El éxtasis de Santa Teresa, escultura de Bernini
El éxtasis de Santa Teresa, escultura de Bernini - ABC

Las experiencias religiosas pueden ser tan placenteras como el sexo

Igual que el amor, activan el sistema de recompensa del cerebro, que nos guía en la búsqueda del placer

Madrid Actualizado: Guardar
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En el cerebro tenemos una brújula interna que nos guía hacia el placer, unas veces con más acierto que otras. Se trata del sistema de recompensa, que nos induce a repetir aquello que nos produce sensaciones agradables, como una buena comida, la buena compañía, la música... La lista de experiencias que activan este sistema es larga y, aunque muchas son casi universales, algunas varían con cada persona y cada cultura.

Para mucha gente, la religión es también una fuente de satisfacción y en algunos casos tan placenteras como puede serlo el sexo. Eso es al menos lo que afirma un grupo de investigadores de la Universidad de Utah cuyo trabajo se acaba de publicar en " Social Neuroscience".

Algunos místicos ya adelantaban el intenso placer que producen las creencias religiosas.

Como Santa Teresa de Jesús, con sus conocidos éxtasis o arrobamientos místicos, como ella los llamaba, que la llevaron a escribir aquello de "Vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero que muero por que no muero".

Incluso de forma más frívola algunas letras de canciones recogen el bienestar que puede proporcionar una experiencia religiosa, como canta Enrique Iglesias, que la considera por encima de otros placeres, como el amor: "Cada vez que estoy contigo / Yo descubro el infinito / Tiembla el suelo / La noche se ilumina / El silencio se vuelve melodía / Y es casi una experiencia religiosa"

Y ahora la Neurociencia se ocupa de ello: "Estamos sólo empezando a comprender cómo participa el cerebro en experiencias que las personas creyentes interpretan como espirituales, divinas o trascendentes", explica Jeff Anderson, que lidera la investigación.

Ventana al cerebro

Lo han logrado gracias a la ventana al cerebro que abren las técnicas de resonancia magnética. Los investigadores querían averiguar qué regiones del cerebro se activan cuando se experimenta un "sentimiento de paz y cercanía con Dios". Para ello escanearon el cerebro de 19 jóvenes mormones misioneros muy comprometidos con su religión (siete mujeres y 12 hombres) mientras evocaban en ellos sentimientos espirituales mediante la proyección de vídeos relacionados con su iglesia, citas de líderes religiosos e imágenes de escenas bíblicas y otros contenidos religiosos. Al tiempo que les preguntan si tienen sensaciones de euforia, (sentir el espíritu) asociada a esos contenidos.

Y esas sensaciones aparecen asociadas la activación de diversas estructuras del sistema de recompensa del cerebro, como explica Carmen Cavada, catedrática de Neuroanatomía de la Universidad Autónoma de Madrid y directora de la Cátedra de Neurociencia UAM–Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno: "Esas sensaciones aparecen asociadas a la activación en estriado ventral, corteza prefrontal medial, área motora suplementaria, corteza prefrontal lateral (implicada en el control de la atención) y corteza temporal. Destaca sobre todo la activación del estriado ventral, que se da también en otras situaciones de euforia, como el amor romántico o maternal, el disfrute musical, o el consumo de drogas de abuso".

Varias regiones del cerebro se activan en una experiencia espiritual, que incluye un circuito de recompensa, el núcleo accumbens.
Varias regiones del cerebro se activan en una experiencia espiritual, que incluye un circuito de recompensa, el núcleo accumbens. - Jeffrey Anderson

"Cuando los participantes del estudio fueron instruidos para pensar en un salvador, en estar con sus familias para toda la eternidad y en las recompensas celestiales, sus cerebros y cuerpos respondieron físicamente", explica Michael Ferguson, el autor principal de la investigación.

Mediante resonancia, los investigadores pudieron observar que los poderosos sentimientos espirituales inducidos en los participantes se asociaban con la activación en el núcleo accumbens, una región crítica del cerebro implicada en el procesamiento de la recompensa y el placer. Cuando los participantes estaban experimentando esos sentimientos de forma intensa, sus corazones latían más rápido y su respiración era más profunda. Una sensaciones que los participantes dijeron que sentían fuera del laboratorio cuando se dedicaban a la oración.

Cableados para creer

"La experiencia religiosa es quizás una de las cosas que más influyente en las personas a la hora de tomar decisiones. Comprender lo que sucede en el cerebro para contribuir a la toma de esas decisiones es realmente importante", señala Anderson, que advierte que aún no sabe si el cerebro de los creyentes de otras religiones responderían de la misma manera.

Pese a que el estudio incluye un número muy pequeño de participantes, adscritos además a un creencia concreta, el cerebro humano parece estar cableado para creer en algo trascendente, tal vez como resultado de "la suma de una serie de cosas, como nuestra capacidad de abstracción, incertidumbre, consciencia de la muerte o el deseo de vivir", señala la doctora Cavada.

Estudios previos sugieren que el cerebro responde de manera muy diferente a las prácticas meditativas y contemplativas propias de algunas religiones orientales, pero hasta el momento se sabe poco sobre la neurociencia de las prácticas espirituales occidentales. Este estudio es la primera iniciativa del Proyecto Cerebro Religioso, lanzado por un grupo de investigadores de la Universidad de Utah en 2014, que tiene como objetivo comprender cómo funciona el cerebro en personas con profundas creencias espirituales y religiosas.

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