Picasso se cuela en la cocina del arte moderno

El Museo Picasso de Barcelona explora la relación del artista con la gastronomía a través de más de 200 obras

Picasso en 1957, realizando «Plato con fósil de pez» DAVID DOUGLAS DUNCAN

MARÍA GÜELL

¿Cómo comía Picasso? De forma muy austera; sobre todo cocina mediterránea a base de verduras, frutas y cuando estaba cerca del mar un buen pescado. Sin olvidar que era muy goloso y que de vez en cuando se daba un homenaje en memoria de su España natal con un buen guiso.

La comisaria Claustre Rafart i Planas nos da algunas pistas del universo culinario del pintor malagueño dejando muy claro que no era cocinero. También nos invita a viajar por la exposición que ocupa diez salas del Museo Picasso de Barcelona de la mano de doscientas obras procedentes de museos, instituciones y colecciones privas de diferentes países. Sin olvidar una especial colaboración de Ferran Adrià que se suma a este gran festín con un mapping de sus mejores creaciones y una selección de sus instrumentos de trabajo.

Pintura, grabado, escultura, cerámica, poesía y teatro con sabor a comida. Empezamos la visita por «Naturaleza muerta. París 1901», uno de los primeros cuadros de Picasso donde se refleja su admiración por las flores y las frutas mediterráneas. Este óleo comparte protagonismo con “La comida frugal” de 1904, “un cuadro muy interesante porque significa la no comida».

Una visitante recorre la exposición EFE

Picasso ilustró el menú de la taberna Quatre Gats. «Hemos querido destacar este restaurante de Barcelona porque fue uno sus lugares más frecuentados –añade Claustre-. Su relación con la comida se ampliaba a los cafés, bistrós y restaurantes como lugares de encuentro con amigos».

El cubismo también tiene sabor. «Hemos elegido este collage que viene del museo de Málaga en el que vemos un pollo coronado con un cuchillo y un tenedor; un experimento en el que Picasso quería transformar el collage en pintura».

La cocina en su totalidad. «Los objetos más cotidianos eran joyas en sus manos. No podemos pasar por alto la escultura “Cabeza de mujer” compuesta por dos coladores o “Figura” con un gran cucharón y dos ganchos de cuatro púas». Estos ejercicios son el principio del bricolaje en el mundo del arte.

Lienzos con olor a puerro

Las palabras de la cocina también tienen mucho sentido en esta retrospectiva que fusiona a Picasso con la cocina. Algunos fragmentos de sus poemas ocupan una sala en la que destaca un vídeo de “El deseo atrapado por la cola”, una obra de teatro que escribió en cuatro días durante el invierno de 1940 y cuya protagonista es una cebolla”. Quizás el fragmento más simpático: «Fíjese, en esta naturaleza muerta he puesto un manojo de puerros. Pues bien: lo que me gustaría es que mi lienzo oliera a puerro».

La cerámica se funde con la comida. «Después de comer un lenguado a la meunière con mucha precisión, Picasso coge la espina y la incrusta en un a fragmento de arcilla para inmortalizarla». La espina se eleva a la altura de un huevo frito que decora otro de sus famosos platos.

El bufé de «Le Catalan»

El 30 de mayo de 1943 Picasso pinta dos versiones de el bufé «Le Catalan», dedicado a este restaurante regentado por un catalán llamado Arnau, que se convirtió en el lugar adonde el malagueño llevó a amigos como Paul y Nusch Éluard, Dora Maar, Óscar Domínguez, Jacques Prévert o Apel·les Fenosa.

El cocinero Ferran Adrià es la «estrella invitada» de la exposición EFE

Este cuadro es una de las piezas claves del apartado «Cocina y penuria en tiempo de guerra» donde se incluyen diversos recibos del tendero, el quesero y el carnicero que devuelven al visitante el contenido de la cesta de la compra de Picasso. “Esas naturalezas muertas –destaca Emmanuel Guigon, director del Museo Picasso de Barcelona y cocomisario de esta muestra- siguen el pulso del artista y el contexto histórico, de manera que no resulta extraño ver la tomatera del taller de la calle Grands-Augustins en un cuadro o un estofado de anguilas preparado por Jacqueline en otro».

Guigon tiene claro que «Picasso llevó la cocina a la vanguardia. La comida, auténtico sincretismo cultural, es, en el caso de Picasso, fuente de deseos inconscientes y constituye un lenguaje metafórico por excelencia».

La menestra de Ferran Adrià

Un álbum de fotos de los platos estrellas del Bulli nos ayuda a recorrer el universo de Ferran Adrià. «Esta imagen de 1994, de la menestra de verduras con texturas, es nuestra “Demoiselles d’Avignon”», comenta el gran chef en la presentación de esta exposición en la que es algo así como el artista invitado. Su cocina se compara con las vanguardias artísticas del siglo pasado. Adrià, que recuerda muy bien su paso por la Documenta, no se puede creer estar ahora en el Museo Picasso de Barcelona: «Es un privilegio compartir exposición con Picasso».

La intervención de Adrià cierra de alguna forma la muestra «La cocina de Picasso» e invita a la reflexión: ¿Qué pensaría Picasso del acto de cocinar?, ¿Qué es la cocina? En la sala cuelgan unos dibujos del cocinero que les quita valor porque “este no es mi ámbito, el mío es la cocina, la creación”. Cierra sus palabras: «Mis dos ídolos a nivel creativo son Johan Cruyff y Picasso» .

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