Ricos y pobres vivían bajo el mismo techo hace 4.000 años

Tumbas de la Edad de Bronce en Alemania revelan que las familias acomodadas convivían con individuos de menor estatus en sus hogares

La imagen representa la movilidad y la desigualdad existentes en la Edad de Bronce Bunterhund

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Las ficciones como «Arriba y abajo» o «Criadas y señoras» fascinan al enseñarnos los entresijos de una intimidad compartida por ricos y pobres en el mismo hogar. Pero, como revela una nueva investigación publicada en la revista «Science» , la desigualdad social ya existía entre cuatro paredes hace 4.000 años en el sur de Alemania. La recuperación de bienes funerarios encontrados en cementerios relacionados con pequeñas granjas de la Edad de Bronce en el valle del río Lech, cerca de Augsburgo, junto con el análisis del ADN antiguo de los individuos allí enterrados demuestra que ni siquiera en la prehistoria fuimos iguales. Las familias de estatus superior, que pasaban al otro mundo rodeadas de armas y joyas elaboradas, convivían en la misma casa con personas humildes que se morían prácticamente sin nada. Quizás (y solo quizás porque los autores del estudio insisten en que no hay manera de comprobarlo) los desposeídos podrían haber sido sus sirvientes o esclavos , al estilo de lo que ocurría en la Grecia clásica y Roma.

Los hallazgos resultan una auténtica sorpresa porque los arqueólogos ya conocían que las primeras estructuras sociales jerárquicas evolucionaron en la Edad de Bronce, pero nunca antes se había comprobado que las diferencias llegaban al interior de los propios hogares. En la época romana, los esclavos formaban parte de la unidad familiar, aunque tenían un estatus social diferente. Sin embargo, estas personas del Lech vivieron más de 1.500 años antes. «Esto muestra hasta cuándo se remonta en el tiempo la historia de la desigualdad social en las estructuras familiares», asegura Philipp Stockhammer, profesor de arqueología prehistórica en la Universidad de Múnich y uno de los autores del estudio.

Tumba de una mujer de alto estatus ABKSud
Daga de un enterramiento masculino K. Massy

Stockhammer, junto a sus colegas de la Universidad de Tubinga y del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana en Jena, estudiaron los objetos encontrados en las excavaciones de pequeños cementerios al sur de Augsburgo de entre el neolítico tardío (2750 a.C.) y la Edad de Piedra media (1300 a.C.). En las tumbas de los miembros de la familia estrechamente relacionados entre sí encontraron objetos suntuosos, como dagas de metal . Lo mismo en las de mujeres llegadas de lejos para casarse, donde aparecieron alfileres o tocados . En cambio, otros hombres y mujeres locales sin parientes biológicos descansaban en los mismos cementerios, pero sus restos carecían de bienes funerarios. «Quizás fueran sirvientes o tal vez incluso esclavos que trabajaban y vivían en la granja, pero desgraciadamente no podemos asegurarlo», subraya Alissa Mittnik, del Max Planck y coautora de la investigación. «Similar a las formas domésticas que se ven más tarde en la Grecia clásica y en Roma, todas estas personas se considerarían parte de la familia u hogar, pero con un estatus diferente», añade.

Matrimonios concertados

Para arrojar luz sobre la vida de estas personas, el equipo analizó datos de todo el genoma de 104 individuos de todas las edades recuperados de los enterramientos. De esta forma, lograron reconstruir por primera vez árboles genealógicos que abarcan de cuatro a cinco generaciones. Sorprendentemente, solo incluían los linajes masculinos . Al parecer, las mujeres abandonaban las granjas cuando llegaban a la edad adulta. Los varones locales se desposaban con otras llegadas de lugares lejanos , situados al menos a 400 km en lo que hoy es el este de Alemania o el área alrededor de Praga. «Estoy absolutamente seguro de que se pactaban matrimonios concertados», asegura Stockhammer.

Las mujeres ayudaron a llevar conocimientos de un lugar a otro Tom Björklund

La movilidad individual, llevada a cabo por intereses particulares, caracterizaba la vida de las personas en Europa central, incluso en el segundo y tercer milenio. Investigaciones anteriores ya habían demostrado que, hace 4.000 años, la mayoría de las mujeres en el valle de Lech eran «extranjeras» . Precisamente, ellas pudieron haber jugado un papel decisivo en la transferencia del conocimiento de cómo fundir el bronce, lo que, según los investigadores, condujo a una globalización temprana, ya que las materias primas tenían que ser transportadas a través de Europa. Esas redes suprarregionales fueron fomentadas por los matrimonios por interés . Por las riquezas de sus tumbas, los arqueólogos saben que estas forasteras (todas ellas adultas) estaban bien integradas en las familias y gozaban igualmente de un alto estatus.

Herencia familiar

Disco de cobre de una tumba femenina K. Massy

El estudio también mostró que los bienes eran heredados por los descendientes de sus padres (las tumbas de los niños eran igualmente ricas), lo que significa que el estatus social pasaba de generación en generación en la familia durante al menos 700 años en vez de ser adquirido por los méritos durante la vida. «La riqueza se correlacionaba con el parentesco biológico o con el origen extranjero. La familia nuclear transmitía su propiedad y estatus durante generaciones», explica Stockhammer.

Como resume Johannes Krause, director del departamento de Arqueogenética en el Max Planck, «la arqueogenética nos proporciona una visión completamente nueva del pasado. Hasta hace poco, no hubiéramos pensado que fuera posible examinar las reglas del matrimonio, la estructura social y la desigualdad social en la prehistoria».

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