El joven Mateo Morral, fotografiado en 1900
El joven Mateo Morral, fotografiado en 1900 - ABC
El Sumario del atentado contra Alfonso XIII (Y III)

Mateo Morral y su trama intentaron matar al Rey en París un año antes

Pío Baroja, su hermano Ricardo y Valle-Inclán estuvieron con él antes del crimen. Gozador del sexo sin protección, llevaba suspensorio para la orquitis por su blenorragia

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Los manuales de historia nos dicen que era una especie de lobo solitario que atentó contra los Reyes por motivos personales, hasta se atreven a afirmar que fue por amor a la compañera de Ferrer, Soledad Villafranca, que verdaderamente era una real hembra, después de haberlo tildado de misógino e introvertido, y lo retratan empujado por su romanticismo a ultranza. Nada más lejos de la realidad. En lugar de ser un solitario misógino es un gozador de sexo sin protección alguna al que le transmiten una blenorragia galopante.

Lejos de ser un romántico es un dinamitero profesional que trasciende el mero teórico partidario de la dinamita que firma su amenaza contra el rey en el Retiro precisamente así: «Un irredento.

Dinamita». Mateo Morral es un asesino que gasta suspensorio porque sufre de orquitis: inflamación de los testículos. Así lo describe el sumario, tan poco leído, según dictamen del médico que hizo el reconocimiento del cadáver en Torrejón antes de enviarlo a Madrid: «En los órganos genitales manifiesta padecer blenorragia y con un suspensorio como preservativo de la orquitis».

El supuesto Morral místico y misógino, según certifica el sumario, lleva en su equipaje una jeringa y medicación para tratarse la enfermedad venérea, con permanganato para lavajes. Se le define como un anarquista «neo-malthusiano» enemigo de la procreación «para que la sociedad no tenga soldados, obreros ni criados», pero en realidad se trata de un sujeto que practica sexo sin precaución.

Morral cometió el atentado en Madrid contra los Reyes un año después de que en París intentara matar a Alfonso XIII, precisamente también el 31 de mayo con una bomba Orsini facturada por él mismo desde Barcelona. El sumario contiene documentos que permiten las pruebas científicas para demostrar que Morral fue asesinado. El anarquista actuó con una cordada de apoyo que no fue descubierta y, posiblemente, fue asesinado por sus compañeros con el fin de taparle la boca. De esa forma nunca se sabría quién estaba de verdad intentando matar al Rey de forma tan persistente.

Pertenecía a una cédula férreamente organizada y jerarquizada con intereses muy concretos de derribar la Monarquía en la que era el experto en explosivos, como certifica el libro publicado por él mismo «Pensamiento revolucionario», un ejemplar del cual figura adjunto al sumario, en el que él añade la descripción minuciosa de cómo debe fabricarse un explosivo. El sumario presenta a este fabricante de bombas yendo a comer al restaurante francés y al Retiro a escribir la amenaza contra Alfonso XIII en un árbol, días antes del atentado en la calle Mayor, y siempre acompañado por otros.

También con frecuentes visitas al café y horchatería Candelas de la calle Alcalá en el edificio de La Equitativa, frente a la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, donde se reúnen los escritores modernistas y donde junto a sus acompañantes coincide, tal vez con la intención de crearse una coartada, con los hermanos Baroja, según cuenta Ramón Gómez de la Serna, y con Ramón María del Valle-Inclán, el segundo gran manco de la literatura española.

Pío Baroja y Valle-Inclán

Nos enteramos por el sumario 220/1906, por mediación de María Buendía, de 44 años, la sirvienta de la casa, que Morral «se acostaba diariamente de diez a once de la noche y se levantaba a igual hora del día». Un sumario riguroso habría contenido la investigación a Pío Baroja, su hermano Ricardo, y Valle-Inclán, puesto que trataron a Morral en su ambiente. Ricardo Baroja y Valle-Inclán incluso estuvieron con él la víspera del atentado. Pío, envalentonado de utopía, habría de afirmar «que era el único joven que ha habido en España desde hace tiempo», lo que suena a elogio épico y le valió a su autor acusaciones de solidaridad con el terrorismo. Valle le dedicaría a Morral versos que exaltan un falso perfil romántico.

El 26 de mayo, cuatro días antes de la gran matanza antimonárquica, Mateo Morral escribió en un árbol del Retiro una inscripción anunciando el atentado contra SS.MM. No se llevaron a cabo gestiones suficientes para encontrar a su cómplice. Escrito en el árbol queda: «Ejecutado será Alfonso XIII el día de su enlace. Un irredento. Dinamita».

Un testigo presencial, Vicente García Ruipérez, domiciliado en la calle Castelló, 7, vio a dos hombres que andaban cogidos del brazo y que se sentaron de espaldas al paseo enfrentados al árbol. Uno de ellos, Morral, según luego pudo identificar, se quitó un sombrero Frégoli que llevaba (el Frégoli era un tipo de sombrero que usaba un transformista muy famoso) y lo dejó en el banco. Su compañero llevaba gorra japonesa y no se la quitó.

El desconocido es, sin duda, miembro de la misma cédula asesina de Morral, alias «Dinamita». Según el testigo se trata de: «Un hombre de menor estatura que Morral, de igual corpulencia, de más edad y de bigote negro».

Según la investigación judicial, José Nakens, director de El Motín, que ya había ayudado al asesino Angiolillo que mató a Cánovas, dió alojo a Morral después del atentado, sabiendo que era el criminal más perseguido. Resulta patético el intento de algunos medios de presentar a Nakens como un buen samaritano. Uno de ellos llega a titular a cinco columnas en primera página: «El delincuente honrado». Nakens escribe una carta pública dejando ver que su formación moral le impedía delatar al asesino.

Morral no se suicidó

El arma que se dice que portaba Mateo Morral no se acredita en el sumario. Se menciona que encontraron una Browning, sin precisar qué tipo. Pero sólo podía ser uno de estos dos modelos: la Browning 1900 ó la 1903. Una de ellas calibre 7,65 y la otra de 9 mm. Morral no se suicidó porque ninguna de estas dos armas, únicas posibles que se le pueden atribuir de esa marca, hace orificios como el que le mató.

El conde de Romanones lo describe así: «La bala le había dejado un pequeño orificio perfectamente limpio en el pecho; su rostro juvenil y exento de los estigmas del criminal nato, mostraba completa placidez; sus manos cuidadas y pulidas denotaban al hombre de condición acomodada». Es muy curioso lo que el historiador puede considerar «un pequeño orificio»: un agujero de un centímetro y medio de diámetro, que es casi el cráter de un obús.

Durante más de un siglo todo el mundo se ha tragado la falsedad de que llamó desesperado al despacho de Nakens, cuando lo más probable es que estuviera en concierto con él. La tela de araña se amplía y los personajes se insertan en una conspiración contra la Corona. El siguiente escalón era Francisco Ferrer, que acogió a Morral en su escuela y lo tenía empleado de bibliotecario. Según el sumario, mandó dinero para sufragar sus gastos en un cheque a Nakens.

Todo esto no era más que un acto de frío cinismo. Nakens formaba parte de la trama contra el Rey y la Monarquía, como Ferrer i Guardia y los desconocidos que se vieron con Morral, le acompañaron a escribir la machada de la amenaza al Rey en el Retiro, comían con él en el restaurante francés y le apoyaron en la comisión del ominoso crimen contra el pueblo de Madrid.

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