Podrá verse a simple vista desde cualquier lugar, incluso desde las grandes ciudades
Podrá verse a simple vista desde cualquier lugar, incluso desde las grandes ciudades - IGNACIO GIL

Instrucciones para ver el eclipse total de superluna esta noche

A partir de las 2.12 de la madrugada del lunes podrá verse cierto oscurecimiento. A las 4.11 la sombra de la Tierra comenzará a recorrer el disco lunar

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El eclipse de la madrugada de este lunes 28 de septiembre, irá acompañada de una superluna. Como su nombre indica, el astro se verá con un tamaño mayor al habitual y, además la perfecta alineación entre esta, el Sol y la Tierra, harán que su brilo desaparezca tras una amenazadora sombra. Este fenómeno es tan poco frecuente, que desde 1900 solo se han producido 5 acontecimientos similares.

El mejor momento para ver la superluna, es cuando nuestro satélite salga por el horizonte. Esto habrá que hacerlo en la madrugada del 27 al 28 de septiembre. En concreto, a las 2 horas y 12 minutos, la Luna comenzará a entrar en la penumbra (fase penumbral), un leve y sutil oscurecimiento del astro.

A las 4 y 11 minutos de la madrugada del día 28, la Luna comenzará a entrar en la sombra que proyecta la Tierra en el espacio y dará comienzo a un oscurecimiento progresivo del satélite (fase parcial).

A las 4 horas y 47 minutos, se habrá llegado al máximo del eclipse en su fase total y a las 5 horas y 23 minutos será el fin de la oscuridad sobre la Luna, aunque aún seguirá pasando por la penumbra hasta las 7 horas y 22 minutos. Este horario es para la península, una hora menos en Canarias.

El eclipse se puede observar a simple vista desde cualquier lugar, incluso desde las grandes ciudades. No obstante, para disfrutar con plenitud del acontecimiento, es mejor contemplarlo desde un lugar apartado de las grandes urbes para evitar la contaminación y poder ver la Luna completamente blanca antes de comenzar a enrojecerse con el comienzo del eclipse.

Luna de sangre

En los eclipses totales de Luna, ésta nunca desaparece totalmente, se vuelve de un color rojo, anaranjado o amarillo, cuando entra en la fase de la totalidad, de ahí que a estas Lunas, se les llame « lunas de sangre». Aunque el nombre está más ligado a las lunas llenas que aprovechaban los cazadores, para ver mejor en las noches y durante el otoño, para aprovisionarse de carne en el invierno.

Pero el color de la Luna, es evidente que no es por la sangre. Si la Tierra no tuviera atmósfera, la sombra que proyectaría al espacio sería completamente negra y la Luna desaparecería del cielo completamente.

La luz del Sol atraviesa la atmósfera de la Tierra y la atmósfera dispersa la luz azul y verde, dejando pasar solo la roja. En los eclipses de Luna, nuestro satélite pasa por esa peculiar sombra y en lugar de recibir la luz solar (ahora ocultada por la Tierra) recibe la luz roja de nuestra atmósfera.