Tatoi: el abandono de la antigua finca real griega

Tras ser nacionalizada parece abandonada, pero miles de atenienses la visitan cada semana

Palacio de la finca ABC

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Una visita a Tatoi, la mayor finca del país , ahora oficialmente en manos del Estado desde 2003 tras ser propiedad de la Familia Real griega desde 1872, es siempre una sorpresa. Decae mientras es muy visitada y el Gobierno no considera ni su explotación turística ni su comercialización.

La finca, a solo 28 kilómetros del centro de Atenas, se encuentra en la montaña de Parnés (en griego Parnitha) y se ha vuelto un destino muy querido por quienes habitan en Atica. Especialmente los fines de semana, familias enteras vienen a pasear, mientras que otras muchas personas la visitan con sus perros o la recorren en bicicleta o a caballo (no se permite la entrada de los coches, sólo los vehículos de la policía). También hay grupos de excursionistas que visitan, siempre desde fuera, los edificios que se encuentran en la finca, comenzando por la residencia real (considerada como el Palacio de verano cuando la familia real residía en ella, para diferenciarla del Palacio en el centro de Atenas, que es ahora la sede oficial del presidente de la República). Especial interés tiene el cementerio de la finca, donde se encuentran enterrados desde el fundador de la dinastía, el Rey Jorge I y su esposa, la Reina Olga, sobrina de los Zares, hasta los padres de la Reina Sofía, el Rey Pablo y la Reina Federica, entre otros miembros de esta familia. La Reina Sofía visita siempre dicho cementerio cuando viene a Grecia.

Se considera que más de tres mil personas visitan Tatoi -cuya entrada es gratuita- cada fin de semana, sin contar los que lo hacen a diario. Si se convirtiera en un parque metropolitano con los edificios restaurados, un museo y múltiples actividades organizadas, podrían alcanzar entre 750.000 y un millón de visitantes al año.

42 edificios

Desde que el Estado griego se hizo cargo de la finca, se ha hecho poco. Los edificios existentes, 42 en su totalidad, se han ido deteriorando poco a poco (hasta entonces y desde la caída de la monarquía griega, los administradores reales, con pocos medios pero mucho interés, conseguían mantener tanto los edificios como el parque natural). En parte por indiferencia o porque todo lo que tenía el adjetivo «real» o «monárquico» tenía un precio político que nadie quería asumir. Esto se debe a que gran parte de la izquierda helena considera que fueron Churchill y la Familia Real los responsables de que Grecia no pasara a ser un país comunista después de la Segunda Guerra Mundial, una versión muy simplificada de hechos históricos. No hay que olvidar que la Familia Real griega tiene lazos familiares con todas las restantes familias europeas y siempre han mantenido un estrecho contacto con ellas.

Turistas en la finca ABC

Durante el comienzo de la crisis, muchos griegos temieron por el futuro de Tatoi, que sigue siendo el mayor pulmón de la capital griega y representa un valioso patrimonio tanto natural como cultural del país, especialmente ahora, pues el turismo se ha convertido en la fuente de ingresos más importante del país. Pero hay poca financiación, varios ministerios implicados (el de Cultura por un lado y el de Energía y Medio Ambiente por otro, más la Administración regional de Ática). Se había comenzado un programa de restauraciones de edificios y de objetos que se encontraban en el palacio, que han seguido haciéndose –en pequeña escala- hasta ahora.

Limpieza y restauración

De hecho, en este momento se está cambiando el tejado de uno de sus edificios, mientras que se han terminado varios estudios técnicos para la conservación de parte de los 42 edificios de la finca. En 2015 terminó una consulta pública sobre el futuro de Tatoi y el Gobierno de Alexis Tsipras se inclinó por continuar las restauraciones y pensar en convertir el palacio en museo. Desde entonces poco ha ocurrido: no ha ayudado que se hayan sucedido tres ministros de Cultura (Aristidis Baltas, Lidia Koniordu y la actual Mirsini Zorba). En 2016 se aprobó el estudio para la restauración del palacio, que fue construido a partir de 1884 y que sufrió serios daños en el terremoto de 1999 , así como daños por su abandono. El estudio se centraba en la limpieza y restauración del edificio para facilitar su uso como museo . En 2017 la ministra Lidia Koniordu anunció que se aprobaba «el estudio arquitectónico y el estudio estructural preliminar del Palacio de verano». Posteriormente, se introdujo dicho proyecto en el Marco de Referencia Estrategica Nacional de la UE, solicitando una financiación de cinco millones de euros .

En Tatoi hay de todo: un palacio que pueda convertirse en museo de la monarquía griega en el futuro, inspirándose en una edificación auxiliar del palacio de Peterhof situado en el Golfo de Finlandia, donde veraneaba la familia rusa y que era un lugar muy querido por la Reina Olga, esposa del Rey Jorge I. Una granja modelo , que funcionó con eficacia más de cincuenta años (llegando a cubrir los gastos del mantenimiento de la finca) y que podría volver a hacerlo, produciendo como entonces y de forma ecológica quesos, yogures, mermeladas, miel, etc. Una almazara que producía su propio aceite (hay centenares de olivos), viñedos que podrían volver a producir vino como en el pasado, ganado y panales de abejas propios, etc. Uno de los edificios podría convertirse en un hotel de lujo , otros en un museo de carruajes (hay desde carrozas hasta un Rolls), en una tienda que comercializaría todo lo producido en la finca, en restaurante o cafetería para los visitantes.

El antiguo hotel podría volver a serlo ahora. Y también los m agníficos espacios naturales podrían crear instalaciones para algunos deportes, como la hípica. Este proyecto se estudió en 2014, con restauraciones financiadas por el Estado y la UE, pero también por dinero aportado por el sector privado para revivir los viñedos, olivares y la granja. Se estudiaban también las infraestructuras mínimas respetando el medio ambiente para actividades deportivas durante todo el año. Pero siempre protegiendo el espacio natural. Para Yorgos, uno de los ciclistas que pedalean en uno de los caminitos de Tatoi, «esto es el paraíso».

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