Descubren la primera despensa de la humanidad, con médula ósea de hace 400.000 años

Humanos prehistóricos conservaban tejidos animales para su consumo posterior en una cueva israelí

Médula dentro de un hueso metapodial después de seis semanas de almacenamiento Ruth Blasco / AFTAU

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Nuestros antepasados paleolíticos ya tenían despensa, pero en vez de latas de sopa o tomate conservaban médula ósea . Investigadores españoles han descubierto en la cueva de Qesem, cerca de Tel Aviv (Israel), evidencias de hace unos 400.000 años del almacenamiento de estos tejidos animales para consumirlos más adelante. Esta acumulación de alimentos , la más temprana jamás observada en nuestra historia como humanos, implica una preocupación anticipada por las necesidades futuras. Eran capaces de pensar más allá del «aquí y ahora».

Según publican los autores del estudio en la revista «Science Advances», la médula ósea era especialmente buscada como alimento por los antiguos grupos humanos debido a sus altos niveles en ácidos grasos. Hasta ahora, se creía que su consumo era inmediato tras la caza y la extracción de tejidos blandos del animal. La nueva investigación, dirigida por Ruth Blasco, del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), demuestra que también se almacenaba por si era necesario recurrir a ella en el futuro.

Hasta nueve semanas

Los humanos prehistóricos llevaban a la cueva partes seleccionadas de los animales cazados -la presa más común era el gamo-, como las extremidades y el cráneo, mientras que el resto del cadáver era despojado de carne y grasa en la misma escena de caza. Los investigadores descubrieron que los huesos de las patas de los ciervos, especialmente los metapodiales, exhibían marcas de corte únicas que no son las características que quedan tras despellejar al animal para fracturar el hueso y extraer la médula.

Para el equipo, esto significaba que los huesos del venado se mantenían en la cueva cubiertos de piel. Así se facilitaba la preservación de la médula para su consumo posterior en tiempos de necesidad.

Para llegar a esta conclusión, los investigadores evaluaron la preservación de la médula ósea de ciervos, controlando el tiempo de exposición y los parámetros ambientales, además de realizar análisis químicos. Los resultados determinaron una baja tasa de degradación de la grasa de la médula de hasta nueve semanas de exposición. «Las técnicas de extracción de médula deja señales sobre los huesos que pueden ser identificadas arqueológicamente, como ocurre con las muescas producidas por los impactos de percusión o las lascas óseas que se desprenden en el proceso», explica Blasco.

Como latas de comida

«Preservar el hueso junto con la piel, durante un período que podría durar muchas semanas, permitía a los primeros humanos romper el hueso cuando era necesario y comer la médula ósea aún nutritiva», agrega Blasco. De esta forma, los huesos eran utilizados como latas que preservaban el alimento. Llegado el momento, se retiraba la piel seca, se rompía el hueso y comenzaba el festín.

Hasta hace poco, se creía que las personas del Paleolítico eran cazadores recolectores que vivían al día, consumiendo de inmediato todo lo que atrapaban y soportando largos períodos de hambre cuando las fuentes de alimentos eran escasas. Pero este hallazgo parece indicar que también tenían capacidad de previsión.

Sofisticados e inteligentes

«Los humanos prehistóricos en Qesem eran lo suficientemente sofisticados, inteligentes y talentosos como para saber que era posible preservar huesos particulares de animales bajo condiciones específicas y, cuando era necesario, retirar la piel, romper el hueso y comer la médula ósea», explica el profesor Avi Gopher, en un comunicado de la Universidad de Tel Aviv.

Este descubrimiento se une a otra evidencia de comportamientos innovadores encontrados en la cueva, incluido el reciclaje, el uso regular del fuego, y cocinar y asar carne. Los investigadores creen que esto ocurrió porque los elefantes, anteriormente una fuente importante de alimento, ya no estaban disponibles en la región, por lo que los humanos prehistóricos tuvieron que desarrollar e inventar nuevas formas de vida. Este tipo de comportamiento, explican, permitió a los humanos evolucionar y entrar en un tipo de existencia socioeconómica mucho más sofisticada.

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