Casa de Amy Winehouse en Camden Town, al norte de Londres
Casa de Amy Winehouse en Camden Town, al norte de Londres - ABC

Los precios de los pisos matan la creatividad de Londres

Nicholas Serota, director de las galerías Tate, asegura que jóvenes talentos como fueron en su día Lucian Freud o David Hockney hoy no podrían vivir en la capital

Corresponsal en Londres Actualizado: Guardar
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Nicholas Serota, el director del complejo de galerías Tate, de 59 años, asegura que hoy en día los jóvenes Lucian Freud, David Hockney o Frank Auerbach, todos ellos genios de la pintura del siglo XX, no podrían vivir en Londres por el disparatado precio de la vivienda. A su juicio, el bum inmobiliario, con unos alquileres imposibles en todo el centro, muchas veces de más de mil euros por semana por un piso de dos habitaciones, está matando la creatividad de la capital.

El comentario de Serota ratifica una intuición compartida por muchos londinenses. En los años sesenta, un joven guitarrista llamado Eric Clapton vivía en King’s Road, en Chelsea. Hoy lo que fuera su vivienda lo ocupa una pizzería de cadena.

En esa misma calle, a finales de los 70, nació el punk, en una boutique rompedora llamada Sex, propiedad de la pareja formada por la diseñadora Vivienne Westwood y el retorcido e inteligente promotor Malcolm McLaren. Ellos inventaron en su tienda a los Sex Pistols. Hoy es impensable que algo original salga de King’s Road, prohibitiva arteria comercial, tan lujosa y encantadora como carente de originalidad.

Haendel y Jimi Hendrix vivieron en Mayfair. Hoy difícilmente podrían pagar sus casas

Haendel vivió en Mayfair, en una perpendicular a la que hoy es probablemente la calle comercial más cara de Londres, Bond Street. Dos siglos después, por una carambola del destino, Jimi Hendrix fue su vecino, en un edifico pegado al del padre del «Mesías». Ahora ambas viviendas se han unido en un recién inaugurado museo. Pero es muy difícil que ambos en sus comienzos pudiesen vivir en el Mayfair actual, reserva de plutócratas extranjeros y familias inglesas de alta alcurnia que todavía conservan sus propiedades de siempre.

Camden Town, en el Norte de Londres, en cuyo ambiente abigarrado y un poco marginal se alimentó la creatividad de Amy Winehouse anteayer mismo, ha cobrado un cariz de barrio turístico, tomado por una multitud que acude a sus mercados falsamente auténticos (el más concurrido de ellos es propiedad de un fondo catarí). Cuesta hasta creer que los burgueses que formaron el grupo de Bloomsbury a comienzos del siglo XX se pudiesen permitir ahora ser vecinos del barrio del Museo Británico. Tal vez solo lo lograrían alquilando habitaciones y amontonándose en un piso compartido.

Un imán, una cantera

Londres fue durante todo el siglo XX y comienzos del XXI un imán para los jóvenes inquietos del Norte de Gran Bretaña y de todo el mundo. Las escuelas de arte eran una cantera donde no dejaban de aflorar talentos esquinados, diferentes, que eclosionaban luego en la capital. Ese flujo se está cortando. Hasta el oficio de actor empieza a estar copado por hijos de las clases patricias que han tenido acceso a la educación de élite. Benedict Cumberbatch, el aplaudido intérprete de Sherlock, hoy un favorito de la crítica inglesa, estudió en Harrow, uno de los tres colegios británicos más distinguidos. Damian Lewis, que saltó a la fama con «Homeland», y el oscarizado Eddie Redmayne se formaron en Eton, el colegio más elitista del país, como Cameron y los príncipes Guillermo y Harry.

Nicholas Serota dio su aviso en un encuentro de la Federación de Industrias Creativas, al que también asistió el candidato laborista a alcalde de Londres en las elecciones de mayo, Sadiq Khan, un ejemplo todavía de hombre hecho a sí mismo, pues es el hijo de un conductor de autobuses paquistaní.

Hace 50 o 60 años un joven artista podía vivir y trabajar en Notting Hill o Camden Town. Hoy no

«Hace 50 o 60 años era posible para un joven artista británico vivir y trabajar en Notting Hill o Camden Town. Incluso hace solo 20 años, los artistas extranjeros podían venir a esta ciudad a formarse y luego se quedaban tras acabar sus estudios y podían llegar a ganar el Premio Turner, como Wolfgang Tillman y Tomma Abts, que eran alemanes. Hoy eso ya no sucede. Los jóvenes estudiantes vienen y al acabar se tienen que marchar», explicó Serota. No pueden costearse un piso o un taller en el centro de Londres. A su juicio, «el puesto de Londres como líder mundial en creatividad y artes está amenazado».

¿No tiene entonces vida cultural Londres? Para el público sí, toda. Sigue acogiendo exposiciones fascinantes, galerías de arte que componen el mercado más dinámico y caro de Europa, dos temporadas de ópera simultáneas, infinidad de conciertos de rock, actores de Hollywood sobre las tablas de los teatros del West End, la mayor oferta de musicales del planeta junto a Broadway... Pero ese es el final de la cadena creativa, lo que se vende. El problema es quienes tienen que inventarse la nueva revolución ya no son vecinos de Londres. Simplemente no se lo pueden pagar y todo va cobrando aire de bonito y hueco parque temático.

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