El lagarto de la Malena
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Leyendas

El lagarto de la Malena que reventó en Jaén

La leyenda de este monstruoso reptil es uno de los 10 Tesoros del Patrimonio Cultural Inmaterial de España

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Un enorme reptil de piedra yergue desafiante la cabeza en la fuente más famosa de Jaén. Es el homenaje de la ciudad al Lagarto de la Malena, el terrorífico animal que según la leyenda devoraba a todo incauto que se acercara al manantial que allí brotaba. El relato cuenta con tal fama que hoy es uno de los 10 Tesoros del Patrimonio Cultural Inmaterial de España junto a las Fallas de Valencia o los Carnavales de Cádiz.

Juan Eslava Galán cuenta en « La leyenda del lagarto de la Malena y los mitos del dragón» que en el antiguo barrio de la Magdalena existía un manantial donde tenía su guarida este voraz monstruo que atemorizaba a los habitantes de Jaén.

Un condenado a muerte se ofreció a enfrentarse con el gigantesco lagarto si, a cambio, le perdonaban la vida.

Pertrechado con un caballo, un cordero y un haz de yesca, el reo se acercó al manantial y cuando el lagarto se lanzó contra él, picó espuelas y se alejó a galope perseguido por el saurio, lanzándole el cordero ensangrentado que el reptil tragó de un solo bocado. El condenado había rellenado el cordero con yesca encendida que abrasó las entrañas del monstruo haciéndole estallar.

«De aquí procede la maldición: "Así revientes como el lagarto de Jaén" o "como el lagarto de la Malena"», señala Eslava Galán.

La leyenda del lagarto, sierpe o dragón, según las versiones, apareció mencionada por primera vez en 1628, en la obra « Historia de la Antigua y Continuada Nobleza de la Ciudad de Jaén», escrita por Pedro Ordoñez de Ceballos y publicada por Bartolomé Jiménez Patón. En 1913, el historiador Alfredo Cazabán recabó hasta tres versiones del héroe que mató al monstruo: Un guerrero vestido con un traje de espejos y armado con una espada, el preso o cautivo, o un pastor al que el monstruo comía los corderos.

Caimanes y cocodrilos en iglesias

«La leyenda del lagarto gigante se recoge también, con algunas variaciones, en Córdoba, en Sevilla, en Navas del Marqués, en Valencia y otros lugares de España para explicar por qué en ciertas iglesias y catedrales se exponen pieles de lagartos gigantescos rellenas de paja», afirma Eslava Galán, que recuerda que en la iglesia de San Ildefonso de Jaén se exhibió durante años una piel de reptil que la tradición vinculaba con el lagarto de la Malena.

También en Medina de Rioseco (Valladolid) cuelga un pellejo en la iglesia de Santa María que, según la leyenda, perteneció a un gigantesco cocodrilo que atemorizaba a quienes construían el templo, como el famoso topo de la Catedral de León. Nadie se atrevía a enfrentarse a él hasta que un voluntario se disfrazó con espejos para confundir al animal y logró matarlo con una lanza.

Del caimán que cuelga en una de las columnas de la iglesia parroquial de Santiago de la Puebla se cuenta que engulló a una niña que jugaba junto al río Margañán y que los vecinos, tras decapitarlo, la rescataron viva.

En realidad, estas pieles «pertenecen a caimanes americanos que los conquistadores enviaban a sus pueblos de origen como curiosidad», explica Eslava Galán. «Algunas acabaron colgadas en las iglesias para representar simbólicamente el silencio con el que se debe conducir el creyente en el templo» ya que se creía que el cocodrilo era el único animal que no estaba dotado de sonido característico alguno, añade el historiador.

Según Eslava Galán, el lagarto de la Malena remite a leyendas y mitos de héroes que se enfrentan al dragón, como San Jorge, y a los monstruos representantes del diablo que salían en las procesiones del Corpus, como la Coca de Redondela.

Un submundo cultural

«Culebras, lagartos o dragones (sus hermanos mayores mitológicos) aparecen ligados -con frecuencia- en el trasfondo folklórico de muchos pueblos a doncellas que son acosadas por ellos», señala el antropólogo del CSIC Luis Díaz Viana, autor de « Leyendas populares de España». Es una «fijación obsesiva que lagartos y culebras parecen tener» con la mujer «desde mucho antes de que la serpiente se convirtiera en símbolo del demonio vencido por la Virgen y los santos, figurando por ello a sus pies».

Para Díaz Viana, son «seres que vienen de un submundo cultural e identitario, ligado a hondas supersticiones» y que «enlazan tiempos y relacionan culturas precisamente a través de la mujer».

«Son lo antiguo que no se ha ido, que no deja de volver», sostiene el antropólogo, recordando leyendas urbanas de hoy como la de la joven y la culebra que de tanta leche que bebe acaba reventando. Como el lagarto de la Malena.

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