Spielberg: «Nada me ha hecho sentir tan orgulloso y realizado como ‘La lista de Schindler’»
El Festival de Cine de Tribeca dedica una noche emocionante al 25 aniversario de la película sobre el Holocausto
Maroj Eshaghian se removía el jueves por la noche en su butaca del Beacon Theater, en Manhattan. Sollozaba y se llevaba las manos a la cara, para taparla, o para sostener la cabeza ante el peso de lo que expulsaba la pantalla gigante instalada para la ocasión: la proyección de «La lista de Schindler», programada por el Festival de Tribeca en el 25 aniversario de la película. «Es muy duro de ver», reconocía cuando se encendieron las luces, todavía con los ojos llenos de lágrimas, tras una ovación sombría. Es judía iraní y a su familia no le tocó ese horror de la Segunda Guerra Mundial . «Da igual. Como tampoco importa si no eres judío. Todo el mundo la siente igual», aseguraba sobre la película, la historia de el empresario alemán Oskar Schindler , que salvó la vida a 1.200 judíos, y que muestra con crudeza los horrores del Holocausto.
Fueron tres horas largas de proyección, en un teatro para casi tres mil personas, en el que los suspiros, los carraspeos incómodos y las narices que sorbían el llanto llegaban con tanta fuerza como el sonido de la película. El final cortó las lágrimas, pero no la emoción: subieron al escenario el director, Steven Spielberg , y cuatro de sus protagonistas: Liam Neeson , Ben Kingsley, Embeth Davidtz y Caroline Goodall.
Spielberg, que es judío, no había visto la película en una sala con público desde 1993, en uno de los estrenos en Europa. «He sentido orgullo», dijo, todavía agitado por la experiencia. «Nada en mi trabajo me ha hecho sentir tan orgulloso y realizado como ‘ La lista de Schindler ’».
Las anécdotas y los recuerdos se amontonaban en las intervenciones de los protagonistas. Spielberg rememoró cómo combinó el principio del rodaje de « La lista de Schindler » con los toques finales a « Parque Jurásico » (ambas películas las acabó en 1993, en un doblete de taquilla y profundidad cinematográfica imposible para cualquier otro director). «Me cabreé mucho», recordó sobre los días en Polonia que, tras rodar en un campo de exterminio con la emoción a flor de piel, tenía que aprobar escenas con un T-Rex persiguiendo a un todoterreno.
«Fue el día más traumático de mi carrera», aseguró sobre el rodaje de una escena en el campo de concentración de Plaszow, en la que los nazis obligan a desnudarse a los judíos para un examen médico, cuando descubren que sus hijos los mandan a las cámaras de gas. No solo lo fue para el director. Neeson, que interpretó a Schindler, relató que, nada más llegar al rodaje en Auschwitz , uno de los productores, Branko Lustig, apuntó con el dedo y le dijo «Ese fue mi barracón». «No fui capaz de decir mis frases, me temblaban las rodillas», dijo. Hubo actrices de reparto, la mayoría escogidas por Spielberg en Israel, que estuvieron varios días sin poder trabajar tras rodar la escena en las cámaras de gas .
Fue un rodaje de dureza extrema para todo el equipo, en el que no ayudó el antisemitismo que perdura en partes de la sociedad. Spielberg contó cómo una vecina a un set de filmación se acercó a Ralph Fiennes -extraordinario en su papel de Emon Göth, el nazi que dirige el campo de concentración-, vestido con el uniforme de las SS , y le espetó: «Ojalá estuvierais aquí otra vez para protegernos». Para compensar la tensión, Spielberg recibía llamadas periódicas de Robin Williams, que le dedicaba números de comedia telefónica hasta partirse de risa, y hacía que le enviaran grabaciones de «Saturday Night Live» para verlas con el reparto.
Kingsley, que hizo el papel del prisionero judío Itzhak Stern, fue quien dedicó el mejor cumplido a Spielberg: «El crítico literario George Steiner dijo que cuando tratas de usar las palabras para describir el Holocausto, el lenguaje se quiebra. Pero en las manos de un maestro, nos da una idea de lo que fue realmente».
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