Uno de los cinco cuadros de Francis Bacon que fueron robados en Madrid
Uno de los cinco cuadros de Francis Bacon que fueron robados en Madrid - Efe

Los tres «Bacon» recuperados fueron hallados hace un mes en un trastero de Madrid

La Policía sigue volcada en la operación, que esperan cerrar en breve con el rescate de las dos obras restantes

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La Policía ha recuperado tres de las cinco obras de Francis Bacon (Dublín, 1909-Madrid, 1992) que en julio de 2015 fueron robadas de la casa de un amigo del artista irlandés, en lo que se considera el robo de arte contemporáneo de mayor envergadura acometido en España.

Según fuentes policiales a las que ha tenido acceso ABC, los cuadros habían sido rescatados hace un mes en un trastero de un piso de Madrid, pero la noticia no trascendió hasta ayer. Son tres de las cinco piezas que el pintor realizó en sus últimos años de vida y que están valoradas entre los 25 y los 30 millones de euros. La recuperación de las dos obras restantes podría estar cerca de consumarse y, por tanto, la Policía prefiere no detallar las pesquisas de la operación.

El suceso se remonta a julio de 2015, cuando José Capelo, íntimo amigo de Bacon y heredero de las obras sustraídas, se percataba del robo tras volver a su casa después de pasar unos días en Londres. La residencia está situada en una zona tranquila y normalmente vigilada del centro de Madrid, muy cerca de la Plaza de la Encarnación, junto al Senado. Además de las pinturas, los cacos se llevaron una caja fuerte con varias colecciones de monedas antiguas-cuyo valor ascendía hasta los 400.000 euros-, joyas y diversos efectos de valor.

Diez meses después del robo, la Unidad Central de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) detuvo a siete personas por su presunta relación con el caso. Entre ellos se encontraba Cristóbal G. C., un marchante de los bajos fondos que sería el presunto autor intelectual del crimen y que habría utilizado los contactos de Alfredo Cristian F. G., karateka y chófer profesional, para encontrar a las personas más capacitadas para llevar a cabo el robo de manera profesional. Ya con los cuadros en su poder se sirvieron de un mediador, Ricardo B. H., para intentar colocar las obras a un perista del Rastro de Madrid y a su hijo.

Fotos delatoras

El plan se echó a perder cuando una empresa británica encargada de verificar la legalidad de obras de arte comunicó por correo electrónico a la policía que desde Sitges le habían ofrecido una de las piezas del genio irlandés que las autoridades perseguían. El e-mail con el que se realizó la petición desde tierras barcelonesas contenía fotografías inéditas del anverso y el reverso del óleo, en las que se apreciaba la firma del autor en la parte trasera, hecho que invitaba a suponer que se habían hecho después del robo.

A través del estudio de las imágenes, los investigadores pudieron saber tanto el modelo de la cámara con la que se habían tomado como su fecha, hallazgos clave para localizar a la empresa de alquiler y al arrendatario del equipo fotográfico, quien resultó ser uno de los presuntos autores del robo.

Los avances que construyeron la escalera que ayer alcanzó tres de las cinco obras sustraídas no se quedan ahí: el 3 de enero de este mismo año se detuvo a los tres presuntos autores materiales. Pertenecían a un grupo organizado que se dedicaba al robo de viviendas y establecimientos en toda España. La Policía indicó a ABC en febrero que se trataba de una mafia «muy profesional» que habría sido contratada por los cerebros de la operación. Es decir, la que Alfredo Cristian F. G. había recomendado a Cristóbal G. C. -que sigue desvinculándose del caso- para ejecutar el plan.

Estos tres hombres, a diferencia de los otros siete detenidos, sí habían ingresado en prisión. El Grupo XXIV de la Brigada de Policía Judicial de Madrid, junto con las de Galicia y Cataluña, les seguían la pista por la supuesta comisión de otros 16 robos con fuerza. Los investigadores hallaron en los registros una pistola, munición, un equipo de oxicorte, guías para la apertura de cajas de caudales, inhibidores de frecuencia -que explicarían la inoperancia del sistema de seguridad de la vivienda de Capelo-, material de comunicación, manuscritos de posibles robos, dispositivos láser de medición, radiales, y un sinfín de herramientas solo concebibles en una mafia que actuase al más alto nivel criminal.

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