Vivian Maier fotografía su reflejo mientras unos niños juegan a su alrededor en Chicago
Vivian Maier fotografía su reflejo mientras unos niños juegan a su alrededor en Chicago - VIVIAN MAIER / Maloof Collection
Vivian Maier

El misterio de la niñera fotógrafa viaja a Madrid

Una selección de la obra de Vivian Maier, convertida en mito tras su hallazgo casual, llega a Madrid de la mano de la Galería Bernal

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Vivian Maier murió en el año 2009 siendo sombra y reflejo de las calles de Nueva York y Chicago. En el recuerdo de los niños a los que cuidó durante su vida siendo niñera siempre la misma imagen: una cámara de fotos se descuelga por su esbelta figura mientras aprieta el disparador de manera casi compulsiva. Hoy, Vivian Maier es la maestra del retrato cuyas instantáneas quieren las galerías del mundo. Un icono pop surgido al calor de la increíble historia de su descubrimiento. Pero Vivian Maier era, hasta hace nada, una sombra olvidada entre miles de carretes sin revelar perdidos en húmedos sótanos.

Trabajaba como niñera a tiempo completo oculta en un halo de misterio, sin revelar nunca quién era realmente.

A los niños que cuidó les decía que era «la mujer misteriosa». Ninguno de ellos llegó a conocerla realmente. Lo único que le hacía inconfundible, su rasgo identificador, era la cámara Rolleiflex que siempre tenía preparada para disparar. Y parece que no dejó de fotografiar nunca. Su obra es una recorrido minucioso por el Nueva York y Chicago de mediados del siglo XX, donde captó con naturalidad momentos cotidianos que con el tamiz del tiempo parecen composiciones preparadas. Y la luz, la luz natural de la ciudad como único foco que ilumina sus instantáneas en blanco y negro. Imágenes llenas de fuerza que en casi ningún caso llegó a ver: la mayoría de los carretes, una vez completado el rollo, iban a morir al desván sin ser revelados. Su muerte en 2009, a los 83 años, le llegó días antes de que el mundo descubriera su talento.

Sólo la casualidad hizo que su obra fuera descubierta

La historia de Vivian Maier parece escrita por el mejor guionista de Hollywood. 100.000 negativos esperaban ser descubiertos para llenar de gloria a su autora, pero no fue sino la casualidad lo que consiguió sacarlos del ostracismo. En 2007 John Maloof pagó 380 dólares a una casa de subastas por un archivo de fotografías encontrado en un almacén guardamuebles cuyo dueño dejó de pagar sus facturas. Empezó a revisar el material –él buscaba imágenes de Chicago para un trabajo propio– cuando descubrió que lo que había comprado alcanzaba la categoría de Arte. El «mito» Vivian Maier comenzó así el 10 de octubre de 2009 con un mensaje del propio Maloof en su perfil de Flickr: «What do I do with this stuff (other than giving it to you)?» («qué puedo hacer con este material (además de darlo a vosotros)?») al que acompañó de algunas de las imágenes. Después llegó el documental « Finding Vivian Maier» que batió récords de visionados y la fotógrafa niñera ya era icono.

Un icono fruto del azar. O no: «Nunca recibió opinión de nadie. Su obra es un monólogo de 40 años realizado con esfuerzo. Un ejemplo para el momento actual, donde todos quieren triunfar tan rápido», asegura Efraín Bernal en su galería del centro de Madrid, donde se puede ver una muestra representativa de 30 fotografías en la primera exposición individual de la artista en la capital. «En su obra hay posteridad», remata el galerista.

Visitar la galería Bernal, en la calle Libertad, parece haberse convertido en algo obligado en determinados círculos de Madrid. Cada día acuden allí entre 200 y 300 personas, cifras inimaginables para las galerías de la ciudad. De hecho, pasar un rato conversando con el galerista demuestra que el público no especialista acude atraído por el mito: «perdona, ¿tienes un catálogo?»«¿Cuánto cuesta la película?»«¿El libro está en venta?» La respuesta paciente es siempre parecida: «No, lo siento, no somos un museo ni una fundación». O: «No vendo la película, pero si te interesan las fotos sí están en venta: entre 3.000 y 6.000 euros cada una».

Las imágenes de la Galería Bernal son una pequeña representación de la obra de Maier. Están, por supuesto, los autorretratos que la han hecho famosa y la sitúan casi como una precursora del «selfie». Hay también muestras de su interés por el periodismo, donde jugaba a ser «paparazzi» y reportera social, con imágenes que van desde galanes de Hollywood a niños limpiabotas negros. Pero lo que más destaca son los retratos, propios o ajenos, cargados de fuerza y en los que en la mayoría de los casos juega con su obsesión principal: los reflejos y las sombras.

Además, la « reportera Maier» gustaba también de grabar vídeos y audios. Entrevistas y reportajes que se olvidaba en las habitaciones que las familias para las que trabajaba le permitían ocupar. Uno de estos vídeos ha sido cedido por la galería Howard Greenberg. Poco más de un minuto de vídeo grabado en 1971 con una cámara de 8 milímetros. Maier recoge, entre otras escenas, un paseo de dos hombres mayores caminando cogidos del brazo. Varios segundos en los que casi como una «voyeur» los persigue con la cámara a la altura de la cadera y balanceándose a cada paso. Hasta que otro viandante se cruza entre el objetivo y la pareja. Ella –tímida, asustada, huidiza– pierde el foco y apunta al suelo. La escena se corta. La niñera de los mil autoretratos no quería ser descubierta.

@fer_mgomez

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