El cráneo de la mujer de Pestera Muierii (Rumania) de 35.000 años de antigüedad de quien se ha secuenciado el genoma mitocondrial completo
El cráneo de la mujer de Pestera Muierii (Rumania) de 35.000 años de antigüedad de quien se ha secuenciado el genoma mitocondrial completo - E. Trinkaus y A. Soficaru

El viaje de vuelta de la Humanidad a África en el Paleolítico

Un estudio liderado por la UPV apoya la hipótesis de una migración que regresó al punto de partida

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De África salió y a África regresó en el Paleolítico. El camino que siguió la evolución de la especie humana, lejos de ser lineal, fue intrincado, sinuoso, e incluyó una vuelta a los orígenes que venían apuntando teorías recientes y que sustenta un estudio internacional, liderado por la Universidad del País Vasco, publicado ahora en « Scientific Reports». A partir del ADN de un fósil hallado en la cueva Pestera Muieerii, en Rumanía, los investigadores han podido recrear cómo un grupo de Homo sapiens vino a desandar los pasos de sus ancestros durante el Paleolítico Superior, hace entre 40.000 y 45.000 años.

«Es una pieza más del rompecabezas de la evolución humana», explica a ABC Concepción de la Rúa, catedrática de Antropología Física de la UPV, donde lidera el grupo de Biología Evolutiva Humana que ha colaborado con investigadores de Suecia, Holanda y Rumania en este estudio.

Conocedores de la existencia de los fósiles rumanos, decidieron utilizarlos en su investigación de paleogenómica ante su indudable valor: se trata de los primeros representantes de Homo sapiens en Europa, a donde llegaron procedentes de la zona del Sinaí (Oriente Próximo). Su antigüedad: unos 35.000 años.

Una pregunta resulta recurrente a la hora de estudiar el Homo sapiens: «Qué características pueden explicar el éxito evolutivo de esta especie frente a otras que han ido desapareciendo. Cuál es el éxito, dónde radica el éxito evolutivo. Si hay alguna característica que puede registrarse en el genoma que puede ayudarnos a contestar», indica la experta en Antropología Física.

El material al que accedieron aportaba un valor añadido: «Tenemos acceso al genoma real de un fósil de una antigüedad concreta, no tenemos que hacer inferencias, modelos, como hasta hora, reconstrucciones basadas en los datos genéticos para pensar lo que había pasado».

A partir de dos dientes, iniciaron en primer lugar el estudio del ADN mitocondrial, al que seguirá el nuclear. «Es un proyecto que todavía no ha terminado, ni mucho menos. Nos planteamos analizar el genoma completo», advierte De la Rúa. «El mitocondrial es mucho más pequeño, con algo menos de 17.000 pares de bases. El nuclear contiene 3.000 millones. Además, el mitocondrial tiene una herencia diferente, solamente por las mujeres. Por eso hemos empezado publicando estos datos». La «ventaja», explica, es que disponen de «copias repetidas», algo muy útil «en fósiles en los que hay mucha degradación».

Hallazgo chocante

Del análisis del fósil surgió una revelación: «Cuando determinamos que era un U6 nos chocó», relata De la Rúa. Y aclara esta nomenclatura: «Estos humanos que salen de África portan un determinado genoma mitocondrial. Van hacia Asia y, en el camino, que dura milenios, se van produciendo cambios, mutaciones en ese ADN. Lo que era un ADN típico africano, el L, se va transformando y se forman unos linajes que llamamos U».

«Posteriormente estos humanos que son U6, un subtipo dentro del U, empiezan a desplazarse hacia Europa y llega un momento en que hay unos grupos que inician un camino hacia al sur, de retorno a África», añade. «Y esta mujer de Rumanía es una rama de esas poblaciones que se andaban moviendo desde el oeste de Asia hacia Europa. Este grupo se queda en la zona de Rumanía».

Aquí entra el quid de la cuestión: «Otros humanos, relacionados con ella, bajan hacia África. ¿Por qué lo sabemos? Porque el linaje de esta mujer es un U6 de tipo basal, es un ancestro, a partir del cual podemos saber que han drivado los U6 que encontramos actualmente en el norte de África».

Empujados por el clima -glaciaciones-, emprenden el regreso. «Esos que toman el camino hacia el sur, a su vez, van evolucionando, y ese U6 que era basal, ancestral, empieza a acumular otras mutaciones. Se transforma en U6 derivado, que es el que presenta las poblaciones actuales del norte de África». Salvo por algunas excepciones en la Península Ibérica, fruto de migraciones posteriores, únicamente se encuentra en dicha zona, lo que refuerza la teoría.

Cuestiona viejos modelos

Según De la Rúa, el estudio, aún inconcluso, el análisis del genoma sirve para «calibrar las fechas que se habian dicho» y «también viene a cuestionar la simplicidad de los modelos que se han aceptado durante mucho tiempo del origen y la evolución de nuestra especie». Véase el famoso «Out of Africa», según el cual «salen esas oleadas y reemplazan a esos humanos antiguos que existían». «Se ve que no. Que hay movimientos de ida y vuelta, no hay un reemplazamiento total de las formas humanas más arcaicas que había».

Con apenas un par de dientes hallados en Rumanía, se puede seguir el hilo de una historia fascinante con 40.000 años de antigüedad.

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