Tanzania

La Garganta de Olduvai: viaje a la Cuna de la Humanidad

Un proyecto hispano-tanzano hace nuevos descubrimientos que permitirán reconstruir el modo de vida de nuestros primeros ancestros

Un momento de la expedición ABC

Antonio Pérez Henares

A la Garganta de Olduvai en Tanzania se la conoce como la Cuna de la Humanidad . Y cuando uno camina por ella siente en su piel y sus entrañas que así fue y que aquellas laderas, barrancas y cárcavas, donde medran las acacias y abunda la planta espinosa y crasa que les da nombre, son el lugar primigenio donde bajamos del árbol, empezamos a caminar erguidos y a fabricar herramientas de piedra y de madera. Comenzamos a ser Homo .

Al frente de sus excavaciones están hoy dos españoles, prueba del prestigio de nuestros científicos en estas disciplinas a nivel mundial. Ellos son Enrique Baquedano , arqueólogo, codirector en España junto con Juan Luis Arsuaga de los yacimientos neandertales del Alto Lozoya en Pinilla del Valle y director del Museo Arqueológico Regional de Madrid y Manuel Dominguez-Rodrigo , paleoantropólogo, catedrático de Prehistoria en la Universidad de Alcalá de Henares y profesor invitado en el departamento de Biología Evolutiva Humana de la Universidad de Harvard. Ambos están al frente del Instituto de la Evolución en África (IDEA).

Manuel Domínguez es un profundo conocedor de aquel continente donde lleva trabajando desde el año 1990, fue autor de importantes hallazgos sobre el comportamiento de los homínidos en el lago Natrón, domina a la perfección la lengua swahili , y goza de un gran prestigio tanto ante las autoridades tanzanas como a nivel internacional. Esta última se debe ante todo al haber logrado un sistema y una metodología que permite saber si los felinos y cuales, habían accedido antes o después que los homínidos a las presas y dilucidar si estos eran más o menos carroñeros o cazadores. Para ello Manuel siguió durante cuatro solitarios años con su pequeño Suzuki a las manadas de leones, durmiendo en el vehiculo junto a ellos para no perder su pista y estando en ocasiones en grave peligro de convertirse en su presa, y documentar miles de marcas de los dientes de felinos en los huesos de sus victimas. Con ellos creó un registro y una formula que permite determinar al autor de cada una de las marcas y cuando se han hecho y compararlas en los fósiles con las de la piedra tallada de los homínidos. Comenzó a excavar en Olduvai en el año 2006 y en el año 2008 se unió a él Enrique Baquedano dirigiendo desde entonces ambos los trabajos en los míticos yacimientos.

Fue allá por los años 30 del pasado siglo cuando el patriarca de la famosa saga de los Leakey, el británico Louis , halló en las Gargantas de Olduvai los primeros utensilios líticos. El desde entonces conocido como Modo 1, el Olduvayense, el primer tipo de industria lítica. Leakey los siguió encontrando por doquier junto a fósiles de animales contra los que aquel ser las había empleado durante casi una treintena de años. Pero no conseguía hallar al protagonista de la historia. Fue su mujer, la norteamericana Mary , un día ya en el año 1959, en que él, enfermo, se quedó en el campamento, quien dio con un primer cráneo. Lo supusieron el primer homínido pero hoy ya no se le considera de la familia Homo . Era un Parantropus Robustus , un vegetariano de poderosas mandíbulas, que habitó allí desde los 2,3 hasta los 1,3 millones de años. Y que en efecto había compartido territorio con el que fue a descubrirse ya casi de inmediato, en 1960, el homo habilis . Primero una mandíbula y un parietal que encontró el más pequeño de la dinastía, Jonathan Leakey , entonces un niño de diez años y al que siguió un descubrimiento ya de la familia al completo, muy cercano al anterior, de huesos de un pie y una clavícula.

El misterio parecía al fin resuelto. Aquel era el primer homínido, nuestro primer ancestro . Pequeño de estatura, entre 1,2 y 1,5 metros y una capacidad craneal de 600 centímetros cúbicos, algo más que el Parantropus . Bípedo pero conservando capacidad cuadrúpeda y con mano aún adaptada al árbol. Todo ello acaecía en aquellas gargantas prodigiosas donde para colmo uno de los máximos competidores de los Leakey, el entonces joven y siempre afortunado Donald Johanson , descubridor ya antes del esqueleto de la famosa Australopitecus afarensis , «Lucy», en territorio etíope (1971) iba a dar también con la carcasa del habilis (1986) en el yacimiento que los Leakey consideraban casi como propio y que como la vez anterior compartió con su compañero de investigaciones Tim White . La publicación por parte de Johanson y White del hallazgo y descripción de Australopitecus afarensis había iniciado una guerra científica con los Leakey que dura hasta nuestros días y que el hallazgo del Habilis en el yacimiento de Olduvai no hizo sino enconar.

Restos en Garganta de Olduvai ABC

Tras este imprevisto hallazgo de parte de la osamenta del habilis que Johanson encontró en superficie, a flor de tierra, los hallazgos se detuvieron. El yacimiento se dio por agotado . El nivel donde aparecían los fósiles encastrados se supuso sin continuidad. Y desde entonces ya no hubo de hecho nada relevante. Hasta que los españoles iniciaron su proyecto en 2006 y lograron reencontrar siguiendo las pautas geológicas marcadas por el propio geólogo de los Leakey, interpretadas de manera adecuada y precisa por el español David Uribelarria del Val , con el estrato fértil, el nivel perdido donde se encuentras in situ los fósiles. Desde ese momento y crecientemente los hallazgos se multiplican y son cada vez de mayor importancia y trascendencia como están demostrando ya las primeras publicaciones, dando cuenta de la aparición de restos de parántropus y homo ergaster a las que se sumaran otra de estas especies y otras también de habilis que aún están valorándose y de importantes novedades en su interacción y en el modo y forma de vida de nuestros ancestros.

De inicio ya puede afirmarse que los científicos españoles tras dar con el ansiado nivel y abrir nuevos yacimientos que están dando una impresionante cantidad de fósiles han demostrado que en Olduvai coexistieron durante centenares de miles de años no solo el Parantropus y el Habilis sino que también lo hizo el Homo Ergaster o Erectus , un homínido ya mucho más evolucionado, con un cerebro de cerca de 1000 cm3, elevada estatura, hasta 1,80 cm, ya plenamente bípedo, adaptado a la marcha y la carrera y poseedor de una mas avanzada industria ltica, el achelense, el Modo 2, empleado para tallar sus bifaces, hendedores y triedos o picos.

De este homínido, el primero en salir de Africa , se han hallado multitud de rastros, pero no solo en niveles de 1,5 millones de años en adelante, sino hacia atrás, hacia el momento de contacto con los habilis y en el mismo espacio que estos habitaban. Porque si bien se ha hallado una gran acumulación de bifaces muy cerca del lugar donde se encontraba su «mina» de cuarzo, la Montaña Blanca de los masai ( Naibor Soit ) debido al color y brillo de esa piedra, también lo han hecho en los niveles de por debajo de los 1,7 millones de años, compartidos con los habilis y los parantropus , (fui testigo del hallazgo de una de esas bifaces) y para que no haya duda alguna también han hallado testimonio en ese estrato del propio homínido, el fósil de un dedo meñique, descubrimiento ya hecho publico y datado, prueba de su mano ya «moderna» y similar a la nuestra actual. Otros huesos fosilizados de diversas partes del esqueleto de los ergaster han sido también hallados y serán prontamente dados a conocer cuando todas las comprobaciones y pruebas científicas no dejen lugar para la duda. Yo mismo fui testigo de dos hallazgos de fósiles en este caso de posible, aunque con reservas. atribución al Homo habilis encontrados en uno de los cinco nuevos yacimientos puestos en excavación en esta campaña.

Pero, ¿por qué puede afirmarse que esos Ergaster compartieron territorio y tiempo con las otras especies, Habilis y Parantropus y lo hicieron en fechas anteriores a los 1,7 e incluso 1,8 millones de años? Pues porque esa línea, ese momento en el tiempo quedó sellada por una terrible y destructiva erupción volcánica que, sin embargo, selló y preservo todo aquel mundo, todos sus restos, todas sus huellas, hasta nuestros días.

Garganta de Olduvai en Tanzania ABC

Esa es la gran clave y el gran tesoro de Olduvai . Aquella brutal hecatombe y explosión de los volcanes que dominaban su horizonte. Hace ahora 1,72 millones de años la cadena volcánica formada por el Olmot, el Gorongoro, el mayor entonces, el Sandiman y el Lagramunt, se activan y en el Gorongoro con tal violencia que sus altísimas paredes acaban colapsando para acabar por formar el inaudito cráter refugio de la fauna que ahora conocemos. La lluvia de cenizas se abate sobre todo el espacio colindante y la destrucción sobre toda la vida que no ha conseguido ponerse fuera de su alcance. Olduvai es la Pompeya del Pleistoceno. Y como ella conserva la memoria del instante y de la vida sus habitantes . De destructor masivo pasa a convertirse en el máximo guardián y conservador de la evolución humana. Todo lo que esta por debajo de esa fecha de 1,72 millones de años y hasta dar con el suelo basáltico de hace dos millones permanece intacto. Y allí en el nivel 22 de hace 1,8 millones de años están todos ellos, están los parantropus y los homínidos, los habilis y los ergaster , estan sus presas y están también sus predadores.

Las fallas, los cañones desde el lago a los pies de los volcanes y las Gargantas a las que se asoma ahora el museo de obligada visita construido con fondos españoles, de ese lugar mítico llamado Olduvai, que ya diremos que así se llama por la planta, como tantas en África con la espina bien dispuesta, que abunda en ellas, conforman un paisaje de estremecedora belleza pero que aún añade una mayor e intensa emoción cuando se es consciente de lo que se tiene bajo los pies. El momento en que la humanidad misma aún balbuceaba en la cuna. Quien allí llegué quedará para siempre atrapado por su influjo.

[ Lea la opinión del arqueólogo Enrique Baquedano: Excavando en Olduvai ]

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