Julio López Hernández, ayer en la Academia de Bellas Artes con algunas de sus obras durante el montaje de la muestra
Julio López Hernández, ayer en la Academia de Bellas Artes con algunas de sus obras durante el montaje de la muestra - ISABEL PERMUY

Julio López Hernández: «El realismo está hoy tan vigente como la abstracción»

El escultor madrileño centra una retrospectiva de sus esculturas y dibujos en la Academia de Bellas Artes, de la que es miembro desde 1986

Madrid Actualizado: Guardar
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Para Julio López Hernández (Madrid, 1930), la retrospectiva que le dedica, del próximo día 15 al 6 de marzo, la Academia de Bellas Artes en colaboración con la Fundación Banco Santander, tiene mucho de sentimental. Está comisariada por su hija Marcela, a la que de pequeña le daba un sabio consejo:«Dibuja a todas horas. ¡Dibújalo todo!» Entre sus últimas piezas incluidas en la exposición se halla una koré en la que retrata a su esposa, la también artista Esperanza Parada, fallecida en 2011. Y, además, le emociona mucho regresar al lugar donde hace 67 años un joven con madera de artista se presentaba para hacer el examen de ingreso en la Escuela de Bellas Artes.

Recuerda que tuvo que hacer un dibujo a carboncillo de una estatua griega. No le fue nada mal. Casi siete décadas después, 90 de sus dibujos se exhibirán junto a 31 esculturas y 16 medallas en aquel mismo lugar (el número 13 de la calle Alcalá), hoy sede de la Academia de Bellas Artes, de la que es miembro desde 1986.

A punto de cumplir 86 años, va a inaugurar dos exposiciones en Madrid y publicará un libro

En febrero cumplirá 86 años. A una edad en la que el común de los mortales disfruta de la jubilación, él sigue trabajando incansable e inaugura 2016 con dos exposiciones en Madrid: es uno de los protagonistas de la muestra que el Museo Thyssen dedicará al realismo madrileño. Pero eso será en febrero. Antes expondrá en solitario en la Academia de Bellas Artes bajo el título «Camino inverso». «Se llama así porque trata de desandar el camino de la escultura a la idea, al dibujo previo. Mis esculturas se reencuentran y dialogan con los dibujos que las originaron. Yo hago dibujos muy acabados, que no son bocetos, y de grandes dimensiones. Son la esencia de la creación de un escultor». Al quedarse viudo empezó también a escribir. Publicará, coincidiendo con la muestra, un libro, «Notas a pie de obra», en el que hace comentarios sobre «la médula de mis creaciones». No faltarán en la exposición algunas de sus piezas más conocidas, como «El pintor del Prado» o los homenajes a Lorca que lucen en la madrileña Plaza de Santa Ana y el Teatro Español. Ha hecho un nuevo tributo al poeta, «Víznar».

Se lamenta de que se ha establecido una especie de rutina: reconociendo a su gran amigo Antonio López, cabeza visible del grupo realista, «nos reconocen a todos los demás, que somos unos parias. En el arte abstracto las personalidades se marcan más que en el realismo, donde parece que todos somos lo mismo. Y somos tan diferentes como pueden serlo los abstractos. A Feito nadie lo compara con Saura ni con Palazuelo. En la figuración parece que se diluyen las personalidades. Pero hay diferencias muy claras. Yo no soy un realista nato, me meto más en el terreno simbólico, poético». ¿Se ha arrinconado al realismo en el arte contemporáneo? «No. El realismo está hoy tan vigente como la abstracción. Algunos de los movimientos más actuales (las perfomances, las instalaciones) casi necesitan el lenguaje identificable del realismo: la figuración. Aunque hubo un tiempo en que fue apabullado por la exuberancia y sublimidad de lo abstracto».

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