Terry Gilliam: «Es imposible satirizar una época como esta»

La Filmoteca de Cataluña dedica una completa retrospectiva al cineasta

Terry Gilliam, fotografiado en Barcelona Efe

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Guasón incorregible e infatigable fabulador encerrado en el cuerpo de un hombre de 78 años, Terry Gilliam se troncha una vez más y escupe sobre el micro una risa asmática, la enésima de la tarde, ante la idea de ver casi todas sus películas alineadas, una de trás de otra, dando forma a una, nunca mejor dicho, fabulosa retrospectiva. «Mi mujer dice que siempre hago la misma película; que lo único que cambio es el vestuario», suelta, chistoso, minutos antes de que la Filmoteca de Cataluña estrene con sendas proyecciones de «Lost in La Mancha» y «El hombre que mató a Don Quijote» , cara y cruz del infortunio gilliamesco, un completo ciclo que hasta el 27 de abril desmenuzará casi todos los flecos de su universo creativo y cinematográfico.

«Puede ser una bonita experiencia ver el gran fracaso de 2000 y luego el éxito de 2018», reflexiona a la hora de valorar los títulos escogidos para inaugurar una retrospectiva que, ahondando en esa obsesión cervantina que el cineasta arrastra desde hace décadas, no podía llevar otro título que «Terry Gilliam, un visionario quijotesco». «En cuanto El Quijote entra en tu vida no hay manera de salga», sostiene.

Gilliam sabe bien de lo que habla, ya que a punto estuvo de perder la cordura y, según se mire, también buena parte de su carrera persiguiendo al galope a un hidalgo gafado a perpetuidad. «Mucha gente cree que he estado estos treinta años intentando ser Don Quijote, pero no es cierto. Lo que pasa es que, como escribió Cervantes, los sueños, las esperanzas y las confusiones muchas veces acaban en desastre», razona. «Es un alivio haber sobrevivido a esta aventura, a diferencia de lo que le ocurrió al Quijote», añade ahora que, tras estrenar el año pasado «El hombre que mató a Don Quijote», ha podido cerrar definitivamente uno de los capítulos más jugosos y accidentados de su filmografía.

Bordear la locura

El retrato de una obsesión que, como deslizaba el propio Gilliam unas líneas atrás, le lleva una y otra vez a vérselas con personajes que «se niegan a aceptar los límites de la realidad». «Todos los personajes de mis películas tienen un punto de locura», insiste. Ahí está ese catálogo encabezado por títulos como «Doce monos», «El rey pescador», «Brasil», «Las aventuras del barón Munchausen» y «Miedo y asco en Las Vegas», entre otras, dándole la razón y alimentando una manera de entender el cine que le hace arrugar la nariz cuando alguien menta a las omnipresentes superhéroes. «Me molesta que la gente esté tan desesperada por creer en superhéroes en vez de en hacerlo en gente corriente que hace cosas extraordinarias». asegura.

Tampoco faltan en la retrospectiva títulos de culto como «Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores», carcajeante ejemplo de ese humor que Gilliam despachó en los setenta junto a unos Monty Python que, asegura, hoy lo tendrían francamente complicado. «Es imposible satirizar esta época -sostiene-. Es la cosa más extraña y peligrosa que hemos visto nunca y está más allá de cualquier sátira posible. Creo que es la época más deprimente de mi vida. Porque, ¿cómo satirizar a alguien como Trump cuando ya es un personaje tan extremo?».

De esta época a la que no le acaba de ver al gracia Gilliam sí que destaca el impacto de las nuevas tecnologías y cómo las plataformas de contenidos audiovisuales han cambiado la manera de ver y también de hacer cine. «En cierto modo es como si se hubiera tergiversado la experiencia de ir al cine, cuando tú eras pequeño y entrabas en un espacio donde había una pantalla gigante. Ahora, en cambio, lo pequeño es la pantalla». De ahí que, añade, cada vez que ve a un crío en el metro de Londres viendo una película en el móvil no pueda evitar darle un discreto empujón. «Yo suelo culpar de todo a los Iphones», bromea.

Eso sí: de ahí a hacerle ascos a Netflix u otras plataformas media un trecho largo. De hecho, Amazon financió una parte de «El hombre que mató a Don Quijote» y su película «Los héroes del tiempo» va camino de convertirse en serie de televisión cortesía de Apple TV. «En los últimos dos años he visto en Netflix mejores películas que las que se presentaron a los Óscar», concluye Gilliam.

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