitarme a la poesía, nunca olvido el vuelo de Louis Aragon, Marosa di Giorgio o Federico García Lorca; la palabra clara de Ángela Figuera Aymerich o Machado; el decirse a una misma de Sylvia Plath, Anne Sexton o Idea Vilariño; la exigencia en el lenguaje de Pablo García Baena o Luis de Góngora... Más allá del verso, la forma en la que Annie Ernaux transforma lo personal en político.

- ¿Y qué otros colegas de generación (o no) destacaría?

- Me gusta escribir mientras escriben Erika Martínez, Cristina Morales, Aloma Rodríguez o Teresa Soto. Inclúyase aquí todo el catálogo de La Bella Varsovia, por favor.

- ¿Qué es lo que aporta de nuevo a un ámbito tan saturado como el literario?

- No lo sé. De aportar algo, lo hago con La Bella Varsovia, apostando por autores nuevos; entendiendo nuevo no como novel, sino como diferente en su discurso. Sin una línea estética inamovible, porque ninguna relación guarda en ese plano la poesía de Alberto Acerete, Braulio Ortiz Poole y Luna Miguel —por ceñirme a las últimas novedades—, pero sí los une la valentía y la lucidez.

- ¿Qué es lo más raro que ha tenido que hacer como escritora para sobrevivir?

- Piqué un libro de autoayuda del que no se conservaba versión electrónica, y que iba a reeditarse. Durante días conviví con él, y al acabar la tarea padecía cierto síndrome de Estocolmo: buscaba en todas partes luces de esperanza. Me divertí mucho.

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