Analía Gadé, pasión y oficio de una de las grandes damas

La actriz argentina afincada en España ha fallecido a los 87 años víctima de un cáncer con el que llevaba tres años luchando

Analía Gadé, en los premios Goya de 2002 ERNESTO AGUDO
Diego Doncel

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Analía Gadé pertenece a la Edad de Oro de la interpretación española. Con Fernando Fernán Gómez , Francisco Rabal, Fernando Rey , María Asquerino, Alberto Closas, con ella muere uno de los últimos eslabones de una generación que se hizo a sí misma y que luchó contra los seculares fantasmas del teatro y del cine español para crear la industria que tenemos hoy.

En ella había nervio de actriz, tensión de actriz , corazón que actuaba. Sabía darle profundidad al drama y estilo a la comedia. Sabía tener riqueza de recursos y riqueza de matices. Sabía tener intuición porque la intuición de Analía Gadé era como un territorio lleno de sorpresas para todos los directores que trabajaron con ella, para el público que tuvimos la suerte de verla actuar. Tenemos, como en toda gran actriz, no una Analía Gadé sino muchas.

En el universo Gadé está la actriz que explota en un muy mesurado sentimiento romántico , la frívola que sabe esconder el drama, la Gadé humorística, la que sabe reflejar la complejidad del alma humana, la gran trágica. Está la Analía Gadé de «Las bicicletas son para el verano» donde acierta hasta en el mínimo detalle interpretativo, la verdaderamente grande de «Viaje de novios».

No es extraño que fascinara a ese olfato exigente de Adolfo Marsillach , que Alonso Millán la tuviera como una de sus actrices de cabecera. Sabía ser versátil y sabía ser verdadera, transmitir la emoción que representa dar la voz a un gran texto o al susurro de un texto más humilde. Cuando la vimos interpretar «Dulce pájaro de juventud» de Tennessee Williams supimos que estábamos ante esa madurez después de la madurez que tienen todas las divas , las grandes damas de la escena . Ella ponía en cada personaje su piel, su aliento, su saliva, su propia vida. Era pura pasión y una mujer apasionada. Además sabía destilar el mundo que vivía ella misma, el mundo de su biografía, tan intensa, en el mundo intenso de sus personajes. Esa intensidad, esa emoción la seguiremos recordando.

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