Cómo Tintín «profetizó» el viaje a la Luna 20 años antes del Apolo 11

Es sorprendente la precisión científica con la que Hergé abordó el viaje a nuestro satélite, un cómic lleno de aciertos astronómicos

Pedro Gargantilla

La literatura había llevado al barón de Münchausen y al Cyrano de Bergerac a transitar por la Luna, cuando Georges Remi (1907-1983) –más conocido como Hergé- puso en órbita a Tintín y al capitán Hadock.

Los cómics “Objetivo: la Luna” y “Aterrizaje en la Luna” se publicaron por entregas entre el 30 de marzo de 1950 y el 30 de diciembre de 1953. Se adelantaron al lanzamiento del primer satélite artificial, el Sputnik 1 (1957), y en más de quince años a la misión Apolo 11 (1969).

Los dos volúmenes, además de didácticos, abordan de forma impecable distintos aspectos científicos, no son un simple relato de ciencia ficción. Hergé, una vez más, subordina la viñeta al servicio de la ciencia.

«Cabo Kennedy» en Syldavia

El dibujante utilizó como fuente de inspiración el libro “La Astronáutica”, del científico Alexander Ananoff, fundador de la Federación Astronómica Internacional, al que llegó a conocer personalmente y al que envió un guion con páginas ilustradas para que las revisara.

Además, visitó en repetidas ocasiones la biblioteca del observatorio de Uccle, en las afueras de Bruselas, en donde pudo estudiar el mapa lunar diseñado por el abate Moreaux, así como documentación adicional relacionada con nuestro satélite.

El cohete despegó del Centro Espacial de Sbrodj, en Syldavia, un ficticio país de los Balcanes. El laboratorio estaba inspirado en el Laboratorio Nacional de Oak Ridge (Tennesse, Estados Unidos), el lugar en el que se diseñó la bomba atómica.

El cohete lunar, a diferencia de lo que sucedería años después con el de la NASA, es de una única etapa, por lo que no tuvo la necesidad de ir desprendiéndose progresivamente de fases para ahorrar peso.

El profesor Tornasol explica que el cohete funciona gracias a un motor atómico de su invención, precisando que además tiene un motor auxiliar convencional, que permitirá las maniobras de despegue y aterrizaje. La explicación para no requerir del motor atómico en el despegue responde a causas medioambientales, a fin de evitar la contaminación radiactiva.

Es sorprendente que durante el despegue los personajes se sitúen boca abajo, al igual que harán los astronautas de carne y hueso de los programas rusos y norteamericanos, ya que se demostró que esta posición soportaba mejor las fuerzas de gravedad y, además, permitía manejar con mayor comodidad los controles.

Whisky con forma esférica

Durante el viaje de ida el cohete acelera progresivamente creando una sensación de gravedad artificial igual a la de la Tierra, mientras no se detengan los motores. Sin embargo, los gemelos Hernández y Fernández los detienen de forma involuntaria, provocando la pérdida de la gravedad. Es en ese momento cuando aparecen unas jocosas viñetas en las que el capitán Hadock observa sorprendido como el whisky flota dibujando una esfera.

Cuando las moléculas de un líquido no se someten a la acción de la gravedad o a cualquier forma de aceleración responden únicamente a dos fuerzas entre ellas mismas, la gravitacional y las fuerzas eléctricas. Ambas son atractivas y tienden a llevar a las moléculas hacia un centro común. Las fuerzas gravitaciones son despreciables frente a las fuerzas eléctricas para cualquier cuerpo de pequeñas dimensiones, por lo que las fuerzas eléctricas son las que prevalecen, y a las que denominamos tensión superficial. Todo esto se traduce en que los líquidos adoptan una forma esférica. No deja de ser curioso que cuando en 1962 se adaptó el comic en dibujos animados, los autores optaron por reemplazar el whisky por café.

A punto de colisionar con Adonis

En 1936 el astrónomo Eugéne Delporte descubrió un asteroide, al que bautizó como Adonis, perteneciente a la clase Apolo. El cohete de Tintín estuvo a punto de colisionar con Adonis, esto fue una libertad narrativa del dibujante, ya que este asteroide nunca orbitó tan próximo a nuestro planeta.

Tintín anunció que había pisado la superficie lunar con una frase profética: “¡Ya está!... Acabo de dar algunos pasos… ¡Por primera vez en la Historia de la humanidad, un ser humano acaba de hollar la Luna!...”. Las semejanzas con la frase que pronunciaría Neil Amstrong años después son más que evidentes.

M. Jara

Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación .

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