El Ministerio hace un «tezanos» en la Encuesta de Hábitos Culturales

Los datos sobre consumo ilegal y piratería arrojados por la Encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales difieren, por mucho, de los que manejan los profesionales del sector

Bruno Pardo Porto

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El pasado 30 de septiembre, el Ministerio de Cultura y Deporte hizo pública su Encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales 2018-2019 con un notable optimismo, casi festivo. No era para menos, pues las cifras que arrojaba eran muy buenas: según ese estudio, los españoles escuchaban más música, iban más al cine y leían más que en 2015. Y sobre todo habían dejado de piratear , pues el consumo ilícito de cultura había caído hasta un paupérrimo 5,1% en el caso de la música, un 3,7% en el del vídeo y un 2,1% en el de los libros. Ese fue el dato que trascendió y se comió todos los titulares, pues era una grata sorpresa ver que esa rémora desaparecía de España. «Son unos resultados muy satisfactorios de un país que va consolidando el crecimiento y el acceso en sus hábitos de consumo culturales», subrayó el ministro José Guirao .

Pero aquello era solo una encuesta. Y no todas dicen lo mismo.

Los informes de la industria cultural dibujan una realidad bien distinta y con menos motivos para la celebración. Estos, sin negar el efecto positivo provocado por el auge de las plataformas legales ( Netflix, Spotify y compañía ), sostienen que la piratería todavía es un gran problema y que se sitúa en torno al 30% en la música y el cine . Nada que ver, claro, con los números de la encuesta oficial, que por cierto cuenta con la «inestimable» colaboración del Instituto Nacional de Estadística, tal y como presumen en la introducción de la misma. ¿Pero a qué se debe esta abismal diferencia?

Para empezar, a que el estudio del Ministerio no tiene como objetivo medir la piratería, sino el consumo cultural de los españoles. Y quizás por eso sus preguntas sobre este asunto son vagas y están desactualizadas. Solo se habla de « descargas ilegales », cuando en pleno 2019 el consumo ilícito de música y cine se realiza vía « streaming », sin necesidad de descargar archivos. De hecho, el último informe de la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI) señalaba que esta era ya la práctica mayoritaria para consumir música de forma ilegal. Sus datos: la piratería asciende al 29% en este sector, y el 23% se realiza vía «streaming», un modo no recogido por la encuesta del Ministerio…

«El problema principal que le vemos a este estudio es que está completamente desactualizado en lo que se refiere a la piratería, ya que no recoge cómo se piratea actualmente y sigue centrándose en las descargas o, incluso, los mercadillos. Es, a estos efectos, un estudio casi del siglo pasado », lamenta una fuente del sector, después de haber estudiado a fondo la encuesta. También pone un ejemplo perfecto para entender lo anticuadas que están sus preguntas: «Es como si intentaran determinar los hábitos de comunicación de los españoles atendiendo solo a los teléfonos fijos y las cabinas».

Pero este no es el único matiz que invita a la prudencia. Hay más. La encuesta del Ministerio solo pregunta por la descarga ilegal de libros, sin distinciones . Así, llega a ese minúsculo 2,1% de piratería en ese ámbito. Sin embargo, el Observatorio de la Piratería de 2018 diferenciaba en sus preguntas entre libros, audiolibros, revistas, periódicos y partituras. De esta manera obtenían unos datos mucho menos halagüeños. Por resumirlo en dos: el pirateo de libros no bajó entre 2017 y 2018 y sitúa en el 24%; y el consumo de prensa digital de forma ilegal (10%) es más del triple que el de la legal (3%). Eso sí: en esta encuesta el universo de estudio es la población internauta y no la general, como la del Ministerio.

Desde el sector piden que se contemple el estudio del Ministerio con «mucha cautela» y viéndolo como el reflejo de la «percepción» de la población, no como una «foto de lo que ocurre realmente». Porque, insisten, « no está concebido para cuantificar la incidencia de la piratería o de la copia privada y, en consecuencia, no se realizan la preguntas pertinentes para medirlo». Por ello, concluye un análisis realizado por especialistas en propiedad intelectual, «los resultados no deben utilizarse para determinar y afirmar de forma taxativa el impacto de la piratería o los hábitos de copia privada de los consumidores».

Hay una última advertencia que se repite siempre que salen datos oficiales, y es que las encuestas realizadas por o para organismos gubernamentales son más dadas a la mentira cuando abordan temas espinosos, como la piratería. ¿El motivo? Que el encuestado no suele admitir un comportamiento éticamente reprochable ante una suerte de autoridad (el encuestador), y menos en una entrevista realizada cara a cara, como ocurrió en este caso. Aunque, en general, la sinceridad nunca ha sido un valor al alza en el mundo de las encuestas... Para muestra aquel Informe Sociológico que el Museo del Prado presentó en marzo de este año , en el que más del 25% de los encuestados recordaba haber visto alguna obra de Picasso en sus salas. Y eso que las preguntas se las hicieron por teléfono.

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