De izquierda a derecha, Íñigo Méndez de Vigo, Manuel Borja-Villel, Juan Genovés y Jesús Posada, ayer junto al cuadro en el Congreso
De izquierda a derecha, Íñigo Méndez de Vigo, Manuel Borja-Villel, Juan Genovés y Jesús Posada, ayer junto al cuadro en el Congreso - JAIME GARCÍA

Juan Genovés: «Teníamos una idea fija, la reconciliación de los españoles»

Su mítica obra «El abrazo», pintada en 1976 y símbolo de la Transición, ha sido cedida en depósito por el Museo Reina Sofía por tres años renovables

Madrid Actualizado: Guardar
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Del mismo modo que los consensos políticos pretenden emerger ante el fantasma de la inestabilidad, tras pasar casi 30 años en los sótanos del Museo Reina Sofía, la obra «El abrazo» (1976), de Juan Genovés, se exhibe desde ayer en las paredes del Congreso de los Diputados. Considerado uno de los grandes símbolos artísticos de la Transición española, la obra, conocida también como «Amnistía», permanecerá en la Cámara Baja durante un periodo renovable de tres años. El Museo Reina Sofía aprobó a finales de noviembre la cesión en depósito del cuadro, tras una iniciativa de Izquierda Unida que consiguió la aprobación de la Mesa del Congreso.

Mientras nuevos diputados como Albert Rivera o Íñigo Errejón recogían ayer sus credenciales como nuevos representantes del pueblo y voces destacadas que reclaman «una nueva Transición», el todavía ministro de Educación, Cultura y Deporte, Íñigo Méndez de Vigo, actuaba como maestro de ceremonias de un acto que escenificó los logros de aquellos tiempos de pacto y acuerdo en que participó el propio Genovés.

Lucha en la resistencia

«Los que luchamos en la resistencia teníamos una idea fija, la reconciliación de los españoles», señaló el pintor valenciano. Genovés comenzó a pintar la obra en 1973, pero fue unos meses después de la muerte de Franco cuando la Junta Democrática, que aglutinaba entre otros al PCE y al Partido Socialista Popular, eligió la obra para ilustrar un cartel que solicitaba la concesión de una amnistía para todos los presos políticos. La obra sirvió además como modelo para el monumento en homenaje de los abogados laboralistas de Atocha asesinados en 1977 que preside hoy la madrileña plaza de Antón Martín.

El ministro de Cultura destacó durante el acto el enorme «valor simbólico» de la obra y lo pertinente de su mensaje en la situación política actual. «Hace 40 años supimos poner por delante la voluntad de los españoles y sacar lo mejor de nosotros mismos», apuntó, «y hoy tenemos que ser capaces de entender el mensaje de los electores y poner lo principal por encima de lo accesorio para imaginar otros 40 años aún mejores».

El presidente del Congreso, Jesús Posada, también participó en el acto y en un sentido parecido al de Méndez de Vigo reivindicó la «comprensión mutua» y a la necesidad de «construir el futuro sobre el abrazo y no sobre el enfrentamiento». José Luis Centella, diputado de IU que impulsó la iniciativa, defendió que «lo que falta ahora es que lo que simboliza el cuadro sirva para hacer una reflexión, que no se puede imponer una parte sobre la opinión del resto».

Expuesta en el vestíbulo

Con unas dimensiones de 151 por 201 centímetros, la pintura es una de las obras más reconocidas de un artista reconocido en todo el mundo por sus pinturas de multitudes en perspectivas aéreas.

La obra quedará expuesta en el vestíbulo del edificio del número 36 de la Carrera de San Jerónimo. Se encuentra junto a las representaciones de los Reyes de España, los bustos de los presidentes de la Segunda República, Manuel Azaña y Niceto Alcalá Zamora, y el de la pomotora del voto femenino, Clara Campoamor.

La obra fue vendida en 1976 a Estados Unidos, pero el Gobierno de Suárez trabajó para recuperarla. La obra pudo verse expuesta el año pasado en la exposición «Mitos del Pop» del Museo Thyssen-Bornemisza.

«Donde debe estar»

Se le veía satisfecho. Juan Genovés vio ayer de algún modo cumplido un pequeño sueño: su obra colgada en el Congreso de los Diputados, que es el lugar «donde debe estar». Eso es lo que no se cansaba de decir a todas las personas con las que conversaba ayer. Para el artista, la obra representa la «ilusión» con que España vivía esos anhelos de cambio. Por eso considera que el cuadro pertenece en cierto modo a toda una generación: «Lo pinté yo, pero no me pertenece a mí, sino a toda la gente que lo hizo suyo». Lejos de plegarse al discurso que pretende ver algún paralelismo entre aquellos tiempos y los actuales, Genovés se desmarcó: «Ya no hay tanta alegría, ya no se ve tanto entusiasmo».

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