La cultura en Rusia, bajo la supervisión absoluta de Putin, la censura y los arrestos

El presidente inspira a los gestores culturales «lo que es permisible» en el arte

Kiril Serébrennikov, uno de los más conocidos creadores bajo arresto desde agosto pasado REUTERS
Rafael M. Mañueco

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Uno de los elementos que permiten colegir que Rusia se ha convertido definitivamente en un régimen autoritario es la relación que mantiene el poder con el mundo de la cultura. Las imposiciones, prohibiciones y persecución del disidente, propias del no tan lejano régimen comunista soviético, surgen con nueva fuerza en la Rusia de Vladímir Putin.

Él mismo anunció hace poco más de un año en San Petersburgo que «es necesario establecer criterios de lo permisible en el arte y la cultura» ante un auditorio de responsables artísticos . Respondía al director teatral, Evgueni Mirónov, quien se quejó de la proliferación de casos de censura en el arte. «Todas las libertades tienen un reverso, que es la responsabilidad, y para el artista la medida de esa responsabilidad es especialmente alta», prosiguió Putin.

Desde entonces, todo ha ido a peor. El director artístico del Teatro Lensoviet de San Petersburgo, Yuri Butúsov, acaba de abandonar su puesto por presiones de las autoridades municipales, a quien no gustan sus espectáculos. En la antigua capital imperial rusa tuvo lugar hace dos semanas una redada entre los directivos del Teatro de Europa . Han sido detenidos bajo la acusación de haber malversado los 45 millones de rublos (unos 642.000 euros) que supuestamente habían recibido de fondos públicos para reconstruir el escenario.

Corrupción y críticas

Corrupción es la acusación tipo que se emplea eufemísticamente contra los directores artísticos que se permiten estrenar espectáculos que contienen críticas, aunque sean muy veladas, contra el poder y sus políticas. Ese mismo 21 de febrero, vieron prorrogado su arresto domiciliario el director teatral, Kiril Serébrennikov y el responsable del «Estudio-7», Yuri Itin.

Seguirá además en prisión preventiva el director general del «Centro-Gógol», Alexéi Malobrodski . También continúa en arresto domiciliario Sofia Apfelbaum, directora del Teatro Académico Juvenil de Rusia. Los cuatro están acusados de apropiación indebida de 133 millones de rublos (cerca de dos millones de euros) destinados a la realización del proyecto «Plataforma», surgido para el desarrollo y popularización del arte moderno .

A través de videoconferencia , Malobrodski dijo ante la sala del tribunal que «la acusación sostiene que facturamos cantidades desorbitantes por la gestión de espectáculos que deberían haber resultado mucho más baratos o no llegaron a estrenarse, pero no nos concretan en qué se sobrepasó el gasto, y cuáles son las representaciones que facturamos y nunca existieron».

Solo hubo dos funciones de «Nureyev», espués de una agria polémica

Los cuatro acusados se declaran inocentes y creen estar siendo víctimas de un proceso «amañado» con el objetivo de destruirles profesionalmente . Durante la vista oral, Serébrennikov dijo que, desde el pasado mes de agosto, que es lo que lleva en arresto domiciliario, está completamente apartado de su trabajo. Su verdadero delito ha sido participar en protestas, criticar la política de Putin y alertar de la creciente influencia de la Iglesia Ortodoxa rusa en la vida del país.

En defensa de él y del resto de los arrestados han intervenido importantes personalidades del mundo de la cultura rusa como el director del Teatro Bolshói de Moscú, Vladímir Urin o la viuda de Alexánder Solzhenitsin. También les han mostrado su solidaridad el ministro de Exteriores francés, Jean-Yves Le Drian, la actriz Cate Blanchett y la Nobel de Literatura, Elfriede Jelinek . El escritor Borís Akunin cree que «ha sido Putin quien ha ordenado iniciar este proceso contra Serébrennikov».

La homosexualidad de Rudolf Nureyev , orientación sexual anatemizada en la Rusia de Putin , y la delicada situación judicial de Serébrennikov, provocó una aguda polémica en relación con su espectáculo dedicado al legendario bailarín ruso. Primero se pospuso cinco meses, llegó a estar amenazado de prohibición y, finalmente, «Nureyev» se logró estrenar el pasado diciembre en el Teatro Bolshói, pero estuvo en cartel solamente dos funciones y no se sabe cuándo podrá volver a verse. La ley contra la propaganda gay, precisamente, es la responsable de que la película de Disney «La bella y la bestia» fuera vedada a los menores de 16 años.

También fueron prohibidos filmes como «El niño 44». Ambientada en la URSS de Stalin, la cinta, a juicio del Ministerio de Cultura ruso, «tergiversa los hechos históricos». Igual ocurrió con «La muerte de Stalin », desde el Ministerio se desaconsejó su distribución por contener elementos «extremistas» y para el ministro Medinski, es un «escarnio» y constituye «un ejemplo claro de la guerra ideológica contra Rusia». La Unión de Cineastas habla de «censura».

Mientras tanto, grupos ultraortodoxos y cosacos se dedican de vez en cuando a reventar exposiciones de arte que consideran «sacrílegas» , «insultantes» o «aberrantes». Ninguno de estos ataques, que suelen provocar serios daños en las obras, terminan con la detención de sus autores.

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