Roy Lichtenstein, el pintor que «animó» el Pop Art

Los carteles del artista norteamericano cuelgan, hasta el 5 de enero de 2019, en la Fundación Canal de Madrid

Imagen de la exposición de Lichtenstein en la Fundación Canal FUNDACIÓN CANAL

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Se disputó con Andy Warhol el trono del Pop Art. Tanto Roy Lichtenstein como él supieron ver las infinitas posibilidades que se abrían en el mundo del arte con la sociedad de consumo, la cultura de masas, la publicidad, el cine, los cómics, las revistas populares... Si Warhol se centró en iconos como Marilyn, Elvis o Jackie y alzó a los altares del arte a las humildes latas de sopas Campbell, Lichtenstein se centró en el «animado» universo del cómic: de Mickey Mouse, el Pato Donald y Tintín a los superhéroes y sus rubísimas musas, sin olvidar las onomatopeyas que encierra en los clásicos bocadillos de las viñetas: «Whaam!», «Crak», «Pow!»...

«Entre mi obra, mi manera de pintar y la publicidad hay una relación muy directa. A veces se me reprocha que con mi estilo contribuyo a hacer más aceptable esa publicidad y al incremento del consumismo. Pero hay una enorme ironía en mi trabajo ante nuestra cultura industrial y el despliegue visual de la sociedad industrializada», puntualizaba el artista neoyorquino (1923-1997) ante las críticas.

Imagen de la exposición de Lichtenstein en la Fundación Canal

Galería Leo Castelli

La Fundación Canal abre su temporada de exposiciones con una monográfica de los carteles y pósteres de Roy Lichtenstein. Un género en el que fue un maestro muy prolífico, a pesar de que encontró tarde su propio estilo, con casi 40 años. Fue en 1961 cuando pinta por vez primera una viñeta, «Look Mickey». Desde entonces, el cómic ya nunca abandonaría su trabajo. Al año siguiente estaba exponiendo, con un gran éxito de ventas, en la Galería Leo Castelli de Nueva York , el «sancta sanctorum» del mercado del arte en aquellos años. Compartía galería con estrellas como Jasper Johns y Robert Rauschenberg.

Imagen de la exposición de Lichtenstein en la Fundación Canal

La muestra reúne 76 carteles (litografías, serigrafías, algunas sobre aluminio o lámina de plata, e impresiones offset), procedentes todas ellas del Museum für Kunst und Gewerbe de Hamburgo . Siempre realizados por encargo, los carteles tenían distintos fines. Los hay que anunciaban las propias exposiciones de Lichtenstein en galerías y museos de todo el mundo (además de la Galería Leo Castelli, el MoMA, el Whitney Museum, la Fundación Beyeler o la Tate Gallery), pero también que publicitaban acontecimientos deportivos (los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 1984) o culturales (el Festival de Salzburgo, el New York City Ballet, un festival de cine en el Lincoln Center, la revista «Paris Review»...)

Imagen de la exposición de Lichtenstein en la Fundación Canal

Pero, además, Lichtenstein colaboró con algunas causas políticas y sociales: la lucha contra el apartheid, la ayuda contra el hambre, desastres medioambientales... En uno de los carteles expuestos aparece el Despacho Oval de la Casa Blanca (como curiosidad, las rayas de la bandera de Estados Unidos son oblicuas). Al final de su carrera apoyó al candidato del Partido Demócrata Michael Dukakis, que finalmente fue derrotado por George H. W. Bush en las elecciones de 1988. El artista fue llamado a filas y combatió en Francia y Bélgica en la II Guerra Mundial. De su serie bélica se incluye en la muestra «I Love Liberty».

Imagen de la exposición de Lichtenstein en la Fundación Canal

Alta y baja cultura

Lichtenstein derribó el muro que separaba el grafismo del arte, la baja y la alta cultura. Lo hizo utilizando un patrón de cuadrícula con puntos regulares y siempre usando colores primarios : rojo, azul y amarillo. Las tiradas de las ediciones de sus carteles variaban según los casos. Los precios oscilan entre los 200-300 euros, los más baratos, hasta los 30.000 euros o incluso mucho más. Depende de lo difícil que sea encontrarlos en el mercado. Los más cotizados son sus trabajos más tempranos.

El montaje de la exposición recrea el ambiente urbano de una ciudad poblada de vallas publicitarias y de obras (recuerdan mucho las calles de Madrid), donde cuelgan sus chicas desnudas jugando en la playa, sus famosos brochazos... Sólo hay un cartel encargado en España, concretamente por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona para la inauguración del curso 1996-97.

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