Capitel nazarí de la Alhambra
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La Academia de Bellas Artes dibuja el esplendor artístico de al Ándalus

Muestra la fabulosa colección que documentó en los siglos XVIII y XIX el estado de los grandes monumentos de la España islámica

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Casi como las ruinas romanas grabadas por Piranesi en el siglo XVIII cambiaron la percepción del mundo antiguo y de sus monumentos, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando expone ahora los maravillosos dibujos y estampas que guardaba sobre los máximos exponentes artísticos de la civilización islámica en España, entre los múltiples tesoros de sus fondos. Es una muestra patrocinada por la Fundación Mapfre, comisariada por el académico Antonio Almagro Gorbea, que estará abierta hasta el 8 de diciembre.

Se trata de obras realizadas en el mismo siglo XVIII por algunos de los más grandes nombres del arte español, como José de Hermosilla, Juan de Villanueva y Juan Pedro Arnal. que fueron enviados en una misión cuyo objeto era tan moderno como documentar un patrimonio que España estaba dejando olvidado.

Hoy, cuando la barbarie dinamita los templos en Oriente Próximo, conocemos mejor el valor de esa documentación. Emociona pensar cómo aquellos primeros académicos pusieron tanto esfuerzo y lucidez en impedir que el esplendor arquitectónico de al-Ándalus quedase disuelto en el olvido. Fue todo un rescate, una puesta en valor indudable de un patrimonio que hoy lo es de la Humanidad, sobre todo la Alhambra de Granada y la Mezquita de Córdoba.

Porque España, después de la Reconquista, se había concentrado de tal modo en su empresa imperial que, pasados los siglos XVI y XVII, los delicados arabescos, los arcos de herradura y los bermejos muros nazaríes -no digamos las inscripciones laudatorias que expresaban devoción a Alá- permanecían en un olvido consciente, aunque no en ruina, como salta a la vista.

Exactitud de ordenador

La docta institución, cuenta el comisario Antonio Almagro, empezó encargando algunos dibujos a pintores locales, que realizaron un trabajo notable. Pero nada más ver los primeros envíos los responsables de la Academia se entusiasmaron y decidieron encargar el proyecto a los máximos expertos disponibles (los nombres ya citados). De los dibujos y planos se desprende aún hoy la pericia de los grandes nombres de la arquitectura del XVIII español, puesto que confrontados sus dibujos con los alzados y secciones hechos por ordenador en este siglo XXI, la desviación es -cuando existe- de apenas unos milímetros. La misma calidad puede verse en los dibujos enviados por académicos en una segunda misión que completó el empeño y tuvo lugar bien entrado el XIX.

El origen del arabismo

La muestra es un verdadero viaje en el tiempo. Son cientos de piezas, desde diminutas reproducciones de zócalos a dibujos completos del Mihrab de la Mezquita, desde copias de los cuadros casi perdidos hoy del Salón de Reyes hasta el recuento y traducción de todas las inscripciones.

Para este cometido, la Academia envió al jesuita sirio-libanés Miguel Casiri y su discípulo Pablo Lozano. De sus trabajos nace el arabismo español, una disciplina científica de importancia internacional. La ciencia es el latido de la Academia desde sus orígenes y en el catálogo de esta muestra hay un verdadero alarde de novedades e investigaciones que han permitido conocer la fabulosa historia de este fondo. Al final del libro, en un plano, se percibe el lugar concreto desde el que se hizo cada dibujo. Todo aquello sirvió para documentar el patrimonio y hoy ilustra perfectamente la temprana sensibilidad dieciochesca por el arte antiguo. Aun así, una gota entre los 18.000 dibujos que la institución custodia.

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