Movida madrileña en el Londres moderno

Una galería del barrio de Shoreditch y el Instituto Cervantes organizan una muestra en su recuerdo

Corresponsal en Londres Actualizado: Guardar
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Mucho se ha debatido y teorizado sobre la Movida madrileña, el brote de creatividad juvenil que eclosionó con el retorno de las libertades tras la muerte de Franco, hace 41 años. Hasta cuenta con sus historiadores. Unos fijan su nacimiento en las relaciones de amigos que frecuentaban el Rastro. Otros hablan de un hito fundacional, el 9 de febrero de 1980, cuando Tos, el grupo embrión de Los Secretos, ofreció en la Escuela de Caminos un concierto homenaje a Canito, su batería, que había muerto en Nochevieja en accidente de coche. Eran días de otra televisión y aquella cita fue ofrecida en directo por la segunda de TVE, en el magnífico «Popgrama» de Carlos Tena y Diego Manrique. Algunos de los que fuimos jóvenes en los ochenta mantenemos —con poco éxito— una teoría menos romántica: la famosa Movida atendió simplemente a que fuimos la primera generación de españoles a los que sus padres les permitían salir de farra casi hasta el alba (o sin casi).

La galería Red se encuentra en Shoreditch, barrio de moda del este de Londres, que pasa por ser la última esperanza de modernidad de una ciudad que ha perdido mucho pulso creativo, por la sencilla razón de que los jóvenes no se pueden permitir sus imposibles alquileres. Red Gallery mantiene un ciclo de exposiciones sobre fenómenos europeos coetáneos a la new-wave británica, como el Techno de París, el Italo Disco o la Neue Deutsche Welle alemana. Ahora le ha tocado a España, con la muestra «La Movida Madrileña, 75/85», abierta hasta el próximo día 27 y que cuenta con la colaboración del Instituto Cervantes y la Embajada de España.

La exposición permitirá que muchos británicos accedan por primera vez a discos, fanzines, fotografías, documentales y dibujos sobre aquel fenómeno que tuvo su capital en Malasaña y cuya onda expansiva alcanzó a otras ciudades españolas (en Red aparecen el barcelonés Loquillo, los vigueses Siniestro Total o Las Vulpes bilbaínas). En el cartel asoman los rostros de unos jovencísimos Alaska y Nacho Canut, que hoy, con 53 y 59 años, siguen admirablemente vivarachos e ilesos con Fangoria.

El banderín de enganche es Pedro Almodóvar, por su popularidad internacional. Aseguran que el cineasta manchego, retratado en la sala con un grafiti, «es el mejor ejemplo de un movimiento que comprendió música, cine, literatura, fotografía y pintura». También se recuerda a los cineastas Trueba, Colomo e Iván Zulueta. Los londinenses descubren que el circuito noctámbulo se llamaba Rock-Ola, El Sol, Vía Láctea, Carolina, El Penta…

La exposición, en una sala cuadrada y pequeña, es voluntariosa y entretenida, pero un poco pobre; queda la sensación de que la Movida podía haber dado para más. Hay unas buenas fotografías de la época de Javier Porto y Miguel Trillo, pero presentadas a pequeño tamaño. Se habrían agradecido unos cuadros de Ceesepe o el Hortelano, grandes fotografías de Ouka Lele, algo sobre el vestuario de la época (puro mimetismo de lo anglosajón, por cierto) y un recuerdo más notorio para gente como Radio Futura o Antonio Vega. Con todo, el sábado la sala estuvo muy movida, nunca mejor dicho. Los modernos de Shoreditch descubrían a los modernos españoles del siglo pasado.

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