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El director Ken Loach recibe la Palma de Oro -  REUTERS
Festival de Cannes

Ken Loach, o el sabor de la receta de la abuela

Palma de Oro para la emotiva «Yo, Daniel Blake» y olvido para «Toni Erdmann» y «Paterson»

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El cine de Ken Loach es un poco como la receta de la abuela, un poco vista, siempre sabrosa y con la particularidad de que nadie consigue darle el mismo puntito. La Palma de Oro para «Yo, Daniel Blake», película de ansiedad de justicia social y que toca todas las fibras sensibles con la misma destreza que Chico Marx tocaba su piano, fue una sorpresa por varios motivos, el primero de ellos porque Ken Loach colecciona premios en el Festival de Cannes, y el segundo porque es tan suya, y tan como las suyas, que el haberle dado también a ésta la Palma de oro desmiente esa regla de que a Cannes le gusta inventar cineastas. Ken Loach ya estaba inventado.

«Yo, Daniel Blake» tal vez sea una Palma sorpresa, pero es una película que la vera el público del mundo con enorme interés y con el corazón en la boca.

El resto del Palmarés da una cierta sensación de acomodo de premios y de gustos e intereses del jurado, y lo más importante de él son sus dos grandes ausencias, las películas que habían conseguido un mayor entusiasmo en las proyecciones, la alemana «Toni Erdmann», de Maren Ade, y «Paterson», de Jim Jarmusch. Por lo que sea, y vaya usted a saber qué, Georges Miller, Sutherland, Mikkelsen, Dunst y demás miembros y miembras del jurado no han encontrado en estas estupendas películas nada que premiar. Y siempre es confortable para cualquier crítico estar en desacuerdo con los designios oficiales.

Desacuerdo total

En mi caso, el desacuerdo ya es total, y no porque no hayan tenido en consideración películas estimables, sino porque los han repartido en ellas como con un cubilete… Los dos premios a la magnífica película de Asghar Farhadi, «Le client», serán bienvenidos por ella, pero no le hacen justicia: la interpretación masculina de Shahab Hosseini, un buen actor, y el guión para el propio Farhadi, tapan o disimulan el resto de las grandezas de este film, y suena a recompensa a media boca tapada.

Igual que el hacerle compartir al rumano Cristian Mungiu el premio de dirección con Olivier Assayas, que presentó una película tan escasita como «Personal Shopper», de las de ni fu ni fa, mientras que «La graduación» de Mungiu era un estudio a lo grande de la actualidad. Pero mejor no moverlo, que todavía le quitan su parte del premio a Mungiu. Y sólo un desalmado le rasparía mérito al premio de mejor actriz a la filipina Jaclyn Jose (qué entusiasmo, que alegrón que se llevó), pero es evidente que algo tenían que premiar de la potente película de Brillante Mendoza, «Ma’Rosa», y a ella le tocó la pedrea.

Premio al corto español

El Gran Premio del Jurado fue para el joven canadiense Xavier Dolan y su histérica película «Juste la fin du monde», y lloró un poquito al recibirlo y agradecerlo. Menudo favorazo. Casi tan gordo como el premio a «American Honey», de Andrea Arnold. Definitivamente, el gran acierto de la ceremonia fue darle la Palma de Oro al mejor cortometraje al español Juanjo Giménez Peña por «Time Code». Y el gran error, darle el micrófono a Jean Pierre Leaud, para que dijera unas palabra tras recibir su Palma de Honor…, y dudó durante unos largos minutos si quedarse el micrófono ya para siempre.

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