Luis Gordillo
Luis Gordillo - VANESSA GÓMEZ
ARTE CONTEMPORÁNEO

El Gordillo esencial en una gran antológica en Sevilla

Doscientas piezas delimitan en el CAAC el territorio creativo del artista sevillano en una de las grandes citas del otoño

SEVILLA Actualizado: Guardar
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La exposición antológica que dedica el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) a Luis Gordillo (Sevilla, 1934) es, junto a «Velázquez. Murillo. Sevilla» en Focus, la gran cita del otoño artístico sevillano. Titulada «Luis Gordillo. Confesión general», la muestra, que se inaugura esta noche, condensa en doscientas piezas y con una clara vocación didáctica las seis décadas creativas de quien es uno de los nombres fundamentales del arte contemporáneo español, con una trayectoria en constante movimiento y a la búsqueda de nuevas formas de expresión. «Es una retrospectiva clásica», explicó ayer Juan Antonio Álvarez Reyes, director del CAAC y comisario de la exposición junto a Santiago Olmo, al mostrar un contenido «bastante estructurado y claro».

Para ello, se ha optado por un diseño de exposición donde se ha prescindido de la acumulación de material, para, en cambio, mostrar las diferentes etapas creativas del artista sevillano, a través de series de obras significativas de cada periodo.

El resultado es un mapa esencial de lo que el artista denominó «territorio Gordillo» y que permite apreciar cómo ha cartografiado a través de diversos senderos su obra desde finales de los años cincuenta. «Eso para mí es una antológica, volver a recorrer esos caminos», explicó Gordillo, quien tiene previsto donar y dejar en depósito algunas obras al CAAC.

Esta es la principal diferencia respecto a las dos grandes antológicas dedicadas a este artista, tanto la del Museo de Arte Contemporáneo de Cataluña (Macba) en 1999, como la del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en 2007, cuyo comisario fue el propio artista.

Además, la exposición sevillana, la primera organizada en su ciudad y en la que colabora ABC, presenta, junto a obras clave como sus cabezas o «Blancanieves y el Pollock feroz», piezas que no se han mostrado con anterioridad, un 20% del total, como la serie de dibujos informalistas que Gordillo realizó en su segunda estancia parisina o dibujos de «geometrías blandas» que marcan un etapa de transición en los 70.

Este itinerario permite una aproximación al Gordillo esencial, uno de los artistas españoles más internacionales, introductor de la experimentación vanguardista en la segunda mitad del siglo XX, cuya influencia se puede apreciar en la «Nueva figuración madrileña», pero también creadores actuales. Por todo ello, Gordillo recibió el premio Velázquez en 2007, el equivalente al Cervantes en las letras, por una producción en constante mutación.

A esta característica de su obra se refería ayer el artista, al afirmar que frente a creadores que «permanecen en un estilo al que le cogen cariño, con pequeñas variaciones, mi camino se ha hace a zancadas» y «cada cinco o seis años aparecía un Gordillo nuevo», algo que comparte con artistas como Picasso y Picabia, a los que citó.

Otro de sus motores creativos, según confesó en la presentación de ayer, fue «expulsar la ansiedad creando lenguajes». De hecho, «esa es la definición de un artista, por lo menos lo mío». Esa tensión se resuelve en piezas marcadas por la «duplicidad entre el deseo y la razón».

Esta retrospectiva ha permitido también a Gordillo ver su obra con otra perspectiva, hasta el punto de mantener que antes «creía que mi obra era más agria y dura, con cuadros feroces y desagradables», dijo en referencia a sus vaivenes anímicos que le llevaron al psicoanálisis. «Me he hecho la ilusión de que mi psicología contaminaba mi obra. Esto se ve en la antología, porque épocas en las que estaba muy hundido han dado lugar a una obra muy simpática y colorista. No la veo como una obra trágica ni angustiosa».

De esta forma, Gordillo se mostró en el CAAC como un artista que sigue investigando a sus 82 años y que ahora trabaja sobre «collages» de imágenes de sus obras y de la realidad que después amplia y trata con pintura. Locuaz y relajado, Gordillo dejó traslucir la alegría de exponer en la ciudad que lo vio nacer, un lugar que para él resulta «muy calentito».

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