Pueblos sumergidos por castigo divino
Lago de Sanabria - abc
Leyendas

Pueblos sumergidos por castigo divino

El lago de Sanabria, así como el de Carucedo, Maside o Isoba, cuentan con un origen legendario y campanas que se oyen -o eso dicen- en la noche de San Juan

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El lago de Sanabria, así como el de Carucedo, Maside o Isoba, cuentan con un origen legendario y campanas que se oyen -o eso dicen- en la noche de San Juan

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  1. El mítico Valverde de Lucerna, bajo el Lago de Sanabria

    Lago de Sanabria
    Lago de Sanabria - abc

    Hay quien asegura que en la noche de San Juan aún voltea una campana de la iglesia de Valverde de Lucerna, aunque solo los que están «en gracia de Dios» pueden escuchar el sonido que surge desde las profundidades del Lago de Sanabria.

    No está claro si la que repica en esta noche mágica es la campana de Redondo o Bragado. Se dice que algo asustó a unos bueyes que estaban arando en la zona y que éstos corrieron despavoridos en dirección al lago. Los animales engancharon sin querer las campanas de la iglesia, aunque animados por los vecinos, los bueyes lograron salir del lago arrastrando una de ellas. Otra quedó bajo las aguas del lago donde yacen los restos de este mítico pueblo llamado Valverde, Villaverde o Villa Verde de Lucerna del que aún se dice: "Villa Verde, Villa Verde, el que va no vuelve".

    Hasta esta localidad zamorana cuenta la leyenda que llegó un día un pobre andrajoso pidiendo limosna. La gente del lugar lo rechazó, apresuraba el paso al verlo y cerraba las puertas cuando se acercaba. Solo en una casa apartada en un alto del terreno, el panadero le animó a pasar y sentarse junto al fuego mientras metía en el horno la última masa de pan que le quedaba para dársela. Cuando el buen hombre fue a sacar el bollo de pan, la masa había aumentado tanto de tamaño que casi no cabía por la boca del horno. El pobre le dijo entonces al panadero que guardara el pan «porque de él tendrán que comer usted y su familia hasta que alguna barca pueda venir a rescatarles», según el relato de Luis Díaz Viana en «Leyendas populares de España».

    Otras versiones, como la que recoge la web de Turismo de Sanabria, sitúan el relato en una noche desapacible, previa a la fiesta de San Juan y describen al mendigo como un hombre alto, de barba larga y abundante cabello, que se apoya en un bastión del que cuelgan dos conchas y que busca refugio y alimento para pasar la noche, pero casa por casa le rechazan hasta llegar al horno de leña donde unas mujeres estaban cociendo pan. Allí se produce el milagro del pan que aumenta tanto de tamaño que solo pueden sacarlo por trozos para compartirlo con el pobre peregrino. Y éste les dice a las mujeres: «Gracias por socorrerme. Realmente solo vosotras sois dignas de ser salvadas en este pueblo. Seguid en el honro y no salgáis esta noche. Voy a castigar a este pueblo, que no se acuerda, cuando está con el estómago lleno y calentándose a la lumbre, de los que pasan hambre y frío».

    Antes de abandonar el pueblo, el mendigo se sacudió el polvo de sus pies y cogiendo el cayado dijo: «Donde clavo este bastón, que salga un borbollón». Y tanta agua salió que inundó el lugar, sumergiendo por completo el pueblo. Solo la casa del humilde panadero se salvó.

    Aquel mendigo, explican, era Jesucristo que al no ser bien recibido hizo desaparecer Villa Verde.

    Hay quien cuenta que en noches oscuras se ven luces que parecen andas sobre las aguas, las almas de los desaparecidos que intentan huir del profundo lago, y que por eso se le llama Villa Verde de Lucerna.

    Lo cierto es que el lago de Sanabria se formó hace unos diez mil años como consecuencia de la última glaciación. Con una superficie fluvial de 368 hectáreas, el llamado «mar de Castilla» es uno de los lagos de origen glaciar más grandes de Europa.

    A Miguel de Unamuno, que pasó unos días en el balneario de Bouzas en 1930, le impresionó la leyenda y se inspiró en ella para «San Manuel Bueno, mártir». En el prólogo a la obra, escrito en 1932, señala: «Escenario hay en San Manuel Bueno, mártir, sugerido por el maravilloso y tan sugestivo lago de San Martín de Castañeda, en Sanabria, al pie de las ruinas de un convento de bernardos y donde vive la leyenda de una ciudad, Valverde de Lucerna, que yace en el fondo de las aguas del lago […], a raíz de haber visitado por primera vez ese lago el día primero de junio de 1930».

    «La leyenda de la ciudad sumergida por la impiedad de sus habitantes está muy extendida por todo el mundo en relación con una supuesta memoria arcaica del Diluvio (bien sabemos que las leyendas son universales y se adaptan magníficamente al contexto local), y tenemos constancia de otras manifestaciones en lugares tan alejados como Japón. Pensemos incluso en el mito de la Atlántida...», señala la filóloga Eva Belén Carro Carbajal en su artículo sobre « Aguas legendarias» que recoge el Centro Virtual Cervantes.

    Tristemente, parte de la leyenda se hizo realidad la aciaga noche del 9 de enero de 1959, al romperse la presa de Vega de Tera. El pueblo de Ribadelago quedó sumergido bajo las aguas y la mayor parte de sus habitantes murió en la tragedia. Hoy un Ribadelago Nuevo se levanta junto a la orilla del lago.

  2. Lucerna o Luiserna, en el lago Carucedo

    Lago de Carucedo
    Lago de Carucedo - wikipedia

    Enrique Gil y Carrasco publicó en el Semanario Pintoresco Español el agosto de 1840 una de las leyendas más conocidas del lago de Carucedo que forma parte del Monumento Natural de Las Médulas (León). El autor nacido en Villafranca del Bierzo situaba a finales del siglo XV el relato del amor imposible entre Salvador y María que desafió al cielo y dio lugar al lago como castigo divino.

    Otra leyenda que hunde sus raíces en el Códice Calixtino, apunta a que bajo el lago de Carucedo yace Lucerna Ventosa, una de las tres ciudades de la península que Carlomagno madijo y destruyó por la resistencia que le opusieron.

    Según la historia que narra el monje Aymeric Picaud en el Pseudo Turpín, cuando el Emperador ruega a Dios para que le entregue la ciudad, los muros de Lucerna se caen y del suelo empieza a brotar un sucio torbellino de agua que inunda la ciudad, convirtiendo el lugar en un estanque de aguas turbias en las que nadan grandes peces negros.

    Aunque se ha identificado esta Lucerna con la del Lago de Sanabria, actualmente se relaciona más a la mítica ciudad con el lago de Carucedo. José María Anguita Jaén, en su estudio sobre «El "Pseudo-Turpín" y la leyenda de Lucerna», señala cómo «tanto el nombre de la ciudad maldita como algunos motivos que componen su leyenda proceden de la Lucerna suiza» y añade que «posiblemente fueron creados en el tiempo en que esta ciudad fue erigida y fundada en su actual emplazamiento al borde del lago que lleva su nombre, sustituyendo a una Lucerna previa, que había quedado sumergida por las aguas del Lago».

    El lago de Carucedo, en El Bierzo (León), forma parte del Monumento Natural de Las Médulas, que desde 1997 es Patrimonio de la Humanidad. Con medio centenar de hectáreas de superficie aproximada, su origen es consecuencia de la explotación aurífera romana en la vecina explotación de Las Médulas, según explica el Ayuntamiento de Carucedo.

  3. Antioquía, bajo la Laguna de Antela

    Imagen de archivo de la laguna de Antela
    Imagen de archivo de la laguna de Antela - abc

    «En el fondo de la laguna de Antela duerme, sepultada bajo las aguas, la ciudad de Antioquía, que paga por los siglos de los siglos sus pecados nefandos», escribía Camilo José Cela en «Mazurca para dos muertos» y añadía que «los muertos de Antioquía piden perdón volteando las campanas la noche de San Juan, pero ni les llega ni les llegará nunca porque están condenados por toda la eternidad. El que cruza la laguna de Antela pierde la memoria».

    De las legendarias ciudades sumergidas en Galicia, quizá la más conocida fue la de Antioquía. Dicen que las noticias sobre su idolatría al gallo y sus demás pecados llegaron hasta tal extremo que Dios decidió castigar a la ciudad, aunque Jesucristo quiso salvar a los justos que pudieran vivir entre tantos pecadores. Bajo el aspecto de un mendigo, recorrió las calles pidiendo limosna sin dar con nadie que se conmoviese de sus súplicas.

    Ya se marchaba de Antioquía cuando en una choza apartada, una pobre vieja que solo poseía una cabra y una gallina le invitó a entrar, le dio algo de comer y le dejó su propia cama para que descansara.

    Al amanecer, Jesucristo mostró a la anciana el castigo que habían recibido los habitantes de Antioquía por no haberle dado posada ni una taza de caldo. Un lago había cubierto por completo la ciudad.

    También en la laguna de Antela decían que en los primeros rayos de sol tras la noche de San Juan se escuchaban sonidos del campanario de la iglesia y que en Navidad, a las doce en punto, se oía cantar a los gallos.

    El que fuera el mayor lago de agua dulce de España, situado en la comarca de La Limia (Orense), fue desecado en la década de los 50 sin que apareciera rastro alguno de la mítica ciudad. Con su particular sentido del humor, el escritor Álvaro Cunqueiro así lo recogió en su libro « Fábulas y leyendas de la mar»: «La más importante de nuestras ciudades sumergidas era la llamada Antioquía de Galicia, en la laguna de Antela, en Orense. Éramos muchos los que aguardábamos noticias de la Antioquía asolagada. Y no apareció nada. Ni rastros de las murallas, ni de los siete castillos, ni del palomar del Rey, ni de la plaza de armas, ni de la iglesia, cuyas campanas sonaban en ciertas noches, tocadas por no se sabe qué campanero, quizás un humano convertido en sinuosa anguila (,...) No había tal Antioquía de Galicia».

  4. Argentola, tragada por el mar

    San Juan de Nieva
    San Juan de Nieva - Félix González (Turismo de avilés)

    Cuentan que en la ría de Avilés existió hace muchísimo tiempo la ciudad de Argentola, donde estuvo enterrado Adulfo, primer obispo de Oviedo en el año 802, en una colosal iglesia.

    Un colosal cataclismo arrasó la localidad asturiana. Los pocos que sobrevivieron se subieron a las colinas de alrededor y fundaron el actual pueblo de San Juan de Nieva, en el concejo de Gozón. Estos supervivientes habrían logrado salvar los restos del obispo, que hoy estarían sepultados en la capilla de la iglesia de San Juan Bautista de la localidad.

    «Es el día de hoy que algunos marineros, cuando el vino les suelta la lengua, afirman haber visto entre las oscuras aguas de la ría el reflejo de un campanario derruido, cubierto por las algas y las llámpares. Sería el resto de aquella gran iglesia, que como obra de la vanidad humana sucumbió al empuje de la mar», señalan en la web turística Enjoy Asturias.

  5. San Martiño del Lago, en Maside

    Humedal de Puzo do Lago en Maside
    Humedal de Puzo do Lago en Maside - Concello de maside

    Cuentan que allá por el siglo XVI, estaban unas mujeres haciendo pan en un horno del antiguo pueblo gallego de San Martiño del Lago cuando se les acercó una señora pidiéndoles pan.

    Las mujeres le contestaron que esperara unos instantes que le harían un bollo, pero por ahorrar se lo hicieron con salvado. Una vez estuvo hecho, se arrepintieron de dárselo, por lo que acordaron prepararle otro. Y al igual que la vez anterior, tampoco quisieron entregárselo y la señora se marchó de allí un tanto enfadada.

    Más tarde, al pasar junto a una chica que cuidaba unas ovejas acompañada de un pequeño perro, la mujer le pidió un pedazo del pan que estaba comiendo. Ésta se lo dio todo, pero la señora lo rechazó, diciéndole que solo quería un poco. Aún así, la niña insistió, explicando que ya iría a comer a su casa, que estaba en el pueblo, donde ahora está el lago.

    Ante la insistencia de la joven, la señora, que según la leyenda era la Virgen, tomó el pan y fue hasta la aldea, a la que maldijo, haciéndola desaparecer bajo las aguas que no alcanzaron a la joven pastora.

    Desde aquella noche, dicen en la noche de San Juan se escuchan repicar las campanas y a los gallos cantar.

    El Concello de Maside recoge esta leyenda en su web y también la que habla de que hace unos años, hubo un intento para desecar el lago y descubrir qué había bajo las aguas. Tras varios intentos fallidos, uno de los ingenieros dijo: «Mañana traeré una bomba achicadora y el lago quedará seco». El encargado añadió: «Si Dios quiere», pero el ingeniero le contestó: «quiera o no quiera». Cuando éste se dirigía en coche a su casa, se le rompieron los frenos y se mató, cuentan que fruto de una maldición.

    La Xunta aprobó en 2014 nombrar a Puzo do Lago de Maside Espacio Natural de Interés Local por su diversidad vegetal, su fauna, flora y patrimonio arqueológico. Este humedal se formó sobre la tierra rica en oro que los romanos horadaron hace 2.000 años.

  6. Bajo el lago de Isoba

    El lago de Isoba
    El lago de Isoba - wikipedia

    Cuentan que en el lugar donde hoy se encuentra el lago de Isoba, a los pies de Peña San Justo a 1.120 metros de altitud, existía antiguamente un pueblo cuyos habitantes, como en otras leyendas similares, negaron su auxilio a un peregrino.

    Sólo la pecadora Magdalena se apiadó del mendigo. Éste no era otro que Jesucristo en traje de pobre, quien tras comprobar la inhumanidad de la gente maldijo a la población: «Húndase Isoba, salvo la casa de la pecadora».

    En algunas versiones se salva también el cura de la maldición divina, aunque hay quien cree que éste no figuraba en los relatos originales.

    En el pueblo de Isoba existe una pequeña iglesia consagrada a María Magdalena que ha atendido desde siempre a las pocas almas que viven durante todo el año en este lugar perdido en la montaña leonesa.

    «El tema más obvio de los supuestos pueblos, castillos o comunidades humanas sumergidos es el del castigo divino de un crimen o un pecado», señalaba Vicente García de Diego en su « Antología de leyendas de la literatura universal». Son bastante comunes por ello en España y fuera de ella los orígenes legendarios de lagos sobre poblaciones que no auxiliaron a Jesucristo o a su madre. García de Diego se refiere por ejemplo a la leyenda del lago de Enol, en Asturias, muy similar a ésta de Isoba.

    Con él coincide el antropólogo Luis Viana Díaz al indicar que «lo que sí está claro es que estas historias piadosas nacen y se difunden para que los fieles de la Iglesia se lo piensen mucho antes de rehusar dar una limosna» y también «para que el castigo local a los tacaños sea tomado como ejemplo y precedente de las penas que el Dios de los cristianos aplicará a los impíos el día del Juicio Final».

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