Hugh Thomas, durante la entrevista, en su casa de Notting Hill, en Londres
Hugh Thomas, durante la entrevista, en su casa de Notting Hill, en Londres - L. VENTOSO

Hugh Thomas: «Lo mejor de los españoles es su generosidad y lo peor, demasiada política»

El gran hispanista, que aboga por que el Reino Unido siga en la UE, conversa con ABC en su bonita casa de Notting Hill: «Suárez fue el político español de más éxito, su encanto era tremendo»

Corresponsal en Londres Actualizado: Guardar
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Lord Hugh Thomas de Swynnerton tiene 84 años y es una casi una leyenda desde que a los 30 años de edad publicó su aclamado libro sobre la Guerra Civil española. Nacido en Windsor, se formó en Cambridge y luego pasó por la Sorbona. Al margen de su fecunda carrera como historiador, trabajó en el Foreing Office y fue también asesor de Margaret Thatcher («una persona muy agradable en privado, enormemente atenta»). Hugh Thomas conserva el gusto por el pelo largo y un poco rebelde. Viste atildadamente, con la clase de un veterano gentleman, y es un anfitrión amable y atento, con ese punto de evanescente distancia que caracteriza al caballero inglés.

Estamos en su hermosa casa de Notting Hill, que compró en 1964, en un barrio que ha sufrido una espectacular revalorización y hoy es como todo Londres: prohibitivo.

En la sala hay un piano y muchos libros y cuadros. En el hogar crepita un fuego de verdad, de pura leña, que se agradece. A nuestra espalda, una terraza invernadero, y tras ella el patio-jardín de la vivienda. Thomas, que recibió en su día la Orden de Isabel la Católica, es un apasionado defensor de España, incluido su pasado imperial, y conversando con él cuesta preguntarse en qué piensan a veces los jurados de los premios Princesa de Asturias. Tal vez sería un acertado reconocimiento.

La prestigiosa revista «New York Review of Books» ha hecho una crítica muy encomiástica de su último libro, «Un mundo sin fin: España, Felipe II y el primer imperio global» (Random House). ¿Se habrá quedado feliz?

Es una crítica muy agradable, sí. Pero usted ya sabe cómo funcionan estas cosas: unas veces las críticas son buenas y otras son malas.

¿Qué recuerda de su primer viaje a España?

En muchos aspectos era un país maravilloso. Me decían que podía sufrir allí; no sufrí en absoluto. Mi padre me invitó a ir a España en 1955, a pasar la Navidad. Él venía de África y yo bajé desde Londres, en tren, por supuesto. Mi padre vino por Marruecos, pasando por Marrakech y nos vimos en Torremolinos, que por entonces era una ciudad encantadora. Estuvimos en un hotel costero muy agradable, el Santa Clara, con él y con mi madre. Realmente, no pasó nada. Era como un tiempo muy inocente, aunque realmente no lo era en absoluto, con un régimen muy duro. Pero los turistas no lo notaban, aunque había muy pocos turistas entonces.

¿Qué le atrajo de España en aquel primer contacto?

Creo que el hecho de que era una mezcla muy curiosa de seriedad e informalidad. Los españoles saben comportarse, pero también saben ser informales. Acabo de estar justo en España de nuevo hace muy poco, en Sanlúcar de Barrameda, uno de mis lugares favoritos.

Los historiadores anglosajones que se ocupan de España suelen tener una mirada muy meridional. Salvo Cataluña, su España suele ser de Madrid para abajo...

Bueno, yo me he ocupado del Norte, he escrito sobre él. Por ejemplo, he escrito un libro sobre Eduardo Barreiros [«Barreiros: el motor de España», Planeta, biografía del industrial gallego pionero de la industria española del automóvil] y también he escrito otro sobre Asturias. He estado mucho en el País Vasco. También conozco Cataluña, a la gran agente literaria Carmen Balcells…

Su Felipe II es un personaje con muchos más matices que el estereotipo que nos ha llegado de un emperador perpetuamente enlutado y obsesionado con la religión.

Sí, así es. Por ejemplo, adoraba la pintura de Tiziano y le ayudó económicamente mucho. También era un hombre que viajaba constantemente, más que Mr. Rajoy hoy seguramente. Estuvo en Alemania, un año en Inglaterra, en los Países Bajos, Italia, Francia… Era una persona muy viajada, mucho. Personalmente, no era hombre de mucha elocuencia, pero se dio cuenta de que tenía una tarea muy difícil en España y se tomaba los asuntos de Estado con una enorme seriedad. Reinó en España, de hecho, desde los años cuarenta hasta 1598, responsable de buena parte de la expansión, y lo hizo bien. Creo que ha sido injustamente maltratado.

La gente joven en España es como si hubiese olvidado que su país fue un gran imperio, el mayor que ha conocido la humanidad, o al menos parece que no quieren recordarlo.

¿Está usted seguro?

Me temo que sí.

Bueno, pues ahí está Colón, una expedición española. Magallanes, Cortés, Pizarro… Son grandes logros de España.

Pero parece como si España no se quisiese hoy a sí misma.

Eso es un gran error. Yo he defendido a España con fortaleza, he hecho todo lo que he podido en ese sentido. España estableció un imperio enorme, que manejó con reformas a veces muy imaginativas y que además duró mucho, más por ejemplo que el Imperio Británico o el Imperio Francés.

¿Cuál fue la principal diferencia entre lo españoles y los británicos a la hora de gobernar sus imperios?

La religión. Los españoles conquistaron el mundo con la idea de imponer su religión y los británicos, en cambio, hicieron sus conquistas para tratar de escapar de la ortodoxia. En las colonias británicas eran rebeldes contra la Iglesia Anglicana.

Usted publicó su aclamado libro sobre la Guerra Civil española en 1961. ¿Ha envejecido el bien a sus ojos? ¿Cambiaría cosas hoy?

Lo veo igual. Por ejemplo, sigo pensando que Negrín fue una persona incomprendida. Veo a los anarquistas muy destructivos. Los socialistas democráticos, gente como Negrín o Prieto, trataron de crear una democracia pacífica en España, pero era muy difícil.

¿Y Franco?

Franco, curiosamente, se unió a los rebeldes muy tarde. Cambió de idea en el último minuto. Era un personaje muy indeciso, no se sabía por dónde iba. Cuando ETA mata a Carrero Blanco, Don Juan Carlos le pregunta: «¿Qué hacemos ahora?» Y Franco le responde: «Esperar hasta mañana».

El carácter gallego…

Sí, ja ja. Rajoy también es gallego, y Fraga lo era.

Ya, pero igual le tiraba más su sangre vasca.

La parte Iribarne, sí. Yo conocí a Fraga bastante bien. Incluso vino a cenar a esta casa, estuvimos sentados ahí, en esa mesa. Fue muy interesante hablar con él. Aquí ha venido mucha gente, pero él fue el primero en publicar un diario en donde lo recogía. En el libro puso mal el color de los ojos de mi mujer. Hablaba de los «hermosos ojos azules de Lady Thomas», pero mi esposa tiene los ojos verdes.

Las prisas de don Manuel… ¿Quién fue la figura más importante y valiosa de la Transición española?

Adolfo Suárez. Creo que además fue el más exitoso de todos ellos. Tenía un encanto personal tremendo.

¿Más que González, el otro gran encantador de serpientes?

Sí, González tenía también encanto. Pero Suárez era una persona muy extraordinaria, aunque no en un sentido intelectual. Fraga, por ejemplo, no le perdonaba que no hubiese aprobado sus exámenes. Cuando el Rey elige a Suárez, Fraga dice: «¿Pero qué ha pasado? ¡Si no ha aprobado un solo examen!»

¿Y el Rey Juan Carlos?

Lo hizo muy bien. Un trabajo maravilloso. Fue una pena el mal último año que pasó, pero su trabajo está ahí. Creo que el principal motivo para su renuncia fueron realmente sus problemas de salud, sus piernas.

¿Más que el caso Urdangarín?

Sí, aunque es terrible. ¿Cree usted que la Infanta irá a la cárcel?

No soy un experto en leyes pero me parece que él casi seguro y ella no.

Ya veo.

¿Qué opina usted del desafío separatista en Cataluña? ¿Teme que logren romper España?

Espero que no y creo que no. Tengo un montón de amigos en Barcelona y todos piensan que es mejor estar en España que crear un Estado independiente. Cambó decía que una Cataluña independiente pasaría muy pronto a ser un departamento de Francia. Creo que es un comentario muy bueno. Yo he sido Jurado del premio Cataluña, muy importante, y allí hemos tenido conversaciones muy interesantes sobre todo esto.

En mi modesta opinión, fue un error de Zapatero volver a abrir las heridas de la Guerra Civil. ¿Qué piensa usted?

Estoy totalmente de acuerdo con lo que dice. La mayoría de la gente está muerta, incluso creo que casi todos los ministros de Franco, aunque no estoy totalmente seguro.

¿Sigue la actualidad española aquí en Londres?

Sí, claro, continúo comprando los periódicos el sábado y domingo. Pero mi tragedia es que ahora no encuentro ABC aquí en los quioscos.

Con las facilidades tecnológicas se llega al extranjero más rápido y más barato con las ediciones en la tableta, el Kiosko y Más. Se lo recomiendo.

Yo todavía no hago eso. El iPad, hmm… ABC es un periódico maravilloso, lo echo de menos. De hecho, escribo allí de vez en cuando.

Claro, sus excelentes Terceras.

Sí, gracias.

En la segunda mitad del siglo pasado surgió una excepcional generación de hispanistas ingleses, entre los que están en un nivel superior usted, John Elliott y Raymond Carr. Desde la atalaya del tiempo, ¿quién ha sido el mejor?

Elliott. Es el más sabio de nosotros y un hombre maravilloso. También conocí bastante bien a Raymond, pero tuvimos una relación complicada, porque él quería escribir un libro sobre la Guerra Civil española y yo lo hice antes.

Y no le perdonó…

Sí, sí que me perdonó.

¿Está trabajando en algún nuevo libro?

Sí, pero de eso hablaremos en su día. Nunca hablo de los libros que estoy escribiendo.

¿De dónde saca la fuerza para seguir trabajando así a su respetable edad?

Pues olvidándome de mi respetable edad.

Muy bueno. ¿Le ha compensado dedicar tanto de su esfuerzo intelectual a España?

Sí, ha sido un auténtico placer. Amo a España y a su gente. El campo es maravilloso. Me gusta viajar por el país, la comida, el arte. Hasta su hora de comer me parece más razonable que las doce y media inglesas.

¿Cuál es en su opinión la mejor y la peor cualidad de los españoles?

La mejor cualidad de los españoles es vuestra generosidad, probablemente la gente más generosa del mundo. Lo peor de la vida española tal vez sea el hecho de ser demasiado políticos, pensar demasiado en la política.

¿Qué posición tiene ante el referéndum sobre el Reino Unido y la UE?

Quiero que se quede. Por cierto, estoy escribiendo una Tercera para ABC sobre el tema. Creo que va a ocurrir, que nos quedaremos. Bueno, ¿hemos terminado la entrevista?

Sí.

Muy bien, ¿le podría apetecer un sherry, una manzanilla…?

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