Belén Rueda afronta un 2016 cargado de proyectos tanto en cine como en televisión
Belén Rueda afronta un 2016 cargado de proyectos tanto en cine como en televisión - isabel b permuy

Belén Rueda: «He llegado a pensar: ¿y si mi momento ha terminado?»

La actriz tiene pendientes estrenos en cine y TV y muchos proyectos para 2016

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A Belén Rueda, acostumbrada a que se le acumule el trabajo, se le hace un poco extraño estar mano sobre mano. Sus próximos proyectos no están programados hasta 2016, y todavía no quiere (las supersticiones de los actores) adelantarlos.

Tiene pendiente de estreno la segunda temporada de la serie «B&B», previsto para el curso que viene -«hay una apuesta decidida por la ficción española», asegura convencida-; y la película «La noche en que mi madre mató a mi padre», de la directora Inés París. «Es la primera vez que hago una comedia en el cine, y estoy encantada, porque además fue un rodaje muy divertido. Están Fele Martínez, Diego Peretti y María Pujalte, con la que no coincidía desde la serie “Periodistas”, y me ha hecho mucha ilusión reencontrarme».

Confiesa Belén Rueda que se encuentra desconcertada con esta situación. «He tenido dudas -reconoce-; los actores siempre sufrimos cuando el teléfono no suena, y yo he llegado a pensar: ¿y si mi momento se ha terminado? En esta profesión hay muchas rachas y no es imposible que algún día se acabe la mía».

Pero los proyectos llegaron. «Todos para 2016 -explica-. Incluso he tenido que dejar uno de teatro que me hacía mucha ilusión porque se solapaba con otro». Por no tener, no tiene Belén ni siquiera planes concretos para este mes de agosto (acaba de volver de Ibiza, donde ha pasado unos días de descanso con su familia y donde ha sido pasto de algunos paparazzi «especialmente agresivos»). «Lo pasaré en Madrid; haré alguna escapada a Alicante, pero la mayoría del tiempo estaré aquí», dice la actriz.

El día 7 de agosto, Belén Rueda asistirá al estreno, en el teatro Bellas Artes de Madrid, del espectáculo «Bfff!», creado por Luis Beviá -un artista de las burbujas, que ha colaborado con el Circo del Sol en su espectáculo «Love»- y el cómico Kikín Fernández. La actriz ha prestado su voz para la narración inicial del espectáculo, en el que la historia de dos científicos realizando experimentos es la base para un espectáculo que busca combinar la magia, la poesía y la fantasía.

La función de estreno se destinará a Guaguacuna («niños», en quechua), una oenegé que trabaja desde hace diecisiete años en Ecuador y cuya vicepresidenta es Mónica Beviá. Hasta el país iberoamericano ha viajado Belén para conocer el trabajo que desarrolla allí esta organización, y su rostro se ilumina cuando recuerda la experiencia.

El proyecto que desarrolla actualmente Guaguacuna es un centro para niños abandonados por tener el VIH, y que comanda un franciscano llamado Alfonso Castells. «Todos los niños lo llaman “papá”, y es emocionante ver la relación que hay entre los niños y este religioso -cuenta Belén Rueda-, que se ocupa de todo lo que tiene que ver con los niños: colegios, atención médica, medicación, además del sustento emocional, que es también muy importante para ellos».

Un viaje fascinante

Belén Rueda estuvo allí doce días. «Fue un viaje fascinante. Visitamos un montón de comedores, que están hechos al lado de los colegios y las guarderías, porque es una manera de animar a los padres a que lleven a los niños a educarse ya que saben que sus hijos tienen garantizada una comida al día».

El franciscano Alfonso Castells mete todas las mañanas a los niños en una furgoneta y los lleva al colegio. «Es impresionante… Se organizan perfectamente entre ellos. Cuando van a comer, cada uno recoge su plato y su vaso, y al terminar lo recogen y se encargan de lavarlos. A la hora de acostarse, los mayores ayudan a los pequeños a lavarse los dientes, a ponerse el pijama, a ducharse… Les cambian los pañales… Solo tienen la ayuda de las dos cocineras que les preparan la comida; el resto lo hacen ellos».

«Ésta es una experiencia -dice Belén Rueda- que te cambia muchísimo, porque vienes de un mundo civilizado entre comillas, en el que te agobias con tus dos o tres hijos, y ves que este hombre, Alfonso, con veintitrés niños, con una enfermedad que requiere una gran dedicación, se apaña como se apaña… Y aprendes a relativizar los problemas. Me maravilló ver el amor que le tienen los niños. Prácticamente no necesita gritarles para que le hagan caso. Hay una convivencia maravillosa entre ellos».

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