En la antigüedad, Galicia estaba más cerca de Cádiz que Madrid

La muestra «Galaicos» aporta evidencias del papel de bisagra entre las culturas Mediterránea y Atlántica

Jesús García Calero

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La idea central de la exposición temporal «Galaicos. Un pueblo entre dos mundos», que fue inaugurada ayer por el ministro de Cultura, José Guirao, en el Museo Arqueológico Nacional, es «romper tópicos». Se trata de mostrar las evidencias arqueológicas de un lugar bisagra entre dos mundos como tesis. Los comisarios Antonio Nicolau y Rafael Rodríguez confirman a ABC que han querido mostrar «una integración desde las edades de Bronce y de Hierro, porque las rutas comerciales abiertas por las naves púnicas tenían la costa gallega a cuatro días de navegación de Cádiz, más cerca que lo que suponía, por entonces, un viaje por tierra a Madrid». La curiosa perspectiva quiere presentar pruebas de un comercio entre el Mediterráneo (hay cerámica de origen ibicenco en algunos castros) y el Atlántico norte, ya que también a cuatro días de navegación estaba Cardiff.

La muestra, patrocinada por la Diputación de Pontevedra , propone una visión de Galicia como uno de «los puntos estratégicos» de la prehistoria e historia antigua. Nicolau afirmó en la rueda de prensa que «no es una exposición para friquis de la arqueología, sino para la ciudadanía: se basa en piezas, textos e imágenes, pero también en ideas».

«Galaicos» muestra algunas piezas únicas de gran calidad, y tiene complementos audiovisuales que ayudan a profundizar en algunas de ellas. Uno de los rasgos con los que comienza es la arquitectura de los castros que, pese a estar realizados con materiales del entorno, es una de las mejor conservadas de la Península Ibérica para la Edad de Hierro .

Los comisarios insisten en que hay que «romper tópicos del pasado y una idea de pueblo poco desarrollado». Frente a la tesis de aislamiento, «la cultura galaica era una sociedad matriarcal y democrática , muy abierta y creativa y con una gran confluencia de tradiciones culturales», indicó Carmela Silva , presidenta de la diputación pontevedresa, que también intervino.

La exposición cuenta con una selección de 65 objetos arqueológicos, algunos muy valiosos, réplicas, imágenes y fotografías, así como 21 ilustraciones, textos y recursos audiovisuales.

Entre las piezas más espectaculares, sin duda destaca el «Casco de Leiro», un objeto de oro decorado con figuras geométricas. También una de las estelas, de Castrelo de Val, tiene gran valor, porque es una de las primeras representaciones antropomorfas de la zona, un guerrero con su espada y otras figuras.

Una de las costumbres documentadas es la de los ocultamientos o enterramientos de tesoros y objetos valiosos muy propios de la cultura galaica. Se interpretan como una muestra de riqueza y desprendimiento, aunque también aportan misterio. Entre los objetos asociados destaca el depósito de hachas de talón de Samieira, un conjunto de decenas de piezas de bronce. Los castros mantienen su presencia en toda la exposición.

En contacto con tradiciones celtas de las islas británicas, se muestran los restos de un caldero de bronce, así como espectaculares torques y fíbulas de varias épocas. Una de ellas, sin duda de las más interesantes, está asociada a los campamentos de legionarios romanos, que en la actualidad se están investigando.

De esa época temprana de conquista y negociación posterior con los romanos destaca una «tessera» de O Caurell. De fecha más posterior, objetos asociados al culto mitraico traído por los romanos demuestran la porosidad de la zona. En total, es el relato de dos mil años de interacciones culturales , a veces violentas, que dibujan el pasado de Galicia.

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