El genetista Dmitry K. Belyaev, con sus zorros domesticados en una imagen de archivo
El genetista Dmitry K. Belyaev, con sus zorros domesticados en una imagen de archivo - Lyudmila N. Trut

El científico ruso que logró domesticar a los zorros

El genetista Belyaev comenzó hace 50 años un curioso experimento para transformar animales salvajes en dóciles y amistosos. Comprime en unas pocas décadas un proceso que naturalmente dura miles de años, como ocurrió con los perros

MADRID Actualizado: Guardar
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A diferencia de los perros y los gatos, los zorros no han sido domesticados (con la excepción literaria del amigo del Principito). Su naturaleza salvaje prevalece sobre los intentos humanos por suavizar su caracter, como bien saben aquellos que han pretendido tenerlos de mascota en casa.

La domesticación de los animales se produce durante un largo período de tiempo a través de la cría selectiva, proceso por el que pasaron los canes (y otros animales domésticos) hace miles de años. Los perros no son más que lobos adaptados a vivir con el hombre, quien, con el tiempo, los ha ido trasformando a su antojo a través de las diferentes razas.

Sin embargo, un curioso experimento con zorros realizado por científicos rusos intenta emular el proceso de domesticación.

A finales de la década de los 50, un genetista llamado Dimitri K. Belyaev intentó crear una población de zorro doméstico. A través del trabajo de un programa de cría en el Instituto de Citología y Genética en Novosibirsk, en Rusia, trató de trazar el camino evolutivo de los animales domésticos. Belyaev murió en 1985, pero el proyecto está todavía en curso. Ahora es supervisado por Lyudmila Trut, de 80 años, que comenzó como pasante de Belyaev, según informa la BBC.

En primer lugar, Belyaev y Trut viajaron a varias granjas de pieles en la Unión Soviética, desde Siberia a Moscú y Estonia. Allí, eligieron ejemplares de la especie zorro plateado (vulpes vulpes) para formar su propia granja en Novosibirsk.

Los científicos seleccionaron los animales según la forma en que respondían cuando su jaula se abría. Los más dóciles y amistosos fueron escogidos (y salvados de convertirse en abrigo), mientras que los más agresivos se descartaban.

Cuando nacieron nuevos cachorros, la segunda generación, los investigadores volvieron a hacer lo mismo: seleccionaron a los más tranquilos, mientras que los agresivos o que mostraban respuestas de evitación ante los humanos eran eliminados.

En cada selección, menos del 10% de los individuos domesticados se utilizaron como padres de la siguiente generación. «La descendencia que exhibe las respuestas de evitación agresivas y miedo fue eliminada de la población experimental en tan sólo dos o tres generaciones de selección», escribió Trut en un estudio publicado en 2009.

Los zorros nunca fueron entrenados para convertirse en seres dóciles y amigables. Vivían en jaulas y tenían un contacto mínimo con los seres humanos. El objetivo de Belyaev era la creación de una población genéticamente distinta, así que, como explica la BBC, simplemente seleccionaba determinados rasgos de comportamiento. El objetivo era reproducir el proceso de domesticación de los animales a lo largo de la historia, de una forma controlada.

Mover la cola y lamer

Pero en la cuarta generación, los científicos empezaron a ver cambios bruscos. Los cachorros comenzaron a comportarse más como perros, moviendo sus colas con entusiasmo ante el contacto con los seres humanos. Incluso ladraban, gemían y lamían a los investigadores.

El proceso, según los científicos, fue sorprendentemente rápido, comprimiendo en unas pocas décadas un proceso que naturalmente dura miles de años. En el período 2005-2006, casi todos los zorros eran «amables» y se comportaban como perros domésticos. Los zorros podían «leer» las señales humanas y responder correctamente a los gestos o miradas. Las vocalizaciones que hacían eran diferentes. Según Trut, crearon «una población de zorros domesticados genéticamente, la única que hay en el mundo». Solo habían pasado 50 generaciones de animales.

Cambios físicos

Y no cambió solo la personalidad de los zorros. Belyaev y Trut pronto descubrieron que sus cuerpos también sufrían transformaciones. Los zorros domesticados tenían orejas más flexibles y caídas, patas más cortas y cabezas más anchas. Sus hábitos reproductivos también cambiaron. Los zorros domesticados anticipaban su madurez sexual y, en promedio, sus camadas tenían un cachorro más.

Los investigadores creen que la selección afectó a la neuroquímica del cerebro de los zorros, con niveles más altos de serotonina, que se considera influye en la inhibición de la conducta agresiva de los animales.

El proyecto continúa hasta nuestros días, con más de 300 zorros en la granja. Algunos se venden como mascotas. Ahora, los investigadores tratan de identificar los genes que se alteran en la selección de docilidad.

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