Museo ABC

La ilustración de moda como forma de arte

#FINAESTAMPA_ reivindica el valor estético de esas obras que hasta hace poco se guardaban en el cajón de la ropa

Algunos de los protagonistas de #FINAESTAMPA_ Ignacio Gil
Bruno Pardo Porto

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Andy Warhol nunca se preocupó por las fronteras del arte y el negocio. Es más, se instaló allí y allí hizo fortuna. Llegó a decir que lo que más le gustaba era «pintar dinero», pues para él una obra podía traducirse en un montón de billetes y no perder su esencia. Sin embargo, más allá del caso de este «popartista», esa relación de intereses, de mundos, se ha visto con recelo a lo largo de los años. Y la ilustración de moda, instalada también en esa brumosa y fructífera línea, no ha sido menos. La duda está ahí y viene de largo: ¿puede una obra por encargo, y con un fin empresarial determinado, convertirse en arte?

Esa es la pregunta que recorre la médula de la última exposición del Museo ABC en colaboración con NH Collection, #FINAESTAMPA_ , un ambicioso proyecto que ha rescatado más de 150 obras del cajón de la ropa para colgarlas en las paredes de su edificio. Porque para su comisario, Jesús Cano , no hay ninguna duda: «Hace tiempo que la línea entre el arte y la ilustración de moda se ha desvanecido. Hace tiempo que a estos creadores se les dejó de poner el adjetivo de “comerciales” Es el mejor momento para reivindicar la ilustración de moda como una forma de arte en sí misma».

Una ilustración de Laura Gulshani para Raf Simons Museo ABC

Para ello, ha reunido el trabajo de 22 creadores de distinta condición, edad y nacionalidad, convirtiéndose así en la primera gran exposición internacional del centro, que además forma parte del programa oficial del Madrid Design Festival. «Al final, en casi todos hay una fina estampa dibujada. Es lo único que tienen en común: cada uno tiene un lenguaje único, pero hay una cierta elegancia en todos ellos», explica Cano. Todos ellos, juntos, dibujan una radiografía variopinta de la ilustración de la última década, que algunos críticos describen como la « segunda edad dorada ».

«Todavía no sé si es una segunda Edad de Oro. Pero sí que estamos viviendo una edad donde la gente quiere ser artista de moda y en la que la gente está interesada por este tipo de ilustración. Es muy emocionante», afirma David Downton , uno de los artistas veteranos de la muestra. Por su parte, Aurore de la Morinerie dice que más bien es una Edad de Plata, «porque el oro se lo lleva la fotografía». Ambos coinciden en que no falta ni oferta ni demanda, que es lo que mueve este sector. «Yo creo que el auge empezó a finales de los noventa. Y continúa. Eso quiere decir que la profesión en sí se ha asentado de una manera sólida», sintetiza Jordi Labanda .

Entre el arte y la industria

La mayoría de las firmas que han llegado al museo reivindican su trabajo como parte de una industria, y defienden que no puede entenderse su creación sin el negocio, aunque no niegan su poderío artístico. «Al final, un ilustrador es una persona que trabaja por encargo. La gracia de esta profesión es que lo que tú haces como un encargo otra persona lo puede considerar arte. En ese sentido tiene un punto mágico», continúa Labanda. «Es importante que, de alguna manera, la ilustración se considere un arte, porque estas imágenes siempre crean un mundo imaginario», añade Laura Gulshani , una de las jóvenes protagonistas de #FINAESTAMPA_. Tanya Ling, que no duda de la belleza de este medio, sí que rechaza su condición artística: «Estas ilustraciones son bellas, pero si su fin es ser una ilustración de moda eso es lo que son». Quizás lo que ocurre es que, como recuerda Downton, la ilustración de moda no se toma en serio porque la gente no se toma en serio la moda. « Si nuestros temas fueran paisajes, seríamos artistas », sentencia.

Detalle de una ilustración de Tanya Ling Museo ABC

Dejando a un lado estas disquisiciones más bien teóricas, los trabajos de #FINAESTAMPA_ sí confirman que hoy este sector goza de una gran libertad creativa que les permite a los ilustradores desarrollar una voz propia. «La gente que trabajaba en ilustración de moda hasta finales del siglo XX mayoritariamente tenía un componente comercial . La marca buscaba al ilustrador para vender su mensaje. Y ahora es al revés. Buscan un lenguaje. Eso ha hecho a la ilustración de moda mucho más libre. Mucho más libre en el lenguaje. Por eso vemos imágenes mucho más abstractas, mucho más minimalistas. No tienen que reflejar al 100% la prenda. Es su interpretación lo que se busca», argumenta Cano.

Además, en un momento de ebullición como este, la originalidad se ha convertido en seña de identidad y distinción. «Las plataformas se llenan de imágenes todos los días. Y la gente empieza a valorar lo único. Cuando yo subo algo a la red es porque estoy realmente orgullosa de ello», asevera Gulshani. «Lo maravilloso de hoy es que no hay una forma correcta de hacer las cosas. Lo que se valora es la autenticidad », remata Downton.

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