El Sol sigue gobernando el reloj biológico de las personas

La información proporcionada por un millón de móviles ha confirmado que la actividad de las personas se coordina con la duración de los días

DANIEL MONSIVAIS

ABC.ES

Muchas de los animales de la Tierra, incluidos los seres humanos, están adaptadas a la rotación del planeta gracias a un reloj biológico interno que marca, por ejemplo, los patrones de sueño y el metabolismo. Para que todo funcione correctamente, suele ser fundamental que el organismo detecte con claridad los ciclos de luz y oscuridad que acompañan al paso de los días y las noches.

Muchas investigaciones han alertado del riesgo de que algunos hábitos contemporáneos, como el uso de luz eléctrica o de smartphones por las noches, así como hábitos sociales, puedan desajustar el reloj biológico interno y provocar trastornos del sueño . Sin embargo, según ha concluido un artículo publicado recientemente en PLOS Computational Biology , a pesar de todo la luz diurna sigue gobernando la actividad diaria de las personas.

Al menos esto es lo que han asegurado investigadores de la Escuela de Ciencia de la Universidad de Aalto (Finlandia) después de analizar los patrones de actividad de llamadas telefónicas de alrededor de un millón de personas , todas ellas habibantes de varios países del sur de Europa que comparten la zona horaria.

«Hemos mostrado que el comienzo y el final de la actividad de las llamadas se sincroniza con la progresión del Sol de Este a Oeste. También hemos mostrado que esta actividad sigue una dinámica anual, que varía durante las estaciones y que está marcada por la medianoche solar», han escrito los autores, encabezados por Daniel Monsivais.

Reloj interno vs reloj social

En el ser humano, el ritmo de sueño-vigilia está controlado por un reloj neural localizado en los núcleos supraquiasmáticos, dentro del hipotálamo. Este mecanismo está formado por dos grupos de unos pocos miles de neuronas que tienen la capacidad de generar la mayoría de los ritmos biológicos del organismo. En esta ocasión, los investigadores querían saber si este reloj seguía coordinado con el Sol y la noche, o si estaba influido por un «reloj social» marcado por las actividades diarias, como el trabajo, el ocio y las clases.

«¿Cómo discierne el ritmo diario de los humanos entre los dos relojes?», se ha preguntado en un comunicado Daniel Monsivais. Para responder a esa pregunta, su equipo usó la minería de datos para inferir los patrones de actividad de las personas en función de su uso de los teléfonos durante un año completo.

Los análisis mostraron que, a pesar de compartir una zona horaria, la distinta hora de salida y puesta del Sol, marcada por la distinta localización geográfica, seguía marcando el comienzo y el final de las actividades diarias de las personas. De hecho, a lo largo del año la actividad evolucionaba de forma estacional a medida que cambiaba el comportamiento del Sol.

De acuerdo con esta información, los investigadores también comprobaron que las mujeres duermen más que los hombres (lo que coincide con las conclusiones de otros estudios), y que la duración del sueño cambia con la edad: la gente duerme más durante la adolescencia, menos durante la edad adulta y más de nuevo cuando envejece.

Los autores creen que su estudio tiene implicaciones interesantes para la salud, la economía, el consumo de energía y la organización del transporte público, ya que la eficacia de todos ellos dependen de los patrones de la actividad humana.

«Lo próximo será emplear este tipo de método con grandes cantidades de datos para comprender las diferencias de sueño que hay entre poblaciones urbanas y rurales, y así seguir analizando el papel del reloj biológico y el social en las rutinas diarias», ha explicado Monsivais.

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