Dos hombres posan ante el grafiti de Steve Jobs realizado por Banksy en el campo de refugiados de Calais en diciembre pasado
Dos hombres posan ante el grafiti de Steve Jobs realizado por Banksy en el campo de refugiados de Calais en diciembre pasado - aFP
EL ARTISTA CALLEJERO, DESTAPADO

Un estudio universitario insiste en que Banksy es un cuarentón llamado Robin Gunningham

La Queen Mary University de Londres ha establecido la identidad del famoso grafitero estudiando la ubicación de sus murales en Bristol y Londres

Corresponsal en Londres Actualizado: Guardar
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El enigma de Banksy, el grafitero más célebre y cotizado del mundo, empieza a ocupar en la prensa británica el papel que antaño desempeñó el monstruo del Lago Ness. Desentrañar su identidad se ha convertido en un pasatiempo nacional, que da unos minutos de gloria a quien llega con la última teoría. Esta vez le toca a la Universidad Queen Mary de Londres, que ha empleado una técnica que llama «perfil geográfico». Lo que han hecho es bien sencillo: introducir en un ordenador las coordenadas de Londres y Bristol donde han aparecido murales del esquivo artista y a partir de ahí tratar de ir cerrando listas de posibles sospechosos. En realidad el método nació en el mundo de la criminología y se utiliza también para buscar el foco de enfermedades infecciosas.

La conclusión a la que han llegado no es nueva. Banksy sería un vecino de Bristol llamado Robin Gunningham, antiguo estudiante en un colegio católico y que actualmente tendría unos 42 años. Es la misma identidad que destapó el diario sensacionalista «Daily Mail» en 2008, cuando lanzó al respecto una de sus pegajosas investigaciones. En su día el tabloide incluso publicó una supuesta foto de Banksy/Gunningham, tomada en 2004 en Jamaica mientras preparaba un grafiti.

Se sospecha que Banksy es un individuo alto, delgado y rubio. Otra identidad que se ha dado como posible en los últimos años es la de Robert Banks, un antiguo aprendiz de carnicero. Actúa principalmente en el Reino Unido y Nueva York desde comienzos de los noventa y ha saltado de la marginalidad a los museos. Por algunos de sus murales se ha llegado a pagar dos millones de euros. Dispone de web oficial, oficina de prensa y marchante. Su arte posee un poderoso aliento político y poético, aliñado con cargas de profundidad humorísticas. Pero la mirada izquierdista del grafitero ha acabado convertida en un comodín más de los salones de arte capitalistas más exclusivos y que se quieren modernos.

La prueba de que Banksy es hoy una gran empresa es que sus abogados han entrado en contacto con la universidad londinense para expresar su preocupación por que divulguen su estudio a la prensa, algo que han descartado. El trabajo se iba a publicar también esta semana en la revista de Ciencia Espacial, pero se ha demorado. En resumen, más publicidad para Banksy (y para Cunningham, o tal vez Banks).

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