Los museos de Portugal celebran a sus austeros Reyes Magos, que no llevan regalos a los niños

En el país luso estos personajes no traen presentes, aunque sí se celebra la tradición gastronómica del roscón

Escena del Breviario de Amor, guardado en la BNE ABC

EFE

La austera y muy peculiar visión de los Reyes Magos en Portugal, donde estos personajes no traen regalos aunque sí se celebra la tradición gastronómica del roscón, se exhibe al público este fin de semana en varios museos de Lisboa.

Grabados, figuras, azulejos y pinturas datados entre la Edad Media y el siglo XX y guardados por el Museo de Lisboa, el Gulbenkian, y el Museo Nacional de Arte Antiga, muestran la evolución de sus majestades de Oriente en el arte luso, que les imagina a caballo y a veces como «santos reyes» en lugar de reyes magos.

Es otra forma de acercarse a la festividad de los Reyes Magos en Portugal, que presenta importantes diferencias con respecto a España, y que como en los países de tradición católica se celebra el día que esos tres sabios llegaron a Belén con oro, incienso y mirra para honrar al recién nacido niño Jesús .

La más importante de esta festividad en Portugal es la ausencia de regalos en un día, el 6 de enero, que además es laborable. Los lusos se intercambian presentes la noche del 24 de diciembre, siendo el «Pai Natal» ( Papá Noel ) el verdadero «rey» de la Navidad .

Sin embargo, los Reyes Magos sí reservan el postre estrella de este periodo, el bolo-rei (pastel-rey), muy parecido al roscón de reyes, aunque más denso, hecho con pasas, frutos secos y frutas escarchadas.

Procedente de Francia, la tradición del «bolo-rei» se instauró en Portugal a finales del siglo XIX de la mano de la prestigiosa pastelería lusa «Confeitaria Nacional» y, debido a su nombre, corrió el riesgo de desaparecer con la caída de la monarquía en 1910.

Consiguió, sin embargo, mantenerse como un elemento importante de la gastronomía de Portugal, y hasta hace unos años, siempre se encontraba en su interior una haba o una pequeña pieza de porcelana que, sin embargo, se fue eliminando con el paso del tiempo por los peligros que podía acarrear su ingestión.

Pese a ello, la tradición se mantiene en algunos casos, en los que el roscón lleva un aviso en su embalaje, que indica que incluye la sorpresa.

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