Picasso y Picabia, cara a cara en la Fundación Mapfre de Barcelona

Una exposición plantea un diálogo inédito entre el padre del cubismo y el gran provocador del dadaísmo

Una visitante pasa frente a «Los enamorados», de Picasso Efe

David Morán

En vida compartieron inquietudes artísticas, se acercaron el uno al otro no con pocos recelos e incluso coincidieron a su paso por Barcelona a principios del siglo XX, pero nunca antes habían compartido paredes en una misma exposición. Nunca hasta ahora, claro. «Hay muchas exposiciones en las que la Picasso dialoga con la obra de otros artistas, pero Picabia nunca ha sido considerado un interlocutor válido, como si no tuvieran nada que decirse», destaca Aurélie Verdier, comisaria de una exposición que, por primera vez y a través de 150 pinturas, dibujos y grabados, propicia una fluida conversación entre el padre del cubismo y el gran provocador del dadaísmo.

La muestra, que puede visitarse en la Fundación Mapfre de Barcelona hasta el 13 de enero, parte de la idea de que, pese a sus aparentemente insalvables diferencias creativas, el malagueño Pablo Picasso y el parisino Francis Picabia establecieron no pocos puntos en común a través de su obra. «En un principio parecen figuras casi antagónicas por su manera de entender el arte, pero esta exposición nos ayuda a conocer mejor su singular y ambigua relación», añade Vender.

Visión contrapuesta de obras de Picasso y Picabia Efe

Es más: el recorrido, además de un diálogo continuado entre los dos artistas, propone también un viaje por la historia del arte desde las primeras vanguardias hasta el comienzo de la abstracción. «Por momentos parece que tengamos obras de una decena de artistas diferentes», destaca Verdier. En sentido, la exposición, adscrita al ciclo Picasso Mediterráneo que impulsa el museo parisino del artista, permite ver «a un Picasso un poco más gamberro y a un Picabia más formal».

Nacidos con pocos años de diferencia -Picabia en 1879 y Picasso en 1881-, ambos artistas pertenecen a la misma generación e incluso estuvieron unidos en el error en sus inicios artísticos: sus nombres, muy parecidos, propiciaron que les confundieran en las primeras críticas que les dedicó la prensa francesa. Incluso llegaron a exponer en la misma galería en 1904, pero no sería hasta tres años después cuando sus caminos empezarían a acercarse realmente. De ahí que la exposición arranque en 1907 con su gran momento en común, ese cubismo representado con con obras como «El árbol», de Picasso, y «Jeune Fille», de Picabia.

«Son como falsos gemelos», insiste Verdier para reforzar una tesis expositiva que va avanzando a través de volantazos hacia el clasicismo, el maquinismo, el dadaísmo o los retratos de temática hispánica, con mujeres con mantilla y toreros alimentando un universo creativo común. Tampoco faltan ecos del encuentro de ambos artistas en Barcelona en 1917, una selección de naturalezas muertas y monstruos que realizaron mientras compartían vecindario en La Costa Azul -de esa época son «Los enamorados» de Picasso y«Los enamorados (después de la lluvia» de Picabia- o una completa galería de retratos realizados entre 1930 y 1940 y en la que se pueden paralelismos entre el «Retrato de Dora Maar» de Picasso y «Habia II», de Picabia.

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